nO sólo el baloncesto es un deporte para altos. En el mundo del fútbol la altura de los jugadores no suele ser un factor decisivo, pero, con su planteamiento de ayer en el Stadium Gal, Miguel Ángel Álvarez Tomé demostró que los centímetros también cuentan y lo hizo apostando por un once titular de altura que se impuso en el juego por alto y supo aprovechar su ventaja para generar mucho peligro en sus acciones ofensivas y, sobre todo, a la hora de ejecutar las jugadas a balón parado en las que tanto había trabajado el técnico leonés a lo largo de toda la semana.

En dichos entrenamientos, el preparador albiazul había insistido de manera especial con varios ejercicios centrados en la figura de un Jules Pardo que tuvo la oportunidad de debutar con la camiseta del Alavés al lado de su casa, Hendaia. Con sus 190 centímetros, el centrocampista francés fue la torre del equipo sobre el terreno de juego a la hora de destruir el juego ofensivo del Real Unión y también como pieza fundamental en unas jugadas de estrategia en la que los alavesistas sacaron rendimiento a su estatura.

Porque Tomé echó mano, en un terreno de juego de dimensiones sensiblemente reducidas, de todos los centímetros que tenía disponibles. Sólo dos jugadores del once titular, Calderón y Óscar Rico, se encuentran por debajo del 1,80. Así, la batalla del juego aéreo, estilo en el que se desarrolló principalmente la primera parte, se desequilibró en favor de un Alavés sobrado de torres.

Esta superioridad física fue una ventaja a la hora de destruir, pero, sobre todo, fue el factor fundamental a través del cual se comenzó a forjar la victoria albiazul. La habilidad de Asier Salcedo a la hora de botar las jugadas de estrategia se unió a la presencia de muchos potenciales rematadores dentro del área de un conjunto irundarra que se veía desbordado por semejante despliegue físico.

No funcionaron las defensas de antiaéreos del equipo de Álvaro Cervera y el Alavés lo supo aprovechar a la perfección. Primero fue Jito el que marcó de cabeza y, posteriormente, fue Jules Pardo el que escenificó la importancia de los centímetros en algunas ocasiones.

El interminable centrocampista galo ni siquiera necesitó saltar para peinar ligeramente el balón que acabaría convirtiéndose en el segundo gol vitoriano y, posteriormente Jito y Esparza tuvieron la oportunidad de remachar el partido con nuevos cabezazos que superaron a la defensa del cuadro txuribeltz.

Eso sí, el más pequeño, Calderón, con sus 170 centímetros, demostró que no todo es altura con un gol de antología para guardar en vídeo.