Vitoria - Los cinco días en los que más de un centenar de expertos internacionales se han reunido en la capital alavesa con el objetivo de entender cuál es la relación de la naturaleza con los valores para mejorar las políticas públicas no podían haber sido más productivos, según destaca el gasteiztarra Unai Pascual, profesor de Ikerbasque, investigador del Basque Centre for Climate Change (BC3) y encargado de liderar este equipo de científicos. Así, si en mayo el informe que publicaron ya sacó los colores al mundo, al haber denunciado el riesgo de extinción de más de un millón de especies del mundo, el encuentro del IPBES, la plataforma intergubernamental de la biodiversidad y de los sistemas ecosistémicos auspiciada por Naciones Unidas, que ha tenido lugar en el Palacio Europa desde el lunes y hasta el viernes, también va a deparar alguna que otra sorpresa. Pero, eso sí, para conocer las conclusiones de estas sesiones todavía habrá que esperar a 2022, porque las decisiones son confidenciales.

Pero, en cualquier caso, lo que ha quedado claro es que la estancia en Vitoria ha servido para tomar “buena nota” de cómo se puede mejorar el planeta. “El balance es fantástico. Todos hemos cubierto las expectativas que teníamos, en el sentido de que hemos avanzado de manera muy increíble en el trabajo. Son cuatro años que requieren mucha coordinación entre estas cien personas y por eso necesitamos reunirnos una vez al año para poder estar todos juntos”, explica a este diario Pascual.

El haber cumplido todas sus expectativas, como precisa, servirá para situarse otra vez en la parrilla de salida para trabajar en este 2019/2020 con muchas decisiones ya tomadas de forma colectiva y para seguir avanzando. “Nos podíamos haber atascado en temas muy espinosos, pero todo ha salido bien y ha habido muy buen ambiente”, declara.

Ello ha hecho que se hayan podido tomar las decisiones necesarias para el nuevo informe, que tendrá seis capítulos, “y esos objetivos son todos muy complejos” porque, como recuerda, hay muchas perspectivas entre el ser humano y la naturaleza. Y una de ellas es que nos vemos como parte de la naturaleza, pero no nos damos cuenta de que somos una especie más. “Somos una especie dominante y por esa dominancia y por otros intereses, la naturaleza se está degradando estas últimas décadas, debido a una organización social basada en sistemas económicos diferentes en cada país, lo que está teniendo un impacto muy fuerte, pero no solo en la parte que vemos, como el cambio climático. Nosotros estamos diciendo que hay muchos tipos de valores que la sociedad tiene, que algunos están convirtiéndose en muy dominantes a costa de otros”, resalta.

“Múltiples valores” Sin embargo, la sociedad, como subraya, tiene “múltiples valores” en su relación con la naturaleza en términos de cómo ésta importa al ser humano, tanto desde el punto de vista cultural, económico, salud, etcétera. “Pero hay una serie de valores, como los económicos, que están más asociados al funcionamiento del mercado, y que están tendiendo una dominancia que de alguna manera, invisibilizan los otros valores que la sociedad tiene”, ilustra.

Así, esto hace que muchos de los valores que guían nuestro comportamiento hagan más que pensemos como “individuo como consumidor” que como ciudadano. “Lo que está pasando es que hay una serie de valores, que podríamos decir que se están perdiendo. Podríamos decir que están ahí, que están latentes, pero no se están activando. Siempre hemos tenido valores de respeto de la naturaleza. Hay parte de la sociedad que los sigue teniendo, que los sigue activando, y el riesgo es que haya una parte que no llegue a activarlos”, afirma.

Pero no es que tengamos que cambiar valores, “sino activar los que están adormilados, como los de cuidado de la naturaleza”. Y no sólo entre los individuos, sino también en las instituciones para que creen políticas públicas más atrevidas. “Lo complejo es que hay unos valores que se activan antes y otros no tan rápido como nos gustaría”, aclara.