Fomentar la participación activa de las familias en los cuidados de los residentes de los centros geriátricos forales de Álava está logrando "resultados muy buenos" y mejoras considerables en el bienestar, tanto de los propios usuarios como de los profesionales sociosanitarios que les atienden, así como en sus propios parientes.

Así se desprende de los datos y testimonios aportados este jueves en la presentación de los resultados del proyecto Gizarea, nuevo modelo en la que la atención se centra en las relaciones personales (ACR), que el Departamento de Políticas Sociales ha llevado a cabo mediante un plan piloto en la residencia de psicogeriatría de Lakua.

El diputado de Políticas Sociales, Emilio Sola, ha explicado que el modelo de atención Gizarea "va más allá de la atención centrada en la persona" para ampliar los cuidados y tejer redes en las relaciones entre profesionales, familiares y residentes. Básicamente, busca la implicación de los familiares a la hora de cuidar a sus mayores en las residencias, y este acercamiento redunda positivamente en el estado de los pacientes.

"Un cambio de paradigma conceptual y cultural" que la Diputación ha experimentado primero en uno de los dos módulos del centro de Lakua en el que residen 23 personas mayores con una media de 85 años y un perfil psicogeriátrico con elevados índices de dependencia, fragilidad avanzada y demencia grave. En esta primera fase, el programa se ha dirigido a personas "que no pueden expresar sus deseos ni necesidades", pero, a partir de otoño, seguirá su expansión por otras residencias forales, dentro del cambio en el modelo asistencial que la Diputación está llevando a cabo.

Reducción de psicofármacos

En el caso de la residencia de Lakua, que sus familiares se encarguen de sus cuidados y compartan más tiempo con sus usuarios, ha logrado avances significativos en la salud de los residentes. Se trata de personas que están en una "situación final de la vida" con una fragilidad avanzada y un alto riesgo de mortalidad.

La mayor implicación de sus familias en su día a día ha conllevado que el 54% de las personas haya reducido o suprimido los psicofármacos. Un absoluto éxito, ya que como ha explicado el director foral de Innovación, Sistemas de Gestión y Evaluación, Iñaki Artaza, son medicamentos que se utilizan para tratar "la depresión, ansiedad, el insomnio o la agresividad" del paciente.

Esto indica claramente una mejoría en el estado de salud de estas personas mayores que acarrea que el pronóstico de fragilidad, que mide el pronóstico de vida, también mejore. Así, los residentes han pasado de una fragilidad avanzada, con "un porcentaje entre el 80 y 85% de mortalidad" a una moderada "entorno al 60% de mortalidad" Cinco puntos menos de reducción de mortalidad experimentados en los nueve meses de experiencia piloto.

Menos estrés laboral

El cambio de modelo a priori parece muy simple, pero en realidad es "complejo" al variar el funcionamiento hasta ahora existente en el ámbito residencial. Para empezar, el personal sociosanitario y las familias recibieron formación conjunta. Un aspecto "innovador" que consiguió fomentar y mejorar las relaciones entre ellos, haciéndolas "mucho más cercanas, afectivas y empáticas".

En este sentido, Marta Cerezo, enfermera de la residencia de Lakua, ha destacado la importancia de ponerse "en el lugar del otro" y "trabajar en equipo las tres puntas del triángulo". usuarios, profesionales y familiares. "Creas relaciones más estrechas con las familias, intercambias puntos de vista y mejora las relaciones laborales".

No en vano, tras la implantación del nuevo modelo, el índice de estrés laboral en la residencia ha caído 12 puntos porcentuales, de 63,5 a 51,2%; mientras que el índice de presión laboral también ha descendido en 13 puntos, de 58,7 al 45,6%.

Otros datos destacables de la encuesta realizada al personal sociosanitario de Lakua, revelan una mejoría del bienestar emocional de sus trabajadores, así como un mayor grado de compromiso con su trabajo y el significado del mismo.

Presencia de las familias

El modelo cambia el rol que las familias habían tenido hasta ahora como meros visitantes de sus personas mayores. Ahora, el familiar, si lo desea, "participa activamente de la acogida" en el centro, "puede quedarse a dar de comer" a su familiar residente o "encargarse de su higiene", entre otros ejemplos.

Rocío Martínez, es familiar de un usuario de la residencia foral de Lakua que ha expuesto que el proyecto ha sido "precioso y complicado" a la vez. "Ahora las cosas van mucho mejor. No solo en los residentes, sino en la relación entre el personal y los familiares". "Somos personas que cuidan a personas y hay que cuidar al cuidador", ha manifestado.

Con la participación familiar disminuyen sus emociones negativas y "cae la sensación de soledad". "Ya no es solo visitarles y salir de la habitación cuando vienen a realizarles los cuidados, sino participar activamente de ellos y facilitar el conocimiento entre profesionales y familiares".

Extensión del modelo

El objetivo es ir extendiendo este modelo de cuidados a toda la red foral asistencial de Álava. Por el momento se hará de forma paulatina y en los próximos meses se aplicará al segundo módulo de la propia residencia de Lakua. Posteriormente, se trasladará a las residencias Etxebidea, para personas con discapacidad intelectual severa, y Ajuria, para personas mayores, donde, por su condición y estado de salud, ya se incorporará a los propios residentes al proyecto.

La futura residencia Arabarren aplicará también este modelo que no se circunscribe al ámbito público, ya que el centro privado de Murgia, la Purísima Concepción, recibirá formación sobre Gizarea.