SI la célebre wikileaks hubiera centrado sus esfuerzos investigatorios en el mundo del deporte en lugar de en destripar los secretos mejor guardados del departamento de Estado estadounidense, probablemente uno de sus principales empeños consistiría en averiguar la hoja de ruta que le espera al Deportivo Alavés en el futuro inmediato. Y es que la casi nonagenaria entidad del Paseo de Cervantes se enfrentará en las próximas fechas a días y eventos trascendentales que terminarán por determinar si puede continuar existiendo o, por el contrario, debe entonar un tristísimo hasta siempre.

Resulta innegable que algo ha variado en el entorno del club albiazul y que, a diferencia de lo que sucedía hace tan solo unas semanas, las sensaciones en estos instantes son sensiblemente más esperanzadoras. Verdad es también que realmente no se puede afirmar que haya certeza alguna que permita apostar por ese optimismo y que sólo el discurrir de los acontecimientos se convertirá en juez implacable.

Junto a los numerosos y masivos movimientos sociales que se han producido recientemente, la rúbrica en la jornada de ayer por parte de la Diputación del convenio de colaboración valorado en 750.000 euros supone un primer pasito hacia la orilla de la salvación. El posible acuerdo con el Ayuntamiento que podría cerrarse mañana supondría un empujoncito más. Pero, en cualquier caso, el camino a recorrer todavía es muy largo y está plagado de dificultades.

Lo que resulta imprescindible es que el Alavés sea capaz de completar, como mínimo, la ampliación de capital de 2,5 millones que se aprobará en la junta extraordinaria de accionistas del viernes. Para ello, deben aparecer inversores -en solitario o en grupo- dispuestos a apostar por reflotar la nave y con capacidad económica para ello. Los actuales miembros del consejo de administración ya han dejado claro que no están en disposición de aportar más inversión y que se apartarán en cuanto aparezca alguien dispuesto a tomarles el relevo.

La exigencia, en cualquier caso, no concluirá con este desembarco inicial. El catastrófico estado de la economía alavesista obligará a continuar aportando importantes cantidades económicas para poder hacer frente a los onerosos pagos estipulados por el convenio de acreedores.

Además, la subasta de Ibaia fijada por la Seguridad Social y las denuncias por impago del crédito privilegiado presentadas ya en el juzgado exigen actuar con rapidez si se desean evitar consecuencias dramáticas como la pérdida del escaso patrimonio que le queda en estos momentos a la institución o incluso la desaparición. Por lo tanto, la junta de accionistas del día 24 puede resultar fundamental para conocer el boceto de la composición del nuevo Alavés.