Vitoria - En muy poco tiempo, Nøgen se ha hecho una realidad más que palpable, una apuesta que ha conseguido con un único disco llegar a festivales de relevancia como el BBK Live o realizar su primera gira internacional llegando, hace nada, a Cuba. Los temas de su primer álbum, Liv til Døden, tienen buena parte de la culpa del éxito conseguido por Markel Idigoras (ukelele, voz y responsable de poner en marcha el proyecto), Alex Irazusta (guitarra y voz), Jokin Guilisagasti (batería y coros), Eider Sáez (voz) y Olatz Cuevas (bajo y coros). Todos vuelven a la capital alavesa hoy para actuar en el Machete a partir de las 00.00 horas, aunque en el caso de la bajista, este regreso a Gasteiz tiene un especial significado puesto que pasó aquí sus años universitarios estudiando Farmacia.
Por ahora en Álava sólo se les ha podido ver dos veces. En junio de 2018 en Oihaneder y el pasado marzo en Amurrio. Vuelven a Vitoria en plenas fiestas, pero ¿cómo es lo de estar trabajando, sobre todo siendo jóvenes, mientras el resto está en pleno jolgorio?
-Bueno, cada plaza también es diferente. Es verdad que estás trabajando, la gente de fiesta y muchos no entienden que llevas ahí desde las tres de la tarde, que son la una de la madrugada y que no tienes muchas ganas de quedarte un poco más, sino que te quieres ir a tu casa, aunque antes tienes que ir al local a descargar (risas). Vale, es cansado, pero también es muy bonito. Además, nosotros también hemos estado abajo del escenario y en determinados sitios te hace una ilusión especial tocar por eso. Sobre las tablas ves las cosas desde otra perspectiva.
¿Alguna vez ha tocado estar en La Blanca de ocio?
-Sí, sí. Es que yo he estudiado hasta hace un par de años en Vitoria y he pasado varias fiestas allí. Por eso, en este caso en particular, me hace mucha ilusión estar en el Machete actuando.
En muy poco tiempo a la banda le han sucedido muchas cosas, también a nivel interno con el cambio de vocalista. ¿Cómo asimilar todo?
-Sí que es cierto que nos han pasado muchas cosas y también que nos hemos tropezado con algunas pequeñitas piedras en el camino, pero todo ha ido hacia adelante por la ilusión que tenemos. Desde el principio teníamos claro que queríamos seguir y ver qué pasaba. Pero también por algo al disco le pusimos el título de Liv til Døden, es decir, vivir hasta morir. Tenemos fuerzas y ganas de seguir hacia adelante pase lo que pase. Veremos qué nos llega en el futuro. Pero siempre decimos lo mismo: no sabemos dónde vamos a estar dentro de dos semanas, pero mientras estemos a gusto y lo pasemos bien, sin problema. No tenemos, además, ninguna intención de llegar a un lugar determinado, un objetivo que debemos alcanzar sí o sí.
Pero entre tanto han conseguido unas cuantas cosas. ¿El ego, bien?
-Desde el principio estamos con los pies en el suelo, eso seguro. Es verdad que en tres años nos han llegado oportunidades de tocar en sitios muy grandes como el BBK Live o el Jazzaldia donostiarra. También está el hecho de ir a Cuba a tocar. Son cosas a las que ni queremos ni podemos decir que no. Pero también vamos a seguir tocando en sitios y salas más pequeñas. Unos lugares y otros nos hacen la misma ilusión. Ir a un sitio, tocar, y ver que la gente es receptiva y responde es lo mejor que hay. Nada puede superar eso.
Tras Gasteiz, además de tocar este mes también en Llodio, les llegan varias fechas por distintos puntos de Euskal Herria. Eso sí, el camino musical hay que compaginarlo con sus respectivos trabajos. ¿Es lo más complicado?
-Lo que realmente nos da de comer a cada uno es el trabajo que tenemos al margen de la música, eso es así, menos en el caso de Eider, que sigue estudiando en la universidad. Eso supone que igual terminas un concierto a altas horas y algunos tienen que darse prisa porque a las ocho de la mañana ya tienen que estar en su puesto. En mi caso es al revés, que salgo tarde de trabajar, cojo el coche, voy donde tengamos actuación y para casa de nuevo. Es duro pero nos compensa.
¿Qué es lo más divertido de todo esto?
-Todo (risas). Al final, lo que nos hace estar activos y pasarlo muy bien es que los cinco hemos congeniado a la perfección. Somos un grupo, un equipo pero también una pequeña familia. Estamos casi todos los días juntos y no sólo en los ensayos y los conciertos. Siempre se puede quedar para cenar o para ir a tomar algo (risas). Ese buen rollo que hay entre nosotros es algo que también queremos transmitir con lo que hacemos.
El grupo se fue conformando paso a paso. ¿Cómo la ‘engañaron’ en su caso?
-Me encontré con Markel y Alex un día de juerga en Donosti. Y me empezaron a contar que tenían un proyecto aunque no tenían muy definida la historia. Me dijeron que me iban a mandar las canciones para ver si me gustaban, que ensayaban en un garaje y que a la semana siguiente tenían un concierto en Ulia. Pues vale. Así que quedé con ellos y lo bonito de aquel primer encuentro es que les veías y se iban a comer el mundo. Sólo tenían cinco canciones, ensayaban en un garaje con la única intención de pasarlo bien pero tenían muchos planes de irse a Madrid, grabar un disco, tocar en no sé qué festivales... Decías: se lo creen. Y es importante creerte lo que haces.
Ahora están en un momento en el que la ola está subiendo. ¿Toca pensar en el próximo disco, en parar un poco, se seguir con los conciertos...?
-La idea es estar este verano a tope con los conciertos. También tenemos ya algunas fechas confirmadas para después. Pero ya estamos componiendo nuevas canciones y la intención es grabar a corto plazo. Aún así, ya veremos si es para hacer un disco largo, un EP o lo que sea. Tampoco queremos saturar a la gente de Nøgen.
Más allá de las etiquetas que se suelen usar con el grupo (pop folk, folk urbano, folk rock...), cuando el público se encuentra con ustedes, ¿qué tiene que pasar, qué esperan?
-Lo bueno de la música es que cada uno la interpreta como quiere. No nos gusta hablar sobre qué dicen las canciones por lo mismo, porque cada persona tiene que interpretarlas como le venga en cada momento, porque tampoco tú recibes un tema igual ahora que dentro de un par de días ya que ha sucedido esto o lo otro. Nuestra intención es llegar al corazón de la gente desde la sinceridad de nuestra propuesta, pero a partir de ahí, que cada uno lo viva como quiera. Sí que nos suelen comparar con otros grupos y, claro, nosotros tenemos nuestras influencias, pero tampoco nos gusta etiquetar. Hacemos lo que nos sale, sin quedarnos en un estilo. A veces parece que te echan en cara que siempre hagas lo mismo, y cuando haces algo diferente, te critican por salirte de lo tuyo. Pasa con todos los grupos.
Lo que no es tan habitual en la escena vasca, por desgracia, es ver mujeres al bajo.
-Es verdad que hay pocas y tenemos que intentar que el porcentaje suba, eso por supuesto. Pero no me siento una rara avis. Es cierto que vas a las escuelas de música y están llenas de niñas, pero cuando se hacen mayores cuesta que lleguen a los escenarios. Tenemos que trabajar para que eso cambie.