El muralismo forma parte de la expresión colectiva. Refleja su compromiso artístico y cultural pero también su capacidad de expresarse crítica y democráticamente. Aquí el muralismo se contempla y gestiona como pantalla de inquietudes, sensaciones e ideas, como herramienta interactiva, cambiante y renovable de una sociedad viva y, ¿por qué no? Como una seña de identidad. Este verano un nuevo mural en Luzuriaga se ha sumado a los ocho ya existentes con el objetivo de recuperar elementos culturales, geográficos y tradiciones que pudieran quedar reflejados y disponibles a la vista del público en general. La obra se ha realizado en los últimos días en una de las paredes del almacén comunitario de la localidad de Luzuriaga.

Los murales colaborativos de San Millán son fruto de un proyecto a largo plazo que trata de traer las experiencias de arte público colaborativo al medio rural. Con el fin de crear monumentos pictóricos se trata de incidir en la convivencia entre pueblos de un mismo municipio, la transformación de espacios públicos y la conservación de la cultura rural a través de intervenciones contemporáneas. Además ofrece una actividad lúdica y cultural en la que los vecinos pueden participar juntos. Los talleres se componen de personas de distintas edades, nativas del pueblo y nuevos residentes.

El mural de Luzuriaga ha estado coordinado por Ruth Juan, artista y ilustradora de Barcelona. En esta localidad de apenas 26 habitantes, donde se ha promovido el taller de muralismo colaborativo, ha vivido “una experiencia única, de esas que brinda un entorno y unas personas únicas y especiales”.

En sus propias palabras reconoce que “he vivido una experiencia única de convivencia. Hemos compartido vida y trabajo porque son gente de campo que nunca están cansadas. Me contaron la historia de su pueblo: que la mayoría tiene sus tierras o ya está jubilada, que es un pueblo con muchas historias y mucha historia, donde hace años vivía mucha gente con su iglesia, su fuente, su escuela, el lavadero que recientemente lo han reformado. Un pueblo que con el paso del tiempo se ha ido transformando porque casi había llegado a morir, viviendo todo el año solo una familia”.

Los vecinos decidieron hacer un mural para que la casa del antiguo pastor, que ahora es un almacén y que está en la entrada del pueblo quedara bonita y le diera alegría al pueblo. “En las reuniones nos juntamos y decidimos entre todos que sería bonito pintar los campos y los colores que se ven en el paisaje, los animales de campo las ovejas que suben al montecito. Los únicos vecinos que viven todo el año son pastores, la fuente y el botijo, rememorando años pasados cuando iban hasta allí a buscar el agua, la iglesia que ahora ya no tiene casi actividad”, señala la artista al tiempo que apunta que “las plantas que dibujé son girasoles, cereal, trigo y patatas, que es lo que se cultivaba en los campos y lo que hemos representado es el paisaje de Luzuriaga con elementos que son importantes para el pueblo”.

La puerta es un homenaje a la casa del pastor con animales de cuadra y vasijas. “Han sido unos días entrañables de trabajo en equipo y motivación porque pocas veces tienen la oportunidad de juntarse los vecinos y compartir. Unos días muy intensos de alegría en los que me he sentido muy cuidada”, concluye Ruth Juan.

El proyecto de muralismo público en San Millán se inició en el año 2010. Es ya una actividad consolidada con el paso de los años, que trata conseguir la participación intergeneracional como oportunidad para acercar vivencias y opiniones, reflexión sobre el tema o los temas que se pintan en el mural, la regeneración de espacios, entre otros. El proyecto está coordinado por Verónica Werckmeister quien tiene un amplio recorrido en el desarrollo de éste tipo de iniciativas.