Vitoria - Se inician las fiestas de La Blanca y con ellas también la programación especial que el Principal va a ofrecer estos días con la comedia como hilo conductor. La primera obra en cartel es la versión teatral de Perfectos desconocidos, que bajo la dirección de Daniel Guzmán, reúne a un elenco en el que figuran Alicia Borrachero, Antonio Pagudo, Fernando Soto, Jaime Zatarain, Inge Martín, Ismael Fritschi y una Elena Ballesteros que con este montaje debuta en el teatro, a pesar de llevar desde muy joven en el mundo de la interpretación, un camino que arrancó en el sector publicitario y que luego tomó fuerza en la pequeña pantalla y también en el cine. Eso sí, ahora es la escena la que pide paso con esta adaptación de Perfetti sconosciuti, de Paolo Genovese, filme que hace un par de años también llevó a la gran pantalla Alex de la Iglesia. Será hoy a las 22.30 horas y mañana a las 20.00 y a las 22.30 horas.

Les toca inaugurar el teatro de La Blanca, con toda la ciudad en fiestas y en el arranque de agosto. Con lo bien que se está de vacaciones...

-Bueno, pero cuando a una le gusta su trabajo es casi como un día festivo (risas). Sí que lo noto más cuando llega un fin de semana normal. Claro, son los días en los que mi marido y mi hija tienen descanso pero a mí me toca trabajar. Ahí sí que al no coincidir, se hace un poco más complicado, pero bueno. Nuestro trabajo también está para eso, para que el resto pueda disfrutar de su tiempo de ocio.

Vienen con ‘Perfectos desconocidos’, una historia que seguro parte del público ya conoce por sus versiones para la pantalla, pero para quien no lo tenga claro, ¿qué se van a encontrar los espectadores que acudan?

-Es un grupo de amigos que se conocen desde hace bastante tiempo y que un día deciden jugar a algo que es un poco peligroso porque tienen que enseñar sus teléfonos móviles cada vez que suenan. Da igual lo que sea, todos tienen que saber qué es lo que le está llegando a cada uno. Se va desarrollando la trama y empiezan a darse cuenta de que los amigos que creían conocer no son tan conocidos.

Todo contado con mucho humor, pero lanzando unas cuantas cargas de profundidad.

-Sí, sí. Es una reflexión sobre qué hacemos en realidad con nuestra vida, sobre cómo nos escudamos en la tecnología y demás para llevar dobles vidas, para no ser del todo como eres. También habla de cuánta dependencia tenemos de los teléfonos móviles con respecto a todo. Yo misma tengo absolutamente todo en mi móvil.

Teléfonos que también se han convertido en cámaras para que, por ejemplo, Elena Ballesteros esté cenando en un sitio y le saquen una imagen que luego termina en las redes sociales.

-A mí no me importa que la gente venga de frente y me diga si tengo problema en sacarnos una foto. La cuestión viene cuanto de repente te encuentras con fotos tomadas en momentos íntimos de las que no te has enterado. Creo que es en Corea del Sur donde han obligado a hacer los teléfonos móviles sin que se pueda silenciar la cámara. Por eso te digo que prefiero que la gente me venga de manera directa. Es más, no me importa. Al fin y al cabo, nuestro trabajo es para el público y una parte de eso también implica saludar a las personas que en un instante determinado han visto tu trabajo y quieren conocerte algo más.

¿Después de hacer la obra, mira a sus amigos de manera diferente, pensado qué llevaran en el móvil?

-(Risas) La verdad es que no me lo he querido ni plantear porque como comience a tirar del hilo, no paro. Prefiero sumirme en la más absoluta ignorancia.

En ‘Perfectos desconocidos’ se ponen en manos de Daniel Guzmán, que no deja de ser también un actor.

-Lo bueno que tiene Daniel como director es que conoce tantísimo el código que nosotros manejamos como actores y la manera de encontrar una situación, una emoción y un personaje, que en la parte creativa todo se hace más sencillo. Desde el principio hicimos mucho trabajo de mesa, es decir, ir analizando el texto, los personajes y demás, pero también hicimos mucha improvisación. Ahí surgieron mil ideas. Hay muchas cosas que se han cambiado del texto original porque resultaban más efectivas y divertidas en las improvisaciones. Daniel es una persona que se adapta a lo que puedas aportar y, de hecho, le gusta que pase eso, que la parte creativa la llevemos entre todos. Entre todos los compañeros hemos hecho piña desde el primer momento. Al principio, pasamos instantes de todo tipo, que es algo normal cuando estás metido en un proceso creativo porque las emociones están a flor de piel.

¿En ese proceso, en algún momento les preocupó que el espectador sea capaz de entrar en la historia más allá de esté protagonizada por un elenco de sobra conocido por el gran público como es su caso?

-Igual al principio, te puede ocurrir. Es como cuando vas a ver una película de, salvando las distancias, Leonardo DiCaprio y te acuerdas de El Lobo de Wall Street, Titanic y otras películas. Al principio le tienes a él en mente, pero cuando pasa poco tiempo te metes en el argumento y ves al personaje. Es lo que intentamos hacer con nuestro trabajo en todo momento, vivir y expresar las circunstancias del personaje para que el público termine creyéndose que tú eres X o Y. Creo que en Perfectos desconocidos eso lo hemos conseguido.

Por cierto, después de todo el camino que lleva ya en las pantallas, ¿por qué adentrarse en el teatro?

-Nunca me había atrevido del todo. Empecé muy jovencita y me he ido formando después de empezar a trabajar. Mi camino ha sido a la inversa, por así decirlo. Claro, para mí el teatro era un reto grande porque es estar muy, muy expuesta. No tienes protección de nada. Eres tú, el público y el texto. Ya está. Así que hasta que no he sentido de verdad que el grupo de compañeros con el que iba a trabajar y el director me podían dar seguridad, no me he atrevido a dar el paso. Pero ahora estoy encantada porque estoy disfrutando y, sobre todo, aprendiendo al máximo. Subirte a las tablas te da un poso y una madurez que nada tiene que ver con el resto de medios. Eso lo estoy viviendo ahora y estoy encantada.

En ese proceso, ¿se han portado bien el resto de compañeros?

-Sí, sí. Yo prefiero ir siempre con la verdad por delante, tanto con mis limitaciones como con mis fortalezas. Es lo que he hecho en este caso. El no haber hecho nunca teatro te da también una parte de inocencia y a mis compañeros les ha servido para recordar sus inicios sobre los escenarios. Me han apoyado en todo momento. Me acuerdo que en las primeras representaciones, Ismael Fritschi me decía: “si estás nerviosa, me miras y yo te tranquilizo, no te preocupes” (risas).

Decía antes, y es verdad, que lleva desde muy joven en esto de la interpretación, que más allá de otras consideraciones, no deja de ser un trabajo, con todo lo que ello implica, además siendo mujer, lo que suele traducirse en una disminución de papeles cuando se van cumpliendo años. ¿Qué es lo mejor de lo vivido hasta ahora?

-Lo mejor es que cuando tienes la oportunidad de hacer lo que te apasiona, el trabajo se vive de otra manera. Es verdad que conlleva muchos esfuerzos. Ahora con la gira tengo que compaginar las representaciones con la grabación de la nueva temporada de Cuéntame cómo pasó. Es verdad que es un trabajo en el que no dejas de estar poniendo tu físico en cuestión y, ahí, es cierto que a la mujer se le ha visto más como una imagen determinada, es decir, cuanto más joven, ingenua y guapa, mejor. Pero gracias a las mujeres que están rompiendo con muchos patrones y a los hombres que también lo están haciendo, estamos en un momento en el que se están empezando a hacer cosas en ficción muy interesantes con mujeres de cierta edad. Mira lo que están haciendo por ejemplo Reese Witherspoon, Nicole Kidman y demás, cómo se han juntado, producen su propia serie y han conseguido un gran éxito con Big Little Lies. O Candela Peña con la nueva serie de Movistar... Estamos empezando a tomar responsabilidades más serias y haciendo que las cosas cambien. La parte femenina de la sociedad, y la masculina que lo ve igual, está comenzando a sentirse reflejada en una ficción que antes no representaba a una gran parte de la población. No pasa nada por hacerte mayor, es maravilloso, de hecho. Que eso se refleje en las ficciones nos acerca también más al público, a los problemas y situaciones reales y eso es maravilloso, a parte de que los espectadores lo agradecen.