vitoria - Lograr hacerse con el pack básico de supervivencia en las campas de Armentia, consistente en el talo o bocata y la botella de sidra para el grupo y los refrescos para los txikis, se convirtió en misión arriesgada a partir de la una de la tarde, cuando el personal se congregó de forma masiva en el recinto. Las planchas comenzaron a funcionar a pleno rendimiento y, como reconocía Felipe, del puesto Euskal Txosna, las ventas funcionaron incluso mejor que el año pasado. La variedad del relleno, como siempre, extensa: chorizo, txistorra, morcilla, lomo, panceta, bacon, salchicha o pechuga. Y el rango de precios, entre los 4 y los 5,50 euros. La botella de sidra, a 4,50 euros. “Con este sol... No podía salir mal la cosa”, aseguraba risueño Felipe.

No compartía su entusiasmo Sandra, que gestionaba su tenderete repleto de juguetes en una de las zonas de paso más estratégicas del recinto. Rodeada de toda suerte de artilugios, explicaba que la demanda infantil se centraba “en las pistolas de pompas y en los perritos”, unos coloreados cachorros que caminaban, ladraban e interpretaban diversas monerías. En su caso, el balance provisional no resultaba excesivamente optimista. “De momento las ventas van más flojas que el año pasado, pero espero que vaya viniendo más gente”, confiaba.

La oferta de productos alimenticios resultaba casi inabarcable. En uno de los puestos de este sector, el de Jamones Mendiola, Pedro Aguirrezabal se tomaba con filosofía y buen humor la marcha de las ventas. “Ahora mismo está muy flojo, pero poco a poco va a ir llegando la gente y seguro que mejora”. Sus productos estrella, el jamón de Mendiola y el lomo, “estupendos” ambos.

El que no daba abasto era José Miguel, al que le faltaban brazos para despachar sidra fresca de Kuartango. A un euro el vaso, los viandantes que pasaban frente a su remolque-kupela no le dejaban un segundo de tregua y no paraba de dar salida al género. “Con sol, no hay otra feria igual en toda Álava”, aseguraba al tiempo que abría de nuevo la espita y servía a un grupo más de sedientos paseantes. - A. Burdain