VITORIA. El azulgrana y el albiazul van a tener a partir de ahora un nexo común. El Baskonia y el Alavés enterrarán sus eternas rencillas, que tampoco han sido tantas aunque haberlas haylas, bajo la dirección de un mismo y único patrón. Josean Querejeta Altuna (Lazkao, 1957) asumirá las riendas del club de fútbol justo cuando parecía que le había llegado su hora, noventa años después de su nacimiento. Muchos médicos ya le habían desahuciado y hasta algún cura que otro se había apresurado a impartirle la extrema unción.
Pero al parecer no estaba todo dicho. Aún quedaba un hálito de esperanza a pesar de la penosa labor desempeñada en su contra por algunos advenedizos como Piterman, Ortiz de Zárate y Ruiz de Gauna. Los últimos dueños del club se habían empeñado en desdeñar la medicina tradicional para tratar de curar el achacoso declive albiazul y apelaron a maleficios y pócimas mágicas varias cual hechiceros de la economía del pelotazo. A punto han estado de acabar definitivamente con la vida del agonizante Alavés.
Ahora surge otra nueva oportunidad. La llegada de Josean Querejeta viene avalada por el dinero, por fin, y el respaldo institucional. Los políticos no han dudado en elegir a su hombre en base a más de veinte años de exitosa gestión deportiva y empresarial en el Baskonia.
No es lo mismo un deporte que otro, de acuerdo, pero sin duda son dos ámbitos que se parecen mucho más entre sí de lo que podían asemejarse el fútbol con la especulación urbanística (Piterman), el tratamiento de metales (Ortiz de Zárate) o una compañía de autobuses (Ruiz de Gauna). En este sentido, es evidente que Querejeta parte con una enorme ventaja sobre sus antecesores en cuanto a conocimiento se refiere.
Querejeta controla como nadie los tiempos y los riesgos derivados de que los jugadores acierten o fallen al llevar el balón a la red contraria. Hasta ahora, siempre ha sabido cuándo arriesgar, cuándo innovar, cuándo apretar y también cuándo guardar la ropa si venían demasiado mal dadas.
Además, como él mismo ha asegurado en alguna ocasión, la cuestión del desconocimiento específico sobre el fútbol no le preocupa lo más mínimo. A lo largo de los años ha conocido a mucha gente relacionada con ese deporte tanto dirigentes como profesionales y hasta agentes de jugadores y con varios de ellos mantiene una estrecha amistad.
Y por encima de todo le gusta ganar. Es de esperar que su apuesta en el Alavés sea también deportiva, además de económica, y que acabe acertando con las teclas precisas que devuelvan al Glorioso a la élite del fútbol, es decir a Primera División, en un plazo razonable y no demasiado largo.
Querejeta arriesga en esta empresa mucho más de lo que podría parecer en un primer momento. Y no sólo estamos hablando de dinero. El nuevo dueño del Alavés es uno de los dirigentes del baloncesto más reconocidos en Europa que ya domina todos los recovecos del medio en el que se mueve y que perfectamente podría haberse conformado con seguir acumulando títulos ACB a la espera de conseguir algún día el colofón de la ansiada Euroliga. Se había ganado una plácida vejez después de muchos años de trabajo, por decirlo de algún modo.
Este nuevo paso adelante supone para él un salto al vacío controlado sólo a medias, como no puede ser de otra manera cuando se habla de fútbol. De hecho, varios de sus colaboradores más cercanos, amigos e incluso hasta familiares han intentado hasta el último momento hacerle desistir en una empresa, a priori, con más sombras que luces.
Quizá necesite nuevos retos en su vida o tal vez no sepa vivir de otra manera. Lo cierto es que va a llegar un nuevo jefe al Alavés. Con mano de hierro, sí, pero con unos objetivos tan claros como innegociables: crecer y ganar.