¿Qué recuerdos tiene de la final?

Fue algo grandioso para Vitoria y que recordaremos toda nuestra vida. Que el Alavés, con el equipo que era, disputase una final europea era impensable. Luego, la movilización de la gente lo hizo todo más bonito. Es para mantenerlo en la retina siempre.

Pocas veces una derrota ha dejado un sabor tan amargo, ¿verdad?

Sí, pero todos acabamos orgullosos del equipo pese al fatal desenlace. Para los que aman el deporte y para los que no, el ganador moral fue el Alavés. No sólo fue un éxito a nivel deportivo, sino también para la ciudad y la provincia. No pudo haber un mejor escaparate para Álava que aquella final. Aquella noche, todos nos sentimos más alavesistas que nunca. Nadie imaginaba que un mindundi como el Alavés pudiese alcanzar semejantes cotas.

Sea sincero. ¿Cuántas lágrimas derramó cuando llegó ese gol en propia puerta?

Sí, unas cuantas. Suelo ser muy llorón y me implico mucho en estas cosas, pero no me avergüenzo de decirlo. La ocasión lo requería porque era un momento único.

¿Dónde y cómo lo vivió?

Estuve en casa junto a mi familia. Para estos eventos no me gusta liarme la manta a la cabeza. Recuerdo que me puse la camiseta que me había regalado mi vecino y amigo Hermes Desio.

¿Tenía conocidos en la plantilla?

Sí, por supuesto. Con el preparador físico, Unai Elezkano, que tristemente falleció más tarde, y los argentinos, sobre todo Martín Herrera, mantenía un vínculo cercano. Desio venía a mi tienda como a darme la tabarra...

Cuando llegó ese fatídico gol, ¿cuál fue su primera reacción?

Bueno, era una lotería. Unas veces te toca y otras no. La verdad es que fue un desastre porque ya lo teníamos en nuestra mano.

Quién le ha visto al Alavés y quién le ve ahora...

Sí, es una pena. Pero la verdad es que no me quiero acordar del ínclito que nos ha abocado a todas estas penurias. Estoy inquieto por ver cómo termina todo. Se está hablando mucho, sólo espero que todo llegue a buen puerto y lo único que no querría bajo ningún concepto es que el Alavés desaparezca por todo lo que representa.

Antón dijo que nunca vendería el club a ningún tiburón, pero finalmente lo hizo. ¿Le achaca algo?

Bueno... Gonzalo siempre puso las cartas sobre la mesa y nadie se acercó a ellas. Nadie respondió. En Vitoria y Álava somos propensos a criticar en exceso al vecino. Nadie se atrevió a dar el paso.

Si finalmente entra Josean Querejeta, puede acabarse la angustia. ¿Cómo lo ve?

Lo veo bien. Ha dado muestras de ser un gran gestor en el Baskonia. Sería bueno que pudiese comprar el club, pero con garantías de que no haya cosas oscuras por detrás.

Como presidente del Zuzenak, ¿se siente discriminado por lo que un club como el suyo no recibe por parte de las instituciones?

Con esta pregunta siempre me meten el dedo en la llaga, como suele decirse. Ahora se apuesta por el deporte de élite y a los otros se nos deja de lado. No es de recibo que al pequeño club que trabaja 20.000 veces más con 20.000 recursos menos se le mire con lupa, se le aprieten cada vez más las clavijas. Si no hay deporte base, no se crean los clubes multiprofesionales. La burbuja del deporte profesional puede explotar en breve.

el cuestionario

l ¿Quién marcó el gol del Liverpool que decidió la prórroga?

Lo tengo en la punta de la lengua.... Creo que Tomic.

l El portero del Alavés era...

Hombre, mi amigo Martín Herrera.

l ¿De qué color era la camiseta del Alavés en aquella final?

Amarilla y azul.

l ¿Recuerda quién lucía el brazalete de capitán?

Karmona.

l ¿Y a alguna de las estrellas del Liverpool?

Gerrard, Hyppia, Owen...

l ¿A quiénes expulsaron?

Al hijo de Johan Cruyff.

l ¿Cuantas veces ha jugado el Alavés competiciones europeas?

Creo que una.

l Los tres últimos presidentes del club albiazul son...

Antón, Ortiz de Zárate y Gauna. Al innombrable Piterman no le nombro porque no quiero verlo ni en pintura.

l ¿Sabría decirme cuatro jugadores de la actual plantilla?

Casares, Dituro, Geni y Jito.

l ¿Y el entrenador?

Tomé.