eL Deportivo Alavés parece no tener otro objetivo en estos momentos que el de asegurarse un puesto entre los mejores, pero no ya el primero que parece estar a años luz del juego que exhibe el conjunto alavesista. Se ha instalado en una inseguridad con una decisión tal que parece su auténtica significación; ahora aspira a llegar al final de la liga regular intentando no perder más puestos que le dejarían en una situación bastante incómoda. El Alavés ha dejado de ser aquel equipo competitivo de hace tantísimas jornadas cuando todo le sonreía y se creía que podía. Hoy es una sombra de lo que fue y vaga por el campo sin ton ni son esperando que la suerte cambie pero sin poder hacer nada por cambiarla, solo son meros espectadores privilegiados de la situación.
Con cuatro partidos por delante para que acabe la liga regular y comience la temporada de verdad, por lo que han estado luchando todos estos meses, los jugadores del Deportivo Alavés han dejado claro que no saben en qué situación anímica y deportiva lo harán y si realmente llegarán. Confían, además, en que la suerte no les abandone del todo y acabe resolviendo una situación comprometida. Porque ayer se mostraron como un equipo sin alma, roto y sin recursos para revertir una situación anómala desde el comienzo por culpa, de nuevo, de sus propios errores. La falta de confianza en uno mismo puede ser debido a unas expectativas irreales provocadas por sí mismos o por los demás y la inseguridad limita nuestras capacidades.
Inseguridad es lo que el Deportivo Alavés ha venido ofreciendo en materia económica. Ahora mismo, el estado de ánimo de los aficionados alavesistas se encuentra bajo mínimos; no encuentra respiro. Cada día que pasa surge un nuevo problema. Estos días hemos conocido el penúltimo. La negativa al crédito avalado por las instituciones que ha dado la comisión ejecutiva de la Vital ha dejado al pie de los caballos a una sociedad como la albiazul que necesita que todos, instituciones, entidades financieras, posibles inversores y consejo de administración, lleguen a acuerdos definitivos y, por supuesto, inmediatos. La comunicación de la entidad financiera es una muestra de falta de confianza o de credibilidad en las personas o en la manera como han actuado en la petición de ese crédito. Y esto es muy delicado.
Es sabido que la desconfianza suele instalarse en la mayoría de las entidades financieras como inicio en las relaciones que establecen con sus potenciales clientes cuando estos piden algo que no está nada claro, o se sale de lo normal. A esto se tienen que dedicar los inversores los próximos días, a hacerles cambiar de idea y acabar generando confianza. Y esta seguridad se suele fundar sobre el conocimiento directo de la forma de proceder. Como el equipo de Tomé, que tiene que suscitar más confianza en el aficionado y eso pasa por jugar mejor y demostrar que son merecedores de estar en los puestos altos de la clasificación.