Laguardia - A pesar de las incertidumbres climatológicas, la realidad es que el viñedo de Rioja presenta actualmente un estado sanitario calificado como excepcional, con lo que la uva de 2019 “trae muy buenos indicios” en calidad y cantidad, con una producción “mucho más moderada” que la anterior, que alcanzó los 485,85 millones de kilos.

Ésa es la impresión con la que se trabaja en el Consejo Regulador del Rioja, como lo manifiesta Pablo Franco, director del órgano de control a la agencia EFE a la vista de los informes y del estado que ofrece el viñedo en toda la denominación.

La imagen general en las 65.000 hectáreas productivas que actualmente tiene Rioja, en general, es que “se observa una vegetación muy equilibrada y muy contenida en el viñedo, no tan exuberante como la de campaña de 2018, lo que conduce a una producción mucho más regular y moderada”. A esto se añade un factor especial vinculado a la calidad de la uva, que se traduce en que el grano está mucho más suelto, no tan apretado, lo que favorece una mayor ventilación de los racimos, según Franco. Aunque todavía es pronto, todos esos elementos “dan indicios de una buena cosecha”, con una calidad “excepcional”, aunque el mes de agosto es determinante y la maduración todavía no ha comenzado. También indica que, a pesar de que hay quejas de viticultores de sequía del verano y del invierno, “ha llovido en momentos clave y precisos para el viñedo”, y esto ha permitido “un muy buen desarrollo de la viña y, además, evitar enfermedades en la planta, como ocurrió el pasado año, con mildiu, por las intensas lluvias”. Por esto, la sensación es de satisfacción, aunque con la cautela, matiza, porque la DOCa Rioja es una zona “complicada”, ya que es proclive a muchas tormentas en agosto.

Asimismo, explica que la cosecha no viene adelantada y la previsión de inicio de recogida es similar al pasado año, hacia el 24 o 26 de agosto comenzó a recogerse de la blanca en Rioja Baja para, posteriormente, extenderse a la tinta.

Como es tradicional, el Consejo Regulador iniciará a finales de agosto sus controles semanales de maduración de la uva, lo que, según Franco, constituye “un importante servicio que permite a los viticultores determinar la fecha idónea de vendimia en cada localidad y optimizar así la calidad del fruto y de los vinos elaborados”.

Rendimientos de esta campaña Los rendimientos autorizados para esta campaña por el Consejo Regulador son diferentes atendiendo al color de la uva y el pasado año la producción total amparada fueron 468,59 millones de kilos. Este año, el rendimiento de campaña para las uvas tintas será del 110%, hasta 7.150 kilos por hectárea y el máximo amparable será hasta de 6.565 kilos por hectárea, equivalente al 101% del establecido, según las normas de campaña. Sobre los 585 kilos restantes, el 9%, el viticultor, de común acuerdo con la bodega en la que se entreguen las uvas, podrá constituir un stock cualitativo, una medida que ha sido criticada tanto por los las organizaciones como las instituciones alavesas ante la situación de los mercados. En el caso de las uvas blancas, el rendimiento de campaña será del 106%, hasta 9.540 kilos; el rendimiento máximo amparable será hasta de 9.090 kilos por hectárea, equivalente al 101% del establecido. Los 450 kilos restantes, el 5%, serán admitidos como provenientes de desviaciones por causas climatológicas y la transformación que resulte será vino no amparado.

Por otro lado, cerca de 14.000 temporeros se van a desplazar este año a la vendimia francesa en una campaña con un mayor atractivo económico, ya que el país vecino ha situado el salario mínimo interprofesional de crecimiento en 10,03 euros/hora, 15 céntimos más por hora trabajada que el año pasado, según ha hecho público la secretaria de Migración de UGT, Lucía García.