Vitoria. Tras haber dejado pasar una ocasión de oro el pasado miércoles ante el Palencia, el Deportivo Alavés afronta hoy la visita a la Ponferradina con la vista fijada en el doble objetivo que se ha marcado en este tramo final de temporada. El primero, e ineludible, sellar cuanto antes su billete para la disputa del play off de ascenso. El segundo, una vez asegurado el primero, intentar asaltar el segundo puesto del grupo para afrontar dichas eliminatorias con algo más de ventaja que si la clasificación se lograse en la tercera o la cuarta plaza, donde el regreso a Segunda sería un camino aún más espinoso de lo que ya es de por sí.
Los dos puntos que se escaparon por el sumidero en la jornada del miércoles habrían supuesto un gigantesco paso adelante para un Alavés que, después de mucho penar a lo largo de la presente temporada, habría alcanzado el tramo decisivo de la misma con un bonito colchón que le hubiese permitido arriesgar en sus siguientes compromisos. El empate, no del todo malo ante un rival directo, vuelve a colocar a los pupilos de Iñaki Ocenda en un trance de máxima exigencia en el lugar menos indicado, aunque, eso sí, con la pequeña seguridad de que ni aún en el peor de los casos se puede abandonar la zona de play off este fin de semana, aunque las distancias pueden quedar reducidas a la mínima expresión si todo sale mal.
Así, con ese pequeño margen, el conjunto albiazul no debería dudar en apostar por el riesgo en su visita a una Ponferradina que, tras haberse asegurado matemáticamente el liderato del Grupo I, puede caer en un ligero estado de relajación.
Dice siempre Ocenda en sus discursos que puntuar siempre es bueno, pero puede ser el de esta tarde en El Toralín el partido ideal para salir a tumba abierta en busca de una victoria que, además de tres puntos vitales, supondrían un mazazo anímico de dimensiones considerables para todos los rivales. Si se consigue este triunfo, la clasificación para el play off, salvo debacle, sería casi un hecho y la amenaza sobre el segundo puesto se incrementaría.
El gran premio y el colchón que existe para que el tropiezo no sea una debacle son los dos puntos que invitan a apostar por ciertos riesgos, aunque, al final, será el devenir del partido y del resto de compromisos de los rivales directos los que marquen si el resultado es positivo.
Afronta el Alavés este compromiso con una baja de importancia, la de Ander Alaña, que obligará a Iñaki Ocenda a consultar mucho con la almohada cuál puede ser la mejor solución en la búsqueda de la victoria porque la ausencia del bilbaíno deja huérfano el centro del campo.
Sin Alaña se verá Ocenda obligado a retocar nombres o, incluso, sistema de juego. La opción de la continuidad en el 4-2-3-1 la constituye un Dani Bouzas que no es tan potente defensivamente como el vizcaíno, mientras que la versión más arriesgada podría conducir a apostar por un cambio táctico y una recomposición hacia el 4-1-4-1 que el técnico vitoriano también ha utilizado en algunas ocasiones.
En esta segunda configuración, la duda radicaría en la identidad del acompañante de Joseba Arriaga en la mediapunta, ya que la presencia de Geni arriba y de Óscar Rico en la izquierda parece asegurada. El propio Bouzas, un emergente Diego Segura o un Igor Martínez que rinde mucho más por detrás del delantero son las posibilidades que maneja Ocenda.