Vitoria. Por todos es sabido que en épocas de crisis resulta obligado apretarse el cinturón. Desgraciadamente, el Deportivo Alavés lleva demasiado tiempo inmerso en esta tesitura tratando de sobrevivir a su agónica situación. Un objetivo que cada vez resulta más complicado, puesto que el maldito cinturón aumenta la intensidad de su presión cada día que pasa y al Glorioso prácticamente no le queda ya ningún agujero más en la correa que le atosiga. Pese a que en el terreno deportivo las aguas han vuelto a su cauce normal de máximo optimismo con el triunfo sobre el Sporting de Gijón B y la recuperación del liderato, en el ámbito económico las penurias se mantienen inalterables.

O, lo que es más preocupante aún, sí cambian pero a peor. Porque la ausencia de noticias en este caso supone un continuo empeoramiento de la salud del enfermo. Sin que las sucesivas ampliaciones de capital hayan servido para que se constate la imprescindible entrada de capital en las arcas del club del Paseo de Cervantes, la peligrosa ausencia de liquidez sufre un agravamiento constante que está afectando ya al día a día de la institución albiazul.

Porque si inicialmente fueron los pagos obligados a los acreedores a los que no pudo hacer frente el Deportivo Alavés, en estos momentos esa absoluta precariedad se ha trasladado a las situaciones más rutinarias. Ya hace dos semanas, el consejo de administración trasladó a los empleados no deportivos que no disponía de dinero para poder hacer frente al abono de la mensualidad de febrero. Hasta ese momento, habían estado percibiendo sus nóminas con normalidad pero el paso del tiempo sin ingresos había terminado por vaciar las cuentas alavesistas.

Al menos, la directiva que preside Alfredo Ruiz de Gauna trató de garantizar el cobro de los sueldos por parte de la primera plantilla y el cuerpo técnico, confiando en que de esta manera no se viera afectado su rendimiento sobre el césped y pudieran cerrar la temporada con la consecución del ansiado ascenso lo que, a su vez, supondría un importantísimo balón de oxígeno en lo económico para toda la institución.

Sin embargo, el quehacer diario del club no ha podido quedar a salvo de los graves problemas de liquidez y, de esta manera, se han visto afectadas cuestiones hasta ahora rutinarias. Un ejemplo de ello se produjo el pasado domingo en el encuentro que El Glorioso disputó en Mendizorroza frente al Sporting B. Contrariamente a lo que había ocurrido siempre hasta el momento, los tornos de acceso al terreno de juego no estaban en funcionamiento, siendo los porteros los que revisaban manualmente los carnés y las entradas.

Esta circunstacia estuvo motivada por la imposibilidad de hacer frente ante la empresa que gestiona su funcionamiento del costo que supone su puesta en marcha. La política de ahorro máximo impuesta por el consejo de administración albiazul, en cualquier caso, no se queda únicamente ahí. Y es que gastos considerados corrientes como pueden ser la luz o el agua también se miden al detalle. De esta manera, por ejemplo, la primera plantilla albiazul, y por supuesto las categorías inferiores, ha recibido la recomendación de ducharse con rapidez para tratar de evitar un dispendio superfluo. La iluminación se ha reducido igualmente a lo mínimo imprescindible y así el domingo en Mendizorroza sólo funcionó los últimos minutos.