los pensionistas alaveses confiaban tras los comicios generales del pasado 28 de abril en que se abriese la puerta a un futuro “más social, más igualitario y más justo”, pero la falta de acuerdo político en Madrid y la consiguiente repetición electoral han encendido de nuevo todas las alarmas en el colectivo. “Vamos a dar una segunda oportunidad a las fuerzas más reaccionarias, y eso es muy arriesgado”, apunta en este sentido Iñaki Martín, integrante de Pentsionistak Araba, que mira también de reojo a un futuro económico que apunta a una nueva recesión.
Comparten estas preocupaciones Koldo López de Uralde y Jesús Díaz de Durana, igualmente miembros de la plataforma que ha canalizado el malestar y las movilizaciones de los jubilados del territorio, y que junto a Martín se han reunido con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para analizar la incierta situación política y social. La “frustración” ante la posibilidad de que las pequeñas batallas ganadas en esta larga lucha caigan en saco roto se extiende en Pentsionistak Araba, que seguirá saliendo a la calle todos los lunes y tiene también en su agenda una nueva movilización intergeneracional e intersectorial, con un paro parcial de cuatro horas incluido, en fechas cercanas a las elecciones del 10 de noviembre. “No nos queda más camino que seguir presionando”, apunta Díaz de Durana. Aunque parece que comenzó ayer, la lucha de los pensionistas en las calles suma ya cerca de dos años, desde que el gobierno del popular Mariano Rajoy daba sus últimos coletazos.
Mañana, coincidiendo con el Día del Mayor, la plataforma volverá a tomar la plaza Nueva de Gasteiz en defensa de unas prestaciones públicas dignas, en esta ocasión en medio de un ambiente también festivo, como aperitivo para un mes de octubre que se presenta muy ajetreado. De hecho, todos los colectivos de pensionistas de Euskal Herria volverán a juntarse en Vitoria el próximo jueves 3 para valorar los pasos a dar en adelante, incluyendo esa gran protesta de noviembre, con la que el colectivo buscará “subir el listón”, según advierte Martín. “Porque esto no es un problema exclusivo de los pensionistas de ahora”, contextualiza Díaz de Durana. “Lo que queremos es que el propio sistema público de pensiones sobreviva”, añade, por su parte, López de Viñaspre.
Los contactos de cara a esa protesta que se prevé masiva y en todas las principales ciudades vascas se han abierto ya o se van a abrir en adelante a los sindicatos, al movimiento feminista, al juvenil o al sector comercial, sólo por citar unos pocos. Los ánimos, al menos a día de hoy, continúan fuertes entre el colectivo de pensionistas, cuyo poder de convocatoria persiste semana a semana en las movilizaciones que acostumbran a celebrarse en la capital alavesa. “Sólo con la lucha se consiguen cosas”, resume López de Viñaspre mirando también al pasado, a aquellos duros años de la Transición en los que los pensionistas de ahora se acostumbraron a pelear por sus derechos laborales y sus convenios. “Volvemos a estar en una situación de emergencia social ante la que hay que moverse, porque todo puede ir a peor”, añade Díaz de Durana.
rumbo a madrid Al margen de las movilizaciones convocadas en el ámbito más local, decenas de pensionistas vascos, entre los que se encuentra al menos un alavés, emprendieron un largo viaje a pie rumbo a Madrid este pasado lunes con el objetivo de llegar a la capital de España el 15 de octubre y participar un día después en una manifestación frente al Congreso de los Diputados junto a jubilados de todo el Estado, convocados por la Coordinadora estatal de pensionistas (COESPE). “Es evidente que hay que seguir en esta dinámica, porque lo que está en entredicho es el sistema en sí. Y no sólo aquí, sino también en Europa y en el mundo”, apunta por su parte Díaz de Durana, con el foco puesto también en el “impulso” que desde ciertos estamentos se está dando a “instrumentos complementarios” a las pensiones públicas como los fondos privados o las EPSV.
La permanencia de la reforma laboral, que ha permitido que “el capital siga haciendo caja a costa de los trabajadores y sus pensiones”, o las “ínfimas” prestaciones que siguen cobrando amplios sectores, casi siempre integrados por mujeres, siguen copando la preocupación del colectivo.