desde hace unos ochenta años, el 8 de diciembre es el Día del seminario en las diócesis vascas. Una tradición asentada, pero que en los últimos años tenía poco o nada que celebrar. Este año, sin embargo, la Diócesis de Vitoria lo hace con gozo, ya que son 16 las nuevas vocaciones que se preparan en el Seminario: Seis corresponden al Seminario diocesano conciliar, el de toda la vida, y diez más al del Seminario diocesano del Redentoris mater, un proyecto liderado por el movimiento neocatecumenal y que tiene ya presencia en muchas diócesis de España y el mundo.
En su carta de adviento, el obispo de Vitoria se dirige a los jóvenes con una llamada directa y clara: “Te necesito para presidir y cuidar nuestras comunidades cristianas. Te necesito para educar a nuestros niños y para acompañar a nuestros jóvenes. Te necesito para animar y sostener a nuestras familias y a nuestros mayores. Te necesito para ayudar a la gente más vulnerable y necesitada. Te necesito para rejuvenecer el presbiterio. Te necesito para tender puentes en esta sociedad nuestra fragmentada y convulsa. Te lo digo en el nombre del Señor, porque es el Señor el que verdaderamente te necesita. La Diócesis de Vitoria te necesita con extrema urgencia”.
Pero ¿qué le pide la gente a un sacerdote de este siglo XXI? En un pequeño sondeo realizado recientemente, se recogieron las siguientes demandas: “En estos tiempos en los que muchos sacerdotes y comunidades están vencidas por el desánimo, pido sacerdotes optimistas y con ímpetu para tirar de la comunidad. Pido sacerdotes que sepan leer con compasión las necesidades de cada persona que se les acerca, especialmente de los más necesitados. Pido sacerdotes que sepan ayudarnos a vivir la experiencia de Dios. Que no sean funcionarios de las celebraciones sino que hagan que nuestros corazones ardan al sentir a Dios”. Para algunos, un cura del siglo XXI debería ser una persona “comprometida con los problemas actuales, Derechos Humanos, inmigración, medio ambiente”, que refleje “una iglesia tecnológica, abierta de mente, moderna en las formas, flexible y que sepa enamorar a profesionales (vocaciones) y a clientes (feligreses)”. Y bastantes voces más les piden, junto a las anteriores, “ganas de trabajar en equipo, cercanía, coherencia y alegría”.
Con todas estas aportaciones, este periódico ha hablado con seminaristas de los dos grupos, el Diocesano y el Redentoris mater. Como son Iñaki, Antonio José y Xabi, del primero de estos grupos. Antonio José reconoce que “es un planteamiento amplio y abarca todos los extremos. Sí que el análisis que se hace es importante. Me reconozco sobre todo en lo que la Iglesia reconoce como santidad. El carácter apostólico y misionero. Para vivir la perfección evangélica hay que vivir en los tiempos que te tocan.”
Xabi, el benjamín del grupo añade: “Esos son los objetivos a los que hay que llegar. Pero lo importante es que el centro de nuestra vida sea Cristo. Un cura que en su vida sea Cristo el centro de su vida es un buen cura”.
Iñaki también se reconoce en esas demandas, y apunta a su experiencia en la Unidad pastoral de Sansomendi y el proyecto Betania donde se lleva a cabo la atención a personas en riesgo de exclusión social.
ligados a la diócesis de vitoria El encuentro con los seminaristas del Redentoris mater es diferente, están todos y se produce en torno a la mesa. De la conversación se desprende que no tiene cabida en su planteamiento responder o no al perfil de sacerdote que la comunidad diocesana pueda demandar. Ellos se saben bien formados y en un modelo sacerdotal bendecido, no solo por el obispo, sino por el camino neocatecumenal.
Las comunidades del Camino son su referencia primera, en cuanto a su modelo de sacerdote. Ahora bien, ellos hicieron un compromiso de ir allí donde les enviaran, y son conscientes de que su vida está ligada ahora a la Diócesis de Vitoria.