La ruta es arriesgada, larga, gélida y poco o nada adecuada para las motocicletas, pero Juan Carlos Suso cuenta con avidez los días que quedan para que dé comienzo. El próximo día 27 de enero, él y su compañero Alfredo Díaz saldrán de Vitoria a lomos de sus respectivas motos, una BMW GS1200 y una Honda Varadero, e invertirán los siguientes días en llegar hasta Polonia para, acto seguido, retroceder ligeramente hasta Baviera para participar en la concentración motera invernal por excelencia, Elefantentreffen. Esta es la octava ocasión que se embarcan en la aventura, pero para este año han modificado ligeramente el itinerario con la intención de visitar Auschwitz, Mauthausen y Dachau. Un recorrido que han bautizado como la Ruta de los Campos de la Muerte. 10 días para cubrir algo más de 5.000 kilómetros en condiciones que muchos no dudarían en calificar de casi extremas.

Corría 2011 cuando Juan Carlos y su amigo Iñigo, hermano de Alfredo, se animaron por primera vez a sumarse a aquella reunión de bikers chalados que se celebraba en centroeuropa y que tenía nombre de paquidermo. Como monturas, una veterana Vespa que había prestado servicio en Correos y una BMW que había hecho lo propio en la Guardia Civil. Ambas con más de 25 años de andadura en sus motores. Se enfrentaron a temperaturas de dos dígitos bajo cero, soportaron temporales y conocieron una de las concentraciones más incómodas que uno pudiera imaginar. En resumen, se lo pasaron en grande y, desde entonces, Juan Carlos nunca ha faltado a la cita. A veces acompañado y en ocasiones en solitario. Asegura que el ambiente es indescriptible, la camaradería entre moteros llegados de diferentes países inigualable, y que los artefactos motorizados que allí se descubren, inenarrrables.

“Me enamoré de aquello. Hay gente de toda Europa, una fauna súper variopinta. Hablas con todo el mundo, medio en inglés medio por señas, te dan a probar los licores típicos de su país, los embutidos... Te pasas el día a la intemperie y la gente es estupenda. Ves sidecares hechos con una bañera o con bidones de gasolina recortados. ¡Y circulan por la carretera! Cosas que aquí serían imposibles”, relata.

Cada vez que ha viajado a Elefantentreffen, ha aprovechado para visitar alguna ciudad del entorno. Después de tachar Praga, Salzburgo, Munich, Nuremberg y alguna otra más de la lista, este año se plantearon afrontar un reto diferente. “En 2017 visitamos Mauthausen, que está a doscientos y pico kilómetros de la concentración, y salimos muy tocados. Ver los hornos crematorios, las cámaras de gas, los barracones donde dormían los prisioneros, las letrinas... Hay un museo anexo con miles de documentos y la verdad es queme impactó mucho ver aquellas fotografías con los cadáveres apilados. El caso es que después de aquello decidimos que teníamos que visitar Auschwitz, volver a Mauthausen, que nos cogía de paso, y pasar por Dachau, que está cerca de Munich. No es algo grato, la verdad, pero hay que conocerlo”.

Atravesarán Francia, viajarán a través de Alemania por una ruta que discurre un poco más al norte de Munich, entrarán en Polonia hasta alcanzar Cracovia, descenderán hasta Bratislava en Eslovaquia, pasarán por Viena y Salzburgo en Austria, regresarán a Alemania y, después de la concentración, pasarán por Dachau antes de emprender el viaje de regreso a Vitoria. De los 10 días que durará la aventura, 7 los pasarán viajando y sólo 3 -Cracovia, Bratislava y Elefantentreffen- apeados de la moto. “El primer año, 2011, pernoctando en tienda de campaña, amanecimos a 18 grados bajo cero y el segundo más duro fue 2017, cuando estuvimos a 15 grados bajo cero. El resto de los años hemos disfrutado de temperaturas más suaves, pero siempre por debajo de cero”, bromea Juan Carlos.

Al frío intenso hay que sumar la cuestión del emplazamiento. Elefantentreffen se celebra en una antigua mina en forma de cuenca y las tiendas se plantan en redondo, a lo largo de las laderas. Y los baños portátiles se convierten en territorio comanche en cuestión de pocas horas, así que cada cual se busca la vida para retornar a la naturaleza lo ingerido. La organización vende -“allí no se regala nada ni se celebran conciertos como en otras concentraciones”, aclara Juan Carlos- balas de paja para que los participantes puedan acomodar, aislar y nivelar un poco el suelo en el que descansar. Este año cuentan con la ventaja de que Günter, un vecino de la zona con el que han entablado amistad, les ha invitado a dormir en su casa, por lo que no llevarán ni esterilla ni sacos ni tienda de campaña. “Ha habido años en los que hemos pasado la noche vestidos con la ropa de la moto y enfundados en dos sacos de dormir cada uno. y puedo asegurar que no hemos pasado ni un poco de calor”, ilustra el motero.

La idea inicial para este año era subirse a la moto en Vitoria y echar a andar hasta, en las etapas que fueran necesarias, llegar hasta Moscú. Un viaje de 4.000 kilómetros que ha quedado aparcado hasta 2020 debido a la gran cantidad de trámites burocráticos que hay que solventar. “Al final no nos ha dado tiempo por el asunto del visado, pero lo haremos el año que viene. Iremos a Moscú y desde allí regresaremos a Elefantentreffen. En realidad hemos tenido suerte porque este año ha caído la mayor nevada sobre Moscú de los últimos 50 años”, comenta Juan Carlos entre risas.

Reconoce que no han realizado ningún tipo de preparación previa para el viaje. Ni ellos ni las motos. “Montamos neumáticos nuevos y poco más. Llevamos unas bridas, cinta americana... Lo justo”. Nunca han sufrido una avería que les pusiera en aprietos y sólo una vez sufrieron una caída. “Fue al salir de un hotel. Había nevado y la rampa del garaje era cuesta arriba. Fuimos cayendo todos, uno a uno, según salíamos, de lado sobre la nieve. Fue hasta gracioso”, recuerda.

Ocho ediciones. Esta es la octava ocasión en la que Juan Carlos Suso se enfrenta al invierno europeo y viaja hasta Baviera para participar en Elefantentreffen.

Diez días. Juan Carlos y Alfredo Díaz saldrán de Vitoria el próximo 27 de enero y no regresarán a casa hasta 10 días después. Durante su aventura, recorrerán más de 5.000 kilómetros.

Tres campos. Además de participar en la concentración alemana, los dos viajeros visitarán los campos de concentración de Auschwitz, Mauthausen y Dachau.

Moscú. Para el próximo invierno, se plantean el reto de viajar hasta Moscú (4.000 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta) y pasar por Elefantentreffen a su regreso.

Experiencia. Pese a que Elefantentreffen es considerada la concentración invernal de motocicletas más dura del mundo, los aventureros gasteiztarras aseguran que vivir la experiencia merece el esfuerzo que se realiza.

El rigor invernal y las condiciones extremas de conducción con nieve y hielo no parecen hacer mella en el motero gasteiztarra. “Me enamoré de aquello”, reconoce.