HA pasado más de una semana de la esperada Junta de Accionistas (se suponía que de ella derivarían soluciones inmediatas a todos los problemas) y en la cariacontecida sociedad alavesista crece la esperanza de que en este nuevo proceso de capitalización, a diferencia del anterior, sí se pueda cubrir la cantidad prevista en la ampliación. Es lo que se desprende del runrún que circula por los diversos mentideros futbolísticos y empresariales. Tan seria es la situación, con muchísimos acreedores esperando para cobrar casi de inmediato y con telarañas en la caja fuerte, que todo el espectro político alavés ha cambiado su discurso de hace pocas fechas.
Parece que han tomado conciencia de que su ayuda es necesaria para que el club pueda sobrevivir y que generaciones venideras puedan seguir hablando de este Alavés que tantos quebraderos de cabeza está dando últimamente. ¿O, por el contrario, es que ya estamos en precampaña electoral? Ya sabemos que los partidos políticos siempre están de campaña -unos días más que otros- y no renuncian un instante sin lanzar algún mensaje electoral. A los alavesistas les desagradaría muchísimo que la situación del Alavés les sirviera para ganar votos y que lo que transmiten no lo sientan sino que lo hacen porque les puede reportar pingües beneficios en las urnas. El ciudadano de a pie sabe perfectamente que los partidos son herramientas preparadas para la conquista de votos y la situación del Alavés les viene de perlas como acontecimiento mediático. Todas las fuerzas políticas, sin excepción alguna, tendrían que llegar a acuerdos globales y lograr lo mejor para el club, pero que lo hagan desde el corazón no para sacar provecho. Así, en el futuro no les servirá a ninguno como arma arrojadiza.
El pulso que parece librarse entre los partidos en el poder en Álava por ser el que más ayuda al Alavés puede que sea consecuencia directa de lo expuesto anteriormente. Llama la atención que la Diputación (PNV) firme el convenio después de haber negado tal posibilidad más veces que Pedro antes de cantar el gallo. De la misma manera, el Ayuntamiento (PSOE) dice ahora que le abonará 400.000 euros por Betoño y firmará asimismo un nuevo convenio por Mendizorroza cuando días antes decía todo lo contrario. Si con estos cambios de la veleta política el Alavés se beneficia, perfecto; si, por el contrario, solo les sirve para demostrarse unos a otros quién la tiene más grande (aunque sea la capacidad para aunar voluntades) en busca de beneficios partidistas, solo le estarían haciendo un flaco favor a la entidad.
En estos instantes una nueva y masiva afluencia de pequeñísimos inversores es una apuesta descartada de antemano por lo que la única solución posible de la crisis del Alavés pasa inexorablemente, aparte de la renuncia de Ruiz de Gauna y de la ayuda institucional, por que un grupo de empresarios (hasta es posible que las instituciones decidan quiénes) aúnen esfuerzos y consigan dotar al club de dinero fresco que sirva para pagar unas deudas que acucian al club y que lo tienen sin poder respirar desde hace meses. Las buenas palabras y los buenos gestos ya han dejado de ser suficientes. Mi deseo en este año que comienza es que estos empresarios no se asusten al ver las cuentas y que los Reyes, aunque sea con un poquito de retraso, lleguen cargados de buenas noticias albiazules.