araia - Los pueblos de la Llanada, y especialmente sus gentes, imprimieron ayer su particular sello de identidad con la celebración de la sexta edición del Lautada Eguna. Araia se convirtió por unas horas en el escaparate de los productores locales, artesanos y artistas de la Llanada Oriental y sus productos.
Los representantes municipales y forales fueron los encargados de inaugurar una jornada plagada de actos. a las 10.30 horas. Txelo Auzmendi, alcaldesa de Asparrena, invitó a los presentes a disfrutar de la jornada y el entorno de la localidad y de sus atractivos. Animó a los presentes a “seguir viviendo en los pueblos porque somos una parte muy importante del equilibrio territorial” y mostró su malestar por el proyecto del tren de alta velocidad (TAV) a su paso por la Lautada. “Lo sentimos como una amenaza. No va acorde con lo que estamos tratando de sacar adelante con este desarrollo rural”. Y animó a todos a “seguir haciendo Lautada”.
Rubén Ruiz de Eguino, presidente de la Cuadrilla de Lautada, señaló que con esta cita se pretende “poner en valor la cohesión comarcal, el trabajar y poner medidas para evitar el despoblamiento e impulsar el desarrollo de un sector primario joven e innovador y un turismo diferenciado”.
El frontón de Araia, frente a la iglesia de San Pedro, se convirtió durante la mañana en un magnífico escaparate para productores, artesanos y artistas de la Llanada Alavesa. Las joyas gastronómicas y la artesanía local fueron protagonistas del evento, organizado por la Asociación de desarrollo rural de la Llanada Alavesa para poner en valor los aspectos culturales y sociales de la zona.
Guarecidos bajo el soportal y una carpa, más de una docena de puestos ponían sobre la mesa los mejores productos de una comarca englobada por los ayuntamientos de Agurain, Dulantzi, Asparrena, Zalduondo, Barrundia, Elburgo, San Millán e Iruraiz Gauna, que a lo largo de los años han sabido mantener viva la tradición y subirse al carro de la modernidad.
Una año más, las tallas en madera de Benito Ocariz atrajeron la atención de muchos asistentes, que observaban curiosos los relojes, bastones, llaveros o cucharas que el artista autodidacta exponía en su puesto. Por sus manos, los simples palos se convierten en auténticas obras de arte, filigranas que parecen cobrar vida en el impresionante realismo de sus caras.
Las gallinas y sus productos fueron las estrellas del puesto de la granja Arangutxi, mientras que en frente Mónica y su hija despachaban con una sonrisa legumbres como alubias o garbanzos de Heredia. Iratxe, de Agurain, puso una nota de color a la jornada con sus creaciones de vinilo. Cojines, mochilas o bonitas lámparas conformaban su colorido stand. Igual de animado era el puesto de las integrantes de la asociación Argia, de Elburgo, que acudieron a la feria con sus curiosos esponjabones labiales de caléndula o diversas manualidades que realizan a lo largo del año con fines solidarios.
El zumo de manzana y el membrillo del economato de Ozaeta, cajas de madera, jarrones o platos elaborados por Miren (Araia), quesos de Munain o embutidos de Arbulo fueron algunas de las exquisiteces con las que se pudieron aprovisionar los asistentes.
Pero no sólo los puestos consiguieron atraer la atención de los visitantes. El concierto que las cinco corales de la Llanada ofrecieron en la iglesia atrajo a un buen número de personas. Mientras tanto, la sala de concejos sirvió como punto de encuentro para la exposición de las manualidades elaboradas por los vecinos del pueblo y en la casa consistorial la fotografías del entorno y las esculturas reunieron un buen número de visitantes.