Amurrio - Ilusionados. Ese podría ser el adjetivo que defina la primera parte de la novena campaña de intervención arqueológica en el yacimiento romano de Elexazar, en Amurrio. Esta está dirigida por el investigador Juanjo Hidalgo desde su hallazgo en 2009 y se ha desarrollado durante la primera quincena de julio en este paraje situado a 550 metros de altitud, que estuvo habitado desde finales del siglo I hasta el año 235-240 de nuestra era y formó parte de la demarcación administrativa del Imperio romano conocida como Autrigona.
La intención de este año era abordar la investigación del gran espacio central encontrado entre las construcciones identificadas hasta ahora como zona de talleres, vivienda con patio y establo para vacas. Es decir, el centro neurálgico o plaza donde se desarrollaba buena parte de la vida de lo que, en base a los análisis de tierra efectuados en laboratorio, se considera un asentamiento romano de media montaña de clara vocación agropecuaria. “Durante esta primera semana lo que hemos hecho ha sido sacar la tierra del derrumbe de calles, para dejarlo listo para topografiar y documentar antes de que regresemos en agosto, cuando ya llegaremos hasta el nivel de la calle romana, pero en una sola cata realizada ya ha aparecido lo que veníamos a buscar: el basurero, con bastantes fragmentos de cerámica, pertenecientes a ollas especiales para almacenaje, y un cuchillo de buena hoja de hierro de época romana”, explica Hidalgo a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Con todo, lo que realmente espera que aparezca son nuevas estructuras como, por ejemplo, “un hipotético graderío con templete, donde habría estado colocado el taurobolio”, apunta, en relación a la hasta ahora joya de este yacimiento: el ara taurobolio descubierta en 2013 y ya expuesta en el Museo Bibat de Vitoria-Gasteiz. “Se encontró tirada en el recinto identificado como área de talleres y no en su posición original”, recuerda Hidalgo, quien insiste en que la importancia de este yacimiento no radica en las piezas halladas, sino en la información que está arrojando para conocer más de cerca este tipo de asentamientos de índole rural, pues son tremendamente desconocidos por la ciencia.
Es más, “unido a lo que sabemos del investigado en Aloria, brinda unas pautas que dan pie a lanzar hipótesis en torno a la celebración de un gran mercado semanal, aunque no sepamos donde, y a que esta gente comerciaba con dinero, no mediante trueque, pese a que solo hayamos encontrado dos monedas correspondientes a los emperadores Alejandro Severo y Gordiano III, que dan una cronología situada en la primera mitad del siglo III”, apunta.
Su hipótesis se justifica en las piezas de cerámica halladas pero no elaboradas en Elexazar. “Se trata de ollas de borde plano que, por los análisis realizados, creemos provenían de la zona de Iparralde y que llegaban, muy posiblemente del mar y por el río Nervión, rellenas de pescado que adquirían para su consumo y luego empleaban para almacenaje”, informa. A su vez, los vaqueros romanos de Elexazar acudirían a ese supuesto mercado “a vender el ganado que criaban, ya sea en forma de carne, pieles, astas, leche, quesos o tendones”, enumera.
La investigación continuará en torno al 8 de agosto “cuando el yacimiento quedará ya listo para ponerlo en valor como sitio arqueológico, aunque aún quedará otra terraza sin investigar que me gustaría saber qué esconde”, apunta Hidalgo que, como en todas las campañas, ha contado con personas voluntarias en la excavación. “Este año ha habido días hasta con diez personas y a destacar la gran cantidad de mujeres que han venido a aportar y vivir esta experiencia, ha sido muy enriquecedor”, concluye.
¿Qué es? Las excavaciones han demostrado que los hallazgos rescatados del olvido a lo largo de las últimas nueve campañas se corresponden con un poblado romano de carácter ganadero y de media altura que estuvo habitado aproximadamente hasta el año 240 de esta era.
Descubrimientos. En el Bibat de Gasteiz luce un taurobolio descubierto en Elexazar, hasta la fecha, la joya más importante. En agosto se tratará de encontrar el altar sobre el que estaba la figura.