Vitoria - Es casi imposible resumir todo lo que hace. Alex O’Dogherty es un creador que desarrolla su trabajo por múltiples caminos, aunque el humor es una constante en los proyectos que propone y comparte. Hoy regresa a la capital alavesa, en el último día de La Blanca, para hacerse con el escenario de los Jardines del Obispo Fernández de Piérola (detrás de la Catedral Nueva) a partir de las 19.30 horas.

¿Qué se va a encontrar el público en ‘Cosas de esas’?

-Es un montaje que reúne cosas de todos los espectáculos que he hecho a lo largo de mi vida y cosas nuevas que estoy probando, que me gusta hacer y que no había realizado hasta ahora. Es algo muy diferente a lo que he hecho antes. Siempre he sido una persona muy cuadriculada y me ha gustado hacer espectáculos muy temáticos, por así decirlo. El primero hablaba sobre la risa, el segundo sobre el amor, ahora también tengo otro que trata de las palabras. Y Cosas de esas es una propuesta en la que se junta un poco de todo, donde no hay sólo monólogo sino también canciones y juegos con el público. Es una liada muy divertida, la verdad, aunque parezca que esté mal que yo lo diga (risas).

Le toca actuar en un espacio al aire libre. ¿Eso cambia las cosas, exige estar atento a situaciones diferentes que en una sala?

-Bueno, actuar al aire libre te obliga siempre a estar un poco más atento, lo que pasa en el caso de Vitoria es que cuento con la ventaja de que ya he estado en ese escenario. Es un sitio espectacular porque el silencio que se crea y la atención que pone la gente me dejó sorprendido y encantado. En un contexto así, da igual si estás al aire libre o no. El problema de actuar en la calle es que hay mucha gente, ruidos, los coches que pasan por la carretera... pero en vuestra plaza se creó un silencio y una comunidad que fue un lujazo y espero que se repita.

¿Llegar a una ciudad que está en fiestas, en plena ebullición, ayuda o hay que saber calmar un poco los ánimos?

-Depende de lo que te encuentres (risas). Hay sitios, tampoco lo vamos a ocultar, en los que hay que sacar el capote y torear un poquito. Pero ya te digo que en el caso de Vitoria, si todo va a funcionar esta vez como la otra, encantado. No es como actuar en la calle en pleno San Fermín, que es una locura.

Lo de trabajar en pleno agosto...

-Las vacaciones te las vas buscando como puedes. Este verano en concreto sí que me toca trabajar bastante, pero ha habido otros más relajados, con un par de semanas libres. Lo que pasa es que estos meses también son una buena época para trabajar. Tienes que aprovechar y si te tienes que coger unas vacaciones en abril, aunque quede lejos, pues lo haces.

Siempre ha sido un creador metido en muy diferentes proyectos casi a la vez. ¿Es un impulso natural, es necesario hacer de todo para ganarse la vida...?

-De todo un poco. Hombre, no hay duda de que hay un impulso natural. En la escuela de arte dramático ya hacía música, monólogos, actuaba... Lo que soy ahora se empezó a forjar ahí, teniendo la suerte luego de poder desarrollarlo. Muchas veces es una locura, sí. E incluso algunas me gustaría trabajar en una oficina, pero... es que esto es lo que me gusta, con sus cosas buenas y malas. Al fin y al cabo, es lo que me da la marcha.

No siempre está delante del público. También tiene su papel de creador y director. ¿Cómo se siente en esas facetas?

-Crear es algo muy bonito. Es como tener entre tus manos un teatro de marionetas y tú vas creando lo que dice cada uno, vas inventando y luego es algo maravilloso verlo cuando se convierte en realidad y notas que funciona. Además, una de las cosas buenas que tiene el teatro es que cuando algo no termina de encajar tienes la posibilidad de cambiarlo y mejorarlo. Por ejemplo, con los dos The Hole, eran espectáculos totalmente diferentes cuando empezaron que cuando llevábamos cien funciones.

¿Y cómo es el Alex O’Dogherty músico, más loco quizá?

-(Risas) Creo que es la misma persona, solo que con instrumentos diferentes. Ahora que lo pienso, ya me gustaría poder llevar a la banda al País Vasco, porque de momento creo que no hemos ido ninguna vez. Con el grupo es lo mismo, lo que pasa es que estás arropado por los músicos y eso lo hace diferente. Por eso también me gusta, porque es algo distinto a todo lo demás que suelo hacer.

Y también dentro de usted hay un alma de productor. ¿Lo de los números es lo más complicado?

-Eso es un horror, pero un horror horroroso. Lo hago cuando no tengo más remedio pero la verdad es que me gustaría estar lejos de eso. Hay artistas que son buenos también en esas cosas, pero no es mi caso.

Lo que sí parece claro es que en su trabajo siempre hay un hilo conductor, que no sé si llamarlo humor o ganas de divertirse.

-Son ganas de divertirme porque me lo paso bien haciendo que la gente se divierta. Es una obsesión que tengo. Mi máxima ilusión es que la gente vea mi nombre y, sin importar lo que haga, sepa que se lo va a pasar bien. Ese es mi objetivo en la vida. Y espero que poco a poco lo vayamos consiguiendo.

Pero no le sucede que el público piense que tiene que ser usted gracioso todo el rato.

-(Risas) Sí que pasa, pero te garantizo que no soy gracioso 24 horas. Fuera del escenario no suelo hacer mucha risa.

¿Consigue ser espectador cuando va a ver el trabajo de otros colegas?

-Sí, sí, y disfruto mucho, además, aunque haya impulsos que a veces no se puedan evitar. Es más, te diré que soy muy buen espectador. Siempre voy a las cosas con buen rollo, con ganas de pasarlo bien. Disfruto mucho haciendo reír pero es que disfruto casi más riéndome. Cuando realmente algo te atrapa te olvidas de la iluminación, el sonido, la escenografía, de cómo lo harías tú... Eso es algo que consigo muchas veces, la verdad.

Si se baja hoy del escenario y alguna persona joven le pide un consejo para dedicarse a esto...

-Que estudie mucho. A todo el mundo le recomiendo que se prepare. Si alguien quiere ser cómico, que se ponga ya a escribir y a leer mucho. Sólo cuando has escrito cien folios, a lo mejor tienes diez buenos. No puedes pretender llegar, subir a un escenario y empezar a hacer reír. Esto, al fin y al cabo, no es fácil. Detrás, hay muchísimo trabajo. Los que llevamos 20 años en esto no es porque nos hayan regalado nada, sino porque llevamos esos 20 años dando el callo. Si quieres hacer algo, hay que ponerse a currar. Yo, por mi parte, encantado de ayudar. Es más, ya lo he hecho alguna vez.