los cambios de legislatura siempre traen consigo novedades, pues los resultados electorales alteran el espacio político, a veces metafóricamente hablando y en ocasiones también de manera literal. En las últimas semanas los grupos junteros han ido resolviendo los pequeños cambios burocráticos propios de cada nuevo curso, algunos de pequeña importancia y otros fruto de sesudas deliberaciones. Entre los segundos, la elección de los despachos en los que cada formación política trabajará día a día los próximos cuatro años.

Frente a otras legislaturas en las que los cambios han sido puntuales, en esta ocasión el baile de despachos entre los grupos ha sido total, para desdicha de los menos agraciados. Según el reglamento de las Juntas, cada formación política con representación en la cámara elige por orden de junteros con qué despacho se queda. El PNV, con 17 procuradores, ha sido el primero en elegir, y mientras en 2015 optó por permanecer en el mismo despacho que la anterior legislatura, este curso ha decidido quedarse con el espacio que durante años y años ha venido ocupando el PP.

La decisión desencadenó el baile, pues los segundos en elegir, EH Bildu (12 procuradores) también se han decantado por cambiar de lugar y trasladarse, precisamente, al despacho que ocupaba el PNV. El PSE no ha querido ser menos y ha elegido pasar al despacho en el que estaba EH Bildu, mientras que Podemos ha hecho lo propio ocupando ahora el lugar de trabajo de los socialistas después de que el PP, despojado de su coqueto hogar y sin gran margen de maniobra, haya acabado eligiendo el mucho más modesto despacho que ocupaba la formación morada, a pesar de que desde hace años cuenta con un inquilino inoportuno: unas molestas goteras para las que en el edificio no acaban de encontrar solución.

Finalmente, los despachos de los miembros del grupo mixto han quedado libres, siendo, al menos por el momento, de uso común para todas las formaciones.