Dos de los componentes del Mirandés conocen de primera mano el otro lado de la trinchera. Su aprendizaje futbolístico se generó en Ibaia, a unos 25 kilómetros de su nuevo destino. Allí digirieron uno de los lemas del Alavés: "El trabajo es la clave del éxito". Y como otros muchos canteranos buscaron lejos del equipo de su tierra un hueco en el fútbol profesional. Tanto Sergio Gámiz como Rubén Royo han crecido comprobando los éxitos del Glorioso y son testigos directos de la caída en picado en el último lustro. No esconden que les duele la situación actual del equipo vitoriano. No dudan, sin embargo, que el cuadro burgalés intentará en Mendizorroza ponérselo difícil al máximo favorito de la categoría.
Rubén Royo debutó con el Alavés de Josu Uribe en Segunda División una víspera del día de Reyes. "Fue contra el Racing de Ferrol y algo genial. Luego, me lesioné. Pero no se me olvidará nunca", avanza.
Junto a Igor Martínez se convertía en aquel entonces en una de las perlas de Ibaia. Pero mientras que el delantero firmaba un contrato profesional en el equipo del Paseo de Cervantes, el centrocampista recalaba en el Écija de Segunda B para curtirse en la categoría de bronce.
Hace unos meses peleaba por un hueco en este reconstruido Alavés con Jonathan Reguero. Pero, a mediados de agosto, Javier Pereira prescindió de sus servicios y apostó por el joven ariete. En ruta por la A-1, este joven navarro encontró acomodo. Ahora pelea por convencer a su nuevo mister, Julio Bañuelos, de que está preparado para comerse el mundo. Y no le duelen prendas en colocar en su porra una derrota albiazul para este domingo. "Personalmente me gustaría jugar más. No he tenido muchos minutos. Pero el equipo está en buena línea, no ha perdido en las últimas siete jornadas ligueras y es difícil entrar. Apostaría por un 1-2 en Mendizorroza", advierte.
Y es que el cuadro de Anduva tiene pilares firmes para dar guerra. "Tenemos una afición impresionante. Son muy fieles y se desplazan para animar a su equipo en los buenos y los malos momentos. Nos sentimos muy arropados", elogia. El equipo trabaja a tope con los medios a su disposición. "Aquí el baño y masaje es llenar una bañera con hielo un día a la semana", reconoce. Y, sobre todo, este Mirandés parte sin presión cada vez que se cruza con un gallito. "No va a ser un partido para esconderse. Esta es de esas salidas en las que no hay nada que perder y sí mucho que ganar. Si defendemos bien y les sorprendemos a la contra...", indica.
Porque Royo ha visto al Alavés dos veces esta temporada. Y en las dos ha pinchado el anfitrión. "Fui a Mendizorroza el día del Palencia, en Copa, y el derbi ante el Eibar", revela al mismo tiempo que señala que quizá su racha siga este domingo.
Sergio Gámiz, el otro alavés en el equipo de Anduva, coincide en que el Mirandés se encuentra "en racha" y "en su mejor momento" de juego. Y no descarta que se pueda gestar una hazaña en Mendizorroza. Aún guarda en su memoria noches épicas en las que el Alavés se colocaba bajo los focos. "Yo era recogepelotas en la época de Feijóo y Portela cuando se vivía la decepción de los play off de ascenso", evoca. Luego, se entrenó en el primer equipo con futbolistas de la talla de "Desio o Pablo Gómez, con los que aprendí muchísimo".
Siempre le quedó clavada una espina por no haber vestido la camiseta albiazul con el primer equipo. Ahora se lamenta porque una inoportuna lesión acaecida en el entrenamiento del pasado lunes le va a dejar en la grada. No obstante, reconoce que en sus sentimientos por el club vitoriano no hay rencores. "Me hubiera gustado formar parte del equipo pero, por cosas del fútbol, nunca se dio esa oportunidad. Soy consciente y siempre lo digo que buena parte de lo que he conseguido en el mundo del fútbol se lo tengo que agradecer al Alavés, a mis inicios allí", admite.
relación Los lazos familiares, además, le tiran. "Tengo amigos en la Montaña que son del Alavés a muerte. Aunque yo juegue ahora en el Mirandés ya me han dicho que animarán a su equipo. Y no les voy a convencer de lo contrario. Pero también uno de mis primos, Borja, trabaja en el club y, desde luego, en ese caso, no le voy a pedir que se decante. Ya está más que claro", asume.
Su vinculación es tan firme que Gámiz sostiene que sigue de cerca los vericuetos extradeportivos del club albiazul. "Estoy al día y creo que no se merece estar en esta categoría. Pero todos tenemos que ser conscientes, por lo vivido en los últimos años, que la llegada de un señor como Piterman se produjo por la indiferencia de muchos aficionados en su día. No puede ser que cualquiera crea que entra en el fútbol y compra una fábrica de hacer dinero y se dejen de lado los sentimientos de un club con tanta historia", subraya.
Su guerra, en cualquier caso, es ahora lograr la permanencia con el Mirandés. "Tenemos una afición admirable y se va a notar en Vitoria. Somos un bloque humilde, que sabe lo que tiene entre manos y que mantiene los pies en el suelo", concluye.