Antoñana - Un grupo de vecinos de Antoñana, coordinados por Koldo Berruete, han recreado una carbonera para mostrar a vecinos y visitantes cómo se realizaban esas instalaciones que, tras un largo proceso, permitían a los vecinos de los pueblos tener carbón vegetal para sus estufas o la cocina.
La txondorra, la carbonera, se ha construido bajo la supervisión y consejos de Luis Ochoa de Ocáriz, en otro tiempo carbonero de Zúniga y hermano de Tasio, el célebre carbonero inmortalizado en la película de Montxo Armendáriz. Se encendió el pasado 8 de junio, no sin antes haber trabajado activamente en el monte recogiendo los materiales adecuados, desde restos de madera de encina hasta la tierra necesaria para cubrir el montón de madera a modo de horno.
Durante ese tiempo previo al encendido, los carboneros armaron la gran pila de madera de encina, leño a leño, en torno a una gran pica que, una vez extraída, conformó la chimenea. Sobre la madera, abarras de boj tapadas con tierra para crear así una cazuela natural donde, una vez prendida, se produjo la lenta combustión de la leña hasta convertirse en negro y valioso carbón vegetal. Un proceso que durará aproximadamente entre 13 y 15 días hasta la extracción final.
De esta manera, durante 14 días 4.000 kilos de encina se han estado cociendo para obtener carbón y su extracción estaba prevista para ayer sábado. Pero antes, el viernes, tuvo lugar en torno a la carbonera una escenificación del oficio a base de música, bailes, teatralización y lectura de textos escritos a partir del testimonio del propio Luis Ochoa de Ocáriz.
Luis Ochoa de Ocáriz, natural de la vecina localidad de Zúñiga y viejo carbonero durante su larga vida, ha seguido y asesorado todo el proceso de elaboración de la carbonera. Palabras y expresiones como “choca”, “leña civil”, “dar betagarri”, “tierra de carbonera” o “ripio” se han hecho familiares durante estos días a quienes han participado en este trabajo que muchos reconocen como términos familiares a partir de la película Tasio, personaje basado en Anastasio Ochoa de Ocáriz, hermano de Luis.
Moncho Armendáriz, el director de aquella película, recrea una época en la que el futuro de los pueblos es incierto. La emigración a la ciudad es el recurso de muchas familias para salir adelante en la vida. Sin embargo, algunos, como Tasio, Luis y sus familias deciden permanecer en su tierra, mantener sus raíces y vivir de lo que la naturaleza les proporciona: la caza, la pesca, la tierra y el monte.
Luis Ochoa pasó de niño a hombre de la noche a la mañana. El trabajo fue su compañero de vida, una vida ligada a su pueblo y a sus gentes. Hoy, a sus 89 años y a pesar de su frágil salud, sigue con el entusiasmo por aprender que ha tenido siempre desde niño. Además de mostrar cómo se hacían estas carboneras, tan frecuentes en el pasado en Montaña Alavesa y en muchos pueblos con monte arbolado, este pequeño evento y el proceso de elaboración del carbón que se ha llevado a cabo son una forma de homenajear a aquellos hombres y también mujeres que han trabajado en torno al duro oficio de las carboneras. En el monte, en soledad, de día y de noche, en invierno y en verano, comiendo “habas para desayunar, habas para comer y habas para cenar”. A los días volvían a sus casas, a sus seres queridos, con el rostro cansado y ennegrecido, el rostro del carbonero, pero con el preciado combustible, que calentaba hogares, servía para cocinar y se usaba para ahumar o secar los embutidos.