- La reciente festividad de San Prudencio difícilmente se borrará de la memoria de varios centenares de vitorianos. Y es que a la dolorosa obligación de tener que renunciar a la tradicional celebración del día del patrón por fuerza mayor se ha unido la recepción de una inesperada noticia que ha echado por tierra todo su esfuerzo de los últimos meses. Se trata, en concreto, del numeroso colectivo que cada año toma parte en los cursos de Euskera para padres que organiza el Ayuntamiento de Vitoria en colaboración con las diferentes redes de euskaltegis.
Al igual que ha sucedido con el resto de actividades educativas, las clases presenciales de este programa están suspendidas desde mediados del pasado mes de marzo, cuando la explosión de la crisis del coronavirus obligó a adoptar las primeras medidas drásticas. No obstante desde ese momento los diferentes grupos -que abarcan desde los niveles más elementales a perfiles altos- mantuvieron su actividad a través de la conexión telemática. Alumnos e irakasles, por lo tanto, se adaptaron a las circunstancias pasándose al teletrabajo para, de esta manera, avanzar con el contenido previsto para cada nivel.
Sin embargo durante los últimos días, coincidiendo en muchos casos con el puente, esta nueva normalidad se ha visto bruscamente alterada por una información que ha supuesto un auténtico mazazo para personas que en muchos casos se ven obligadas a exprimir hasta lo imposible sus horarios para poder continuar con el aprendizaje del euskera. Y es que el servicio de Euskera del Ayuntamiento ha decidido suspender lo que resta de curso y anular cualquier tipo de evaluación del conocimiento adquirido por los alumnos. Lo que, en otras palabras, se traduce en la imposibilidad de avanzar de nivel pese a haber completado ya más de las tres cuartas partes del ejercicio actual y existir la opción de continuar con el calendario lectivo previsto hasta el final. A cambio, eso sí, se compromete a reservar la plaza a todos los alumnos en el mismo curso -repitiendo lo ya estudiado- para la campaña que arrancará el próximo mes de octubre y a la devolución de la parte proporcional del importe de la matrícula por el tiempo que finalmente no habrá clases. Una decisión que ha levantado ampollas entre los centenares de afectados.
"Según el calendario inicial el curso acababa la primera semana de junio, por lo que toman esta medida cuando solo falta un mes para completarlo. Hasta ahora hemos estado recibiendo las clases y completando los mismos trabajos que si no se hubiera interrumpido la asistencia presencial y, de repente, se impide a los profesores evaluarnos y se nos obliga a repetir curso con todo lo que ello implica. Es algo totalmente injusto, sobre todo teniendo en cuenta que en todo el ámbito educativo se está haciendo lo imposible por que una situación tan extraordinaria como la que desgraciadamente ha generado el covid-19 no suponga un retraso ni mucho menos una parada para el avance en el proceso de aprendizaje. En nuestro caso se nos obliga volver a dedicar otro año a un curso que ya hemos realizado y ni siquiera se tiene en cuenta la posibilidad de recurrir a la evaluación continúa o realizar un examen", lamenta Elena, una de los muchos alumnos que han trasladado su queja al Ayuntamiento.
Una reclamación que, al igual que el resto, ha recibido una respuesta contundente por parte del Consistorio. El responsable último de estos cursos entiende que el contrato de adjudicación de los mismos no recoge la posibilidad de impartirlos telemáticamente, sino únicamente de manera presencial. Por ello, considera que los alumnos no reciben sus clases desde mediados de marzo, cuando comunicó a los euskaltegis una primera suspensión temporal de las mismas de dos semanas.
Ahora, ante la evidencia de que resultará imposible retomarlas con normalidad, ha dado traslado de su nueva decisión a los adjudicatarios de la contrata, a los que anuncia la ruptura del vínculo al no poder mantenerse las condiciones pactadas y no haber tiempo para ejecutar una nueva licitación. En cuanto al hecho de no evaluar los conocimientos adquiridos por los estudiantes, se escuda en que solo se han impartido "aproximadamente dos tercios de las clases previstas". Además, justifica su decisión de reservar plaza a los alumnos en el mismo nivel para el próximo curso en que "desde el 10 de marzo hasta que puedan reanudarse las clases va a transcurrir más de medio año", lo que puede originar una pérdida de conocimientos.
Además de a los afectados en primera persona, estas medidas tampoco convencen a los propios euskaltegis, que apuestan por mantener la evaluación con los criterios habituales y han tratado, sin éxito, de convencer al Ayuntamiento de ello. De hecho, viven una sorprendente paradoja puesto que en los cursos propios que imparten -que no dependen por lo tanto del Consistorio- sí se mantienen las pruebas de evaluación y aquellos que las superen podrán pasar de nivel con normalidad.
Algo que en el caso de los alumnos de Euskera para padres únicamente sería posible si en el inicio de la próxima campaña -en octubre- se someten al examen de nivel que el Ayuntamiento establece para quienes se inscriben por primera vez en esta actividad. "Se nos deja como los patitos feos de la comunidad educativa. Al Ayuntamiento se le llena la boca cuando habla de fomentar el euskera pero, a la hora de la verdad, nos deja tirados", critica Imanol, otro de los que se verá obligado a repetir curso como consecuencia de la decisión adoptada por el Ayuntamiento.
Mismo criterio. Los alumnos de los cursos de euskera para padres organizados por el Ayuntamiento de Vitoria y que el Consistorio oferta anualmente dentro de su amplio catálogo de actividades (en este caso incluidos en las iniciativas de promoción del idioma) no son los únicos que se han encontrado con la desagradable sorpresa de ver cómo su esfuerzo de los últimos meses no servía para nada. Y es que el Gobierno Vasco ha mantenido un criterio similar al de la institución gasteiztarra en relación a los cursos que ofrece a sus funcionarios a través del IVAP. Al igual que ha sucedido en el caso de la formación enfocada a los progenitores, el Ejecutivo ha trasladado a los responsables de los euskaltegis que enseñan euskera a los trabajadores públicos la suspensión del contrato para esta actividad y, en consecuencia, de las clases y la posible evaluación de las mismas. Una medida que podría afectar a cerca de doscientas personas en Álava.