VITORIA - Los autobuses urbanos de la capital alavesa rebasan un ejercicio tras otro sus mejores registros de viajeros y en 2018 incrementaron en más de 600.000 el número de pasajeros para establecer un nuevo tope de 15,76 millones de personas que utilizaron los servicios de Tuvisa para moverse de un punto a otro de Gasteiz. Este crecimiento en el volumen de usuarios conlleva a que, en determinadas ocasiones, no todos los viajeros conozcan el reglamento que deben seguir. Los conductores de Tuvisa asumen un papel docente a la hora de recordar las normas que rigen el correcto comportamiento. Como grandes conocedores de la tipología de usuarios por sus múltiples horas al volante, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha conversado con conductores de Tuvisa de para exponer los casos más habituales y que suelen generar confusión.

Más allá de estos episodios que se repiten con cierta asiduidad en los recorridos de Tuvisa, los profesionales del volante apuestan por “huir de la ambigüedad o confusión y dejar claro, por ejemplo, en las diferentes paradas cuáles son las normas esenciales del reglamento del viajero con unas sencillas ilustraciones o concretando las incidencias más comunes”, reconocen. “Desde la propia empresa no se aclara la situación”, remarcan. Aluden también cómo en caso de cualquier duda o diferencia de interpretación “el responsable del servicio y quien decide es la figura del conductor”, enfatizan.

Levantar la mano

Un gesto tan sencillo como alzar el brazo, cuando el vehículo se aproxima a la parada, permite al conductor identificar a los viajeros que quieren subirse al autobús. “Es una cuestión que a la gente le cuesta asimilar. En otras ciudades los viajeros alzan la mano con normalidad”, comentan. Hay que tener en cuenta que, tras la remodelación de las líneas en 2009, por la gran mayoría de las paradas circulan buses de más de una línea. “No podemos ser adivinos para intuir que una persona que está en una parada, quiere montarse en mi autobús y no hacerlo en cualquiera de los otros dos que vienen detrás”, explican los chóferes.

Uso de billete pequeño

Una vez dentro del autobús quienes optan por abonar en metálico los 1,40 euros que cuesta el billete lo hacen, en ocasiones, entregando un billete de 10 o 20 euros para el pago. El reglamento de Tuvisa contempla que el billete de más cuantía con el que se puede pagar el billete es el de cinco euros. “Según el reglamento se establece que para el pago en metálico se admitirá un billete por valor a cinco veces el importe del mismo”, recita un veterano conductor con muchas horas de volante. No son muchos los usuarios que conocen la literalidad de esta medida y es habitual ver a viajeros que pretenden abonar su trayecto con una cantidad superior. “Nos genera un gran contratiempo con los cambios y, por lo general, al iniciar una jornada de trabajo juegas con las probabilidades de que sean pocos los viajeros que se te presentan en el recorrido para pagar con un billete. Si se encadenan varios usuarios pagando con billete los pasamos mal con los cambios”. Cuando llega la situación de intentar pagar el viaje con un billete superior a los cinco euros, el usuario debe descender del autobús y cambiarlo por otro más pequeño para montarse en el siguiente autobús que se acerque a la parada.

Orden al acceder

Desde el privilegiado puesto que tienen los conductores, otra de las cuestiones en las que atisban mejoras de los usuarios son en el orden y las colas para acceder al interior. “Hay poco respeto al formar la cola en la puerta delantera”, reconocen. La tendencia general es a arremolinarse en torno al acceso, sin guardar el orden previo de la parada. “Sobre todo en jornadas de lluvia, como las de esta semana, o cuando nieva, el momento de montar en el autobús siempre es el momento cuando la gente se amontona en la puerta”, admiten los conductores. Superado ese primer momento y ya en el interior “hay tendencia a permanecer en la primera mitad y que avancen hacia la zona trasera”. En horas concretas “ves por el espejo gente cerca de la puerta central y el resto del autobús casi vacío”. Toca en esas ocasiones al conductor indicar al pasaje que avancen.

Sillas en el interior

Los autobuses, según modelos y líneas, cuentan con hasta dos o tres plazas reservadas para sillas de personas con diversidad funcional y carritos de bebe. En este caso el uso se hace de manera indistinta entre ambos tipos de sillas, pero siempre “prevaleciendo por encima de las de bebe, la preferencia de las personas con diversidad funcional”, apuntalan los conductores. En caso de ir los huecos especiales ocupados por sillas de bebé, si en la parada se incorpora una persona en silla de ruedas, el último viajero que accedió con la silla de su hijo debe abandonar el autobús y esperar a que venga el siguiente. “Es cierto que para muchos padres, cuando se da esta situación, es un gran trastorno al tener que bajar y esperar que en el siguiente vehículo haya una zona de sillas vacía”, admiten.

Viajes con mascotas

La proliferación de mascotas domésticas está generando un aumento de viajeros que precisan desplazarse en autobús junto a su animal. El reglamento se refiere a perros y gatos para su traslado dentro del correspondiente transportín de mano ajustado a tal función, aunque no alude directamente a otras especies de animales. “Es también una cuestión de lógica que nadie vaya a acceder para viajar con una serpiente gigante, por ejemplo, con una tarántula o un escorpión, por el miedo que se podría generar en otros viajeros”. Recientemente la formación Podemos ha pedido regular este apartado al desvelar las recomendaciones que aporta el buzón ciudadano municipal sobre “mascotas que pesen menos de diez kilos en cubículos de 100x60x25 centímetros”.

Patinetes infantiles

El incidente ocasionado hace dos semanas por este juguete le ha colocado en el centro de la polémica. “Desde el año 2011 hay una circular interna que obliga a que estén plegados en el autobús”, explica uno chófer de Tuvisa. El motivo de todo ello fue una herida causada en el tobillo de una viajera hace varios años por el impacto de un artilugio similar y que le supuso ser evacuada a un centro hospitalario. Desde esa fecha está vigente esa obligatoriedad, que motivó una agria polémica con una usuaria y su hija.