salinas de añana - Es un pueblo pequeño, pero también el más protegido por normativas para salvaguardar el conjunto del Valle Salado. Esta misma semana se han conocido nuevas ampliaciones que limitan las actuaciones urbanísticas y esa medida le preocupa, y mucho, al alcalde de Salinas de Añana, Juan Carlos Medina, que lo ve como una limitación para el desarrollo de la localidad.
¿Qué opina del blindaje urbanístico para Añana que acaba de consolidar la reforma del decreto de bien cultural?
-El decreto de protección nace antes de la posibilidad de entrar en la lista de patrimonio de Unesco como un elemento de amparo para la zona para lo que luego se va a evaluar, que es el Valle Salado. La ampliación de la protección nos pilló con el paso cambiado porque nosotros somos un pueblo que tenemos una normativa municipal, ya de por sí bastante estricta por las condiciones y la cualidad de contar con un recinto amurallado. Esta normativa ya era bastante fuerte, encorsetada, y el decreto nos vino como un mazazo, porque todavía acotaba mucho más las posibilidades urbanísticas edificatorias del pueblo.
¿Qué han podido hacer durante estos años para superar las dificultades?
-Contra esto, durante este tiempo, de 2011 a fecha de hoy, lo que hemos hecho ha sido tratar de ablandar ese decreto, intentar crear una serie de alegaciones para suavizarlo y lograr un poco más de margen para el Ayuntamiento a la hora de poder edificar, entendiendo que el pueblo tiene unas condiciones urbanísticas x, que son las que son por ser un pueblo amurallado.
Pues desde el Gobierno se han endurecido mucho más las normativas de protección?
-Los primeros en darnos cuenta de que debemos tener cuidado somos nosotros, los vecinos y el Ayuntamiento. Y al final de ese trabajo, entre 2011 y 2019, realizado juntamente con el Gobierno Vasco, nos hemos encontrado con esta noticia, que quiero pensar que no es todo lo que dice la prensa, sino que se atienden las alegaciones que hicimos en su día, pero sí es verdad que nos da un miedo tremendo porque las condiciones ya de por sí eran difíciles y si se endurecen más será más complicado.
¿En qué sentido?
-Hay que tener en cuenta que, como Ayuntamiento, nuestros ingresos provienen por los impuestos de obras. Y me duele decir la palabra impuesto, porque cuando hablamos de impuestos ya estamos haciendo algo mal, porque un pueblo que funciona por impuestos, malo. Pero hay que tener claro que el pueblo tiene que crecer y encima hay demanda de crecimiento. El pueblo tiene el tirón que tiene y no sólo por el aspecto del Valle Salado, sino porque gente salinera se va jubilando y esa etapa de su vida los vecinos quieren pasarla en el pueblo y se encuentran con una serie de problemas urbanísticos para poder edificar en condiciones.
¿Cuál es el problema?
-Pues que ante eso quien tiene que decir primero el no es el Ayuntamiento. Y ¿por qué lo tiene que decir? No porque lo quiera decir, sino porque viene mandado desde normativas supramunicipales de la Diputación y del Gobierno Vasco.
Afortunadamente esa normativa no llegó a afectar a la obra que se realiza por la cofradía de caballeros en la plaza?
-No porque tanto la obra de las piscinas, que es municipal, como la obra de Gatzaga, que es también un restaurante y un hotel encima, ya tienen el visto bueno del departamento de Patrimonio de la Diputación y cumplen la normativa del decreto. Por eso lo hemos podido hacer. Pero ése es solo un proyecto, y hay muchos más en el pueblo. Todo no puede estancarse en un proyecto. Hay muchos más que están en stand by y como Ayuntamiento nos preocupa mucho.
Se piensa en Añana como una extensión de Valle Salado. Pero Añana es mucho más que ese espacio salinero?
-Por supuesto. A lo largo de la historia, cuando el Valle Salado ha funcionado, el pueblo ha funcionado. Y cuando el Valle ha caído en decadencia, el pueblo ha ido detrás. No se puede entender el Valle Salado sin el pueblo y viceversa, el desarrollo y el futuro de ambos. Es algo que yo, como alcalde, y durante los 20 años que llevo en el Ayuntamiento lo he transmitido a las instituciones y en todos los ámbitos a los que he podido acceder -y me está costando un montón, porque todavía hay mucha gente que no lo entiende-. Pero es algo que está muy claro: si el Valle Salado goza de buena salud, el pueblo también la tiene.
Pero la impresión es que el Valle solapa al pueblo?
-Es que es cierto que no vamos a la misma velocidad. Ahora el Valle Salado va a una velocidad superior a la nuestra y como Ayuntamiento da la sensación de que te quedas atrás. Pero tampoco nos importa, porque vamos de la mano. Pero es verdad: hay veces que la gente habla del Valle Salado y se olvida completamente del pueblo y piensas que el pueblo vive en una abundancia como lo que se cree que es el Valle Salado. Y no es así: hay presupuestos diferentes, aunque globalmente, como digo, vamos de la mano.
Ahora que se habla tanto de la España vacía, ¿cómo está Añana?
-Soy el alcalde de Añana, pero también senador en Madrid y una de las decisiones que tomé en la cámara territorial fue entrar en la comisión de Evolución demográfica, entre otras. Quise tomar esa decisión por esa razón porque la evolución demográfica lo que trata es de estudiar y buscar las medidas para frenar el vaciado de los pueblos. Y en nuestro caso no somos ajenos a ello.
¿Cuál es la situación en Añana?
-A día de hoy, en Salinas de Añana, tenemos un censo de 152 personas, somos un ayuntamiento muy pequeño, pero eso no quiere decir que seamos un municipio muerto. Todo lo contrario. Nuestro porcentaje de paro es cero. De hecho, vienen personas de otros pueblos a trabajar al Valle Salado, pero es muy difícil que crezca la población. ¿Por qué? Pues porque es una población mayor y desgraciadamente la gente fallece. Fallecen tantas personas como gente se empadrona. Por eso estamos en el censo que he citado. Pero no es un pueblo muerto y tenemos mucho trabajo por delante: el paro es cero, ahora se ha abierto un restaurante en las salinas, la gestión de ese restaurante ha dado valor y trabajo a personas de la zona, y todo para atraer y que se haga un caldo de cultivo atrayente para que las parejas jóvenes vengan a vivir no solo a Salinas, sino a la zona.
Una de las soluciones que se han señalado desde otras comarcas para frenar la despoblación ha sido la de crear ayudas a la rehabilitación de viviendas en los pueblos. ¿Qué opina?
-Pues que es verdad. Nosotros, en Álava, hemos tenido la suerte de tener una serie de ayudas a la rehabilitación de las viviendas. Eso ocurrió con la sociedad Arabarri, a través de la Diputación, que nació como ayuda a municipios patrimonialmente catalogados. Esa ayuda vino muy, muy bien y se notó. Al principio hubo un montón de miedos, de recelos, porque estas ayudas siempre van condicionadas a una normativa que se imponía desde esa sociedad, pero con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que un montón de habitantes de la villa rehabilitaron sus viviendas apoyándose en estas ayudas.
¿Ésa podría ser la solución?
-Por desgracia esa sociedad se disolvió, pero la verdad es que ese paso se dio y creo que se puede pensar en que este tipo de sociedades pueden incentivar a los municipios más pequeños.
Otro elemento de desarrollo son las ayudas institucionales a través del programa Leader y del Plan Foral. ¿Qué proyectos van a acometer?
-A través de Leader hemos pedido ayuda para poner en valor la bolera municipal, que está en un edificio catalogado. Y con las ayudas del Plan Foral queremos acometer el cierre ya de todo el complejo de las piscinas porque ya se ha hecho el arreglo de vestuarios y baños, un nuevo restaurante y ahora solo nos queda el tema de la depuradora de las piscinas. Con esta ayuda daremos por cerrada esta fase.
Pero no hay todavía solución para un nuevo aparcamiento?
-Eso es algo que nosotros, como Ayuntamiento, hicimos hace ya tres años: un párking para 70 plazas, que es una buena obra, pero insuficiente. El siguiente paso, y tiene una urgencia total, es un nuevo aparcamiento para muchas más plazas, pero ya no puede ser solo un proyecto municipal porque se nos escapa del presupuesto. Tiene que ser una actuación entre la fundación Valle Salado y el Ayuntamiento.
¿Por qué?
-Al fin y al cabo, la demanda de más plazas nos la pide el Valle Salado y, de hecho, es una idea en la que estamos trabajando. Pero no sólo para aparcar, sino un espacio multiusos, una zona de esparcimiento medioambiental, con huertas ecológicas? aprovechar el entorno para dar cabida al parking, que es lo que más urgencia tiene, pero que también sea algo agradable para el medio ambiente.