los tres últimos compromisos disputados en Mendizorroza, todos ellos finalizados con tristes empates en el marcador, habían ido echando paladas de tierra sobre el cadáver deportivo de Javier Pereira, amparado sólo por una falta de liquidez que imposibilitaba hacer frente a su destitución, pero en León le quedaba la oportunidad de gracia para tener la ocasión de seguir intentado perseguir el objetivo con el que llegó al Deportivo Alavés y en el que difícilmente se puede creer en estos momentos. La derrota contra la Cultural ha supuesto el epitafio de un técnico que, por el bien del alavesismo, no puede aparecer el próximo domingo en Mendizorroza.
Lo que comenzó como un ilusionante proyecto que podía servir al alavesismo para regenerar el optimismo perdido a lo largo de unas temporadas últimas nefastas ha acabado convirtiéndose en un auténtico calvario que apenas ha deparado momentos alegres.
Los buenos resultados, que no juego, marcaron las primeras jornadas de competición para un Alavés que consiguió encaramarse en el liderato del grupo gracias a su buen arranque liguero. Con una efectividad máxima, el equipo de Pereira demostró tener una tremenda pegada sustentada además por una seriedad defensiva inesperada.
Tras firmar cuatro victorias y dos empates en las seis primeras jornadas, en la visita al Racing de Ferrol marcó un cambio de trayectoria que nadie podía esperar que terminase de manera tan lamentable. A partir de ese partido en A Malata, al que el cuadro vitoriano llegó con catorce puntos en su casillero, sólo han llegado otras cuatro victorias en diecisiete apariciones, lo que ha servido para sumar 33 puntos y ocupar la séptima plaza del Grupo I.
La fortaleza del equipo en Mendizorroza permitió a Pereira seguir firme en su discurso aunque el juego no mejorase, pero la derrota en el estadio del Paseo de Cervantes contra el Eibar fue el comienzo del declive definitivo. Dos victorias consecutivas ante Bilbao Athletic y Sestao River hicieron reverdecer las esperanzas, pero el bochornoso espectáculo protagonizado contra el Mirandés fue el mazazo, prácticamente definitivo, del que el equipo no ha conseguido recuperarse.
A partir de esa derrota, y hasta ayer, no se había vuelto a perder, pero esa racha de siete partidos consecutivos se saldó con sólo nueve puntos en el casillero. Los tres últimos empates consecutivos en Mendizorroza supusieron la sentencia definitiva para una afición cansada de sufrir. La derrota en León certifica el adiós de Pereira.