nO es el de la derrota un sabor al que esté acostumbrado un Deportivo Alavés habituado a degustar el dulzor de las victorias. El partido de ayer en Anoeta deja un regusto amargo, sensación desconocida para un paladar acostumbrado a los mejores sabores y al que ahora le toca tragar bilis por cuarta vez en lo que va de temporada y casi dos meses después de haber fracasado por última vez. Pone el cuadro vitoriano fin a una gran racha que le había mantenido invicto durante las seis últimas jornadas y también ve cortada de raíz su trayectoria de tres partidos consecutivos consiguiendo la victoria.
La merecida derrota en la visita a la Real Sociedad B, el equipo que en más apuros ha puesto este año al Alavés tras ganar ayer después de haber empatado en Mendizorroza, corta una gran trayectoria y genera un déficit de un punto con respecto a los resultados obtenidos en el arranque del curso.
Comentaban los responsables deportivos del Alavés a la conclusión de la primera vuelta que calcar los mismos resultados en la segunda fase liguera sería un sinónimo de alcanzar el liderato en esta fase regular. Pues bien, el equipo se había tomado el mensaje al pie de la letra y, tras los dos triunfos conseguidos en el arranque de este segundo tramo de la temporada, se aprestaba a incrementar su rendimiento en la visita a Anoeta. Una victoria mejoraba aquel sensacional arranque de curso y un empate servía para igualarlo. Por desgracia, y con total merecimiento, fue la derrota la protagonista en la visita a tierras guipuzcoanas.
Este tropiezo empaña ligeramente una trayectoria que, pese a todo, continúa siendo sensacional. A pesar de haber perdido tres partidos lejos de tierras vitorianas (Sporting B, Eibar y el de ayer contra la Real Sociedad B), el equipo de Miguel Ángel Álvarez Tomé sigue siendo el mejor visitante del grupo, con veinticinco puntos en sus compromisos a domicilio.
Se reencuentra el Alavés casi dos meses después con la derrota -la última la sufrió el pasado 27 de noviembre en Ipurua-, un tropiezo que tiene que servir como aprendizaje para el futuro porque se vuelven a repetir errores que ya son conocidos por antiguos.
Una vez más, la defensa albiazul hizo aguas alrededor de un Montero que sigue sin candar la portería. De nuevo toca remar a contracorriente. Y la pegada y el acierto goleador no van a acompañar siempre porque hasta el mejor escribano echa a veces un borrón.