dulantzi - La localidad agotó ayer su primer envite festivo con la tradicional romería de la virgen de Aiala. Como cada año, dentro del programa festivo, el lunes se celebra la tradicional convivencia en honor a la patrona donde el buen ambiente, las risas y la comida fueron los protagonistas indiscutibles de la fiesta bajo un sol de justicia.

Los dulantziarras se acercaron hasta la ermita o santuario de Nuestra Señora de Ayala, ubicada en el solar abandonado de la que fuera la aldea de Ayala. Se halla en el término municipal de Alegría, atravesando las vías del tren y adentrándose por una pista asfaltada por campos de labor hasta una pequeña loma donde se encuentra un parque-merendero.

Allí, en lo alto se encuentra el santuario donde se veneraba una talla gótica de la virgen y el niño, conocida como virgen de Ayala, Se trata de la habitual imagen de madera de tipo andra mari, tallada en el siglo XIV, donde la virgen María, coronada, aparece sonriente, llevando una flor en la mano derecha y sujetando al niño Jesús con la izquierda. Éste aparece con el libro de la vida y en actitud de bendecir. Actualmente se custodia en la iglesia parroquial de Alegría para evitar un posible robo. Cada año, en el mes de septiembre, cientos de personas se acercan hasta sus inmediaciones para compartir mesa y mantel. Los más pequeños pudieron disfrutar del castillo hinchable, una buena manera de pasar el tiempo, mientras los mayores comenzaban a poner la mesa para la comida. En torno a las 14.00 horas, la labor de aparcar el coche se antojaba complicada en las inmediaciones del recinto.

Cobijadas bajo los árboles, el grupo de mujeres de la asociación de amas de casa comenzó la laboriosa tarea de preparar los pintxos que, posteriormente, repartieron entre los congregados. Chorizo y queso fueron algunos de los ágapes que se llevaron a la boca. Todo ello regado con más de 30 litros de zurracapote. “Está riquísimo”, comenta el joven Javier. Bajo los árboles, los 60 miembros de la asociación de jubilados dieron buena cuenta de las viandas. Y cerca de ellos una familia hacía lo propio con su hamaiketako: patatas, aceitunas, chorizo y pan. “No nos perdemos la romería ningún año”, comentan varios vecinos de Dulantzi.

Cuarta jornada de fiestas. El buen ambiente fue la tónica dominante. No faltaron los juegos de mesa en la sobremesa, el deporte rural y la música en la romería.

Paelleras. Varias cuadrillas de jóvenes prepararon ayer las paelleras en las que desgustar después la comida.

Descanso. La localidad se toma ahora tres días de descanso para retomar sus fiestas con más fuerza si cabe el próximo fin de semana con música, teatro y la tradicional cena del toro, entre otros actos programados.