Vitoria. Por si la situación económica del Deportivo Alavés no fuera ya suficientemente delicada, un nuevo nubarrón podría cernirse sobre ella de manera más que peligrosa. Y es que, según ha podido saber DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, todo apunta a que la descomunal deuda de la entidad albiazul no dejó de crecer cuando el club se acogió a la Ley Concursal en el verano de 2007. Al menos, eso es lo que sospechan sus actuales rectores que, ante los indicios que apuntan a que el agujero continuó aumentando hasta su entrada a los despachos hace unos meses, han encargado una auditoría de cuentas. Con este estudio, que revisará todos los números desde julio de 2007 hasta marzo de 2010, esperan tener un conocimiento exacto y exhaustivo de una deuda que, a tenor de las primeras estimaciones que han realizado, consideran que podría aproximarse nada más y nada menos que a los dos millones de euros.
Esta importantísima cantidad no se encuentra recogida dentro del convenio de acreedores -que tras su aprobación redujo el pasivo albiazul de 25 millones a la mitad permitiendo abonarlo en cinco años-, por lo que tampoco puede beneficiarse de las condiciones especiales que se aprobaron en ese acuerdo. Se trata, por lo tanto, de nueva deuda que hay que asumir en su totalidad y a la que, considerando los famélicos ingresos que reporta una categoría como la Segunda División B y los ineludibles compromisos de pago que ya tiene por delante la entidad del Paseo de Cervantes, no resultará en absoluto sencillo poder hacer frente.
De esta manera, siempre que la auditoría de cuentas confirme estos preocupantes datos que se manejan en las oficinas albiazules, el consejo de administración que preside Alfredo Ruiz de Gauna -o el que le tome el relevo si se produce un cambio de poder como consecuencia de la más que previsible e inminente nueva ampliación de capital- estará obligado a lidiar con una doble carga heredada de sus predecesores. Por un lado, la generada -y conocida- por Dmitry Piterman durante su trienio negro al frente del club y, por otro, la más sorprendente producida bajo la gestión de Fernando Ortiz de Zárate.
Conocido por la Diputación Esta situación podría explicar igualmente la insistencia mostrada durante los últimos meses por la Diputación Foral de Álava a la hora de reclamar que, únicamente con una capitalización de 3,2 millones de euros, el futuro y la viabilidad del Glorioso estarían mínimamente garantizados.
Todo apunta a que este nuevo roto en la economía albiazul no es en absoluto desconocido en el Palacio de la Provincia y, de hecho, sus veladas advertencias durante la etapa de Ortiz de Zárate al frente del club resultan en estos momentos mucho más evidentes a la luz de los datos que se acaban de revelar.
Lo que no parece tan justificable es cómo, después de todo lo que se había vivido, padecido y, teóricamente, aprendido durante los tres años en los que Piterman mangoneó a su antojo en el Alavés, el club continuó viviendo claramente por encima de sus posibilidades hasta volver a generar una deuda de tamaño calibre.
Sea quien sea quien finalmente lleve las riendas del Glorioso en el futuro a corto y medio plazo, se topará con una complicada y exigente empresa por delante. Y es que transformar los números rojos que desgraciadamente se han convertido en seña de identidad característica de la entidad del Paseo de Cervantes en las ansiadas cifras de tonalidad negra se antoja un desafío de proporciones mayúsculas. Únicamente con una gestión controlada al máximo en la que los excesos desaparezcan definitivamente y con la indispensable dosis de fortuna en el ámbito deportivo parece posible que el Deportivo Alavés pueda comenzar a asemejarse de nuevo al club modélico -tanto en lo económico como en lo futbolístico- que fue hace todavía no demasiados años.