AL igual que en esas atracciones que salpican los parques temáticos repartidos por todo el mundo y en las que, por su intensidad o peligrosidad, se advierte a los usuarios de que no están recomendadas para aquellas personas que padecen del corazón por cuanto podrían depararles alguna sorpresa desagradable, el Deportivo Alavés debería sopesar también la posibilidad de incluir en sus entradas una leyenda en la que se advirtiera de que acudir como espectador a uno de sus compromisos no es apto para cardiacos.
Y es que el combinado albiazul, que desde que vivió el relevo técnico no para de ofrecer alegrías a sus aficionados en forma de triunfos, se ha convertido también en un auténtico especialista en repartir importantes dosis de sufrimiento entre sus más fieles. El motivo no es otro que los discípulos de Iñaki Ocenda se han acostumbrado a hacer esperar mucho más de lo deseado sus satisfacciones. El último ejemplo de ello se produjo ayer mismo, cuando el Sestao consiguió cortocircuitar el juego albiazul durante prácticamente todo el encuentro y no fue hasta el minuto 81 de la contienda cuando, como consecuencia de una jugada embarullada dentro del área vizcaína, Joseba Arriaga logró por fin desnivelar el marcador. Fue la espoleta para que, ya en el descuento, Igor Martínez cerrara el choque con el segundo tanto vitoriano que devolvió la tranquilidad a los aficionados que poblaban las gradas del Paseo de Cervantes.
Inicio de la remontada En cualquier caso, el guión de esta película ya lo recitan prácticamente de memoria todos los seguidores albiazules. A fuerza de repetirlo una semana sí y otra también, los jugadores vitorianos van a terminar siendo catalogados como los reyes del suspense y pueden terminar quitándole el sitio incluso al mítico Alfred Hitchcock. Así, hace siete días en Lezama, Óscar Rico y Arriaga descorcharon la euforia permitiendo con sus goles en el descuento frente al Bilbao Athletic que El Glorioso recuperara después de innumerables penurias un puesto entre los cuatro primeros clasificados.
Pero es que la etapa de Iñaki Ocenda al frente del banquillo vitoriano parece destinada desde su inicio a estar marcada por la alegría y el sufrimiento a partes iguales. Porque, después de sendos empates frente al Guijuelo y el Zamora, el inicio de la espectacular remontada en la tabla clasificatoria que está firmando el combinado albiazul se produjo con un agónico gol de Dani Bouzas en el descuento frente al Racing de Ferrol. Directo al corazón.