Vitoria. El bucle derrotista en el que se ha sumido el Deportivo Alavés viene avalado por unos síntomas muy claros. Ni dentro ni fuera de los terrenos de juego está funcionando bien el club durante los tres últimos meses y la fortuna y la chispa necesarias para sacar adelante los partidos se han perdido para dejar paso a los defectos más graves de este equipo, existentes desde el inicio de la temporada pero que se han visto magnificados durante las diez últimas jornadas al no funcionar los anteriores antídotos. De solucionar todos los problemas, los internos y los externos, depende en buena parte la resurrección de un Glorioso que en estos momentos invita al pesimismo pero que durante buena parte de la temporada ha dado muestras de ser un conjunto solvente y capaz de sacar adelante cualquier compromiso ante cualquier oponente. Eso sí, precisa el equipo de Miguel Ángel Álvarez Tomé, y la entidad del Paseo de Cervantes en sí, de un cambio radical en un tiempo récord para olvidar todos sus males.
En lo que afecta a la parcela deportiva, el principal mal que arrastra el Alavés desde el inicio de la temporada es la facilidad que tienen los rivales para marcarle goles. Contra el Eibar se vivió el capítulo más sangrante de una historia plagada de desastres de todos los tamaños. Los 39 goles que ha encajado el cuadro albiazul -solo en ocho partidos se ha dejado la portería a cero- son una cifra completamente inasumible para un equipo con aspiraciones de ascenso.
No hay partido en el que el cuadro vitoriano no cometa un fallo garrafal. Y eso cuando no son varios y de forma prematura. Se ha acostumbrado este equipo a tener que remar siempre a contracorriente por sus propios errores y la mejoría en este apartado es obligada porque en sus últimas comparecencias el cuadro albiazul casi siempre recibe un mazazo a las primeras de cambio.
Para conseguir ese cambio sustancial en el rendimiento del equipo, una de las claves pasa por encontrar la estabilidad en la portería -al técnico alavesista le toca elegir definitivamente entre Montero y Dituro y mantener esa apuesta hasta el final- y a nivel defensivo -las recuperaciones de Iván Malón, Alaña y Jules Pardo se antojan como decisivas para el equipo-. Por unas u otras razones, los cambios en las dos demarcaciones se han convertido en una constante a lo largo de las últimas jornadas y varios jugadores -casos de Mesquita y Javi Casas, este último dentro de un lateral izquierdo que ha sido la demarcación que más problemas ha generado a lo largo de todo el curso- han ofrecido un rendimiento muy por debajo del inicialmente esperado, cometiendo errores incomprensibles que han costado muy caros.
Los problemas defensivos arrastrados a lo largo de toda la temporada se han visto magnificados en las últimas jornadas por el decrecimiento del rendimiento ofensivo del equipo. El gol ha sido la principal virtud del Alavés a lo largo de toda la temporada (57 dianas acumula el equipo de Álvarez Tomé), pero dentro de la racha negativa de los diez últimos partidos (diez puntos de treinta posibles), hasta en cinco comparecencias se ha quedado con su casillero a cero el cuadro albiazul, lastrado también por un juego mucho menos fluido que en sus mejores momentos del curso.
inestabilidad en el club Tanto física como mentalmente, tampoco el equipo está atravesando por sus mejores momentos. Las continuas lesiones de jugadores muy importantes en los esquemas de Álvarez Tomé -en estos momentos el preparador leonés no puede contar con Malón, Alaña y Geni, tres jugadores que han sido muy importantes durante toda la temporada, mientras que otros dos destacados como Pardo y Jito se encuentran bajo mínimos- están pasando una considerable factura al equipo al no haber ofrecido los relevos el mismo nivel que esas piezas destacadas.
Necesita el preparador albiazul recuperar a todos sus jugadores -incluso a aquellos que incomprensiblemente están teniendo menos minutos de los que se merecen, como es el caso de un Indiano que parece condenado al banquillo en beneficio de Ibon Gutiérrez a pesar de su mejor rendimiento- y realizar una puesta a punto específica para encarar el tramo final del curso y el play off de ascenso con garantías de éxito.
En lo concerniente al apartado psicológico, la racha de resultados negativos está pesando mucho sobre un equipo que no ha sabido manejarse en situaciones de presión después de haber desperdiciado la renta de puntos que le mantuvo durante muchas semanas como líder en solitario.
Y por si no fuera suficiente con los problemas deportivos, tampoco las noticias desde el apartado económico-institucional están acompañando lo más mínimo. Aunque se trate de hacer la vista gorda, es evidente que la situación de inestabilidad que vive el club, con un cambio de dirigentes que no acaba de completarse y unos graves problemas de tesorería que afectan a las nóminas de la plantilla, repercute también negativamente en las cabezas de unos jugadores que ahora precisan de apoyo y tranquilidad. Para conseguirlo, la capitalización se presenta como la única solución posible, ya que a través del cambio en la cúpula del club se pondría remedio a los problemas económicos y de sensación de inestabilidad de un equipo obligado a reaccionar.