Apenas cabía un alfiler ayer a media mañana en la plaza Nueva de Gasteiz y sus calles aledañas. El mercado agrícola de Navidad, que como manda la tradición tomó el corazón de la ciudad el jueves previo al 25 de diciembre, se reafirmó un año más como la cita que sirve de pistoletazo de salida oficioso a estas fechas tan especiales. Con 61 ediciones ya a sus espaldas, el encuentro que organiza la Fundación Vital volvió a acercar a sus miles de visitantes una amplísima oferta de productos agroalimentarios y de artesanía a la que acompañó otro de los grandes y habituales atractivos de esta feria, la exhibición y venta de aves de corral. El tránsito por los 138 puestos del mercado no cesó desde que iniciaron su actividad a las 9.00 horas y hasta que se despidieron del público alrededor de siete después. La estupenda meteorología ayudó también -y mucho- a ello.
Ana Galende y su hija Sara López de Armentia paseaban con su carro de la compra repleto por la plaza España, dedicada un año más íntegramente a la gastronomía, en plena hora punta. “Venimos todos los años a comprar verduras, paté, queso, anchoas, rosquillas... El ambiente está muy bien y es muy bonito”, apuntaban ambas, antes de acercarse a ver las aves de corral y aplaudir la iniciativa impulsada por la propia Fundación Vital de tratar de convertir el mercado en un espacio libre de plásticos.
Sin embargo, el reparto de cerca de 10.000 bolsas de la compra de tela en las entradas de la plaza y la entrega de otras 30.000 de material biodegradable a los vendedores no evitó que siguieran viéndose muchas bolsas de este contaminante producto. “Hay que quitar el plástico porque está destrozando mucho”, apuntaba Galende. Como en el caso de los supermercados y otros comercios, parece que habrá que esperar aún un tiempo para que estas campañas cuajen definitivamente.
para todos los paladares Mientras, en la cercana calle Lehendakari Agirre la exposición y la venta de artesanía copaba los puestos, en una esquina de la plaza Nueva las aves de corral, principalmente gallos, capones o faisanes, se convertían en el centro de las miradas. Y en los puestos de sus alrededores, como todos los años, quienes se acercaron pudieron encontrar una amplia gama de productos de caserío, entre los que no faltaron las frutas, las verduras y las hortalizas, las carnes y los embutidos, los quesos, la miel, los patés, las conservas, todo tipo de vinos y licores y el pan o la repostería, así como otros elementos tradicionales como los talos y la sidra, ideales para matar el hambre y la sed.
Entre el gentío paseaban y compraban también Pilar Tellería y su marido Ascensio Garitano, que llevaban mucho trabajo adelantado poco antes del mediodía. “He comprado bacalao y txistorra y ahora vamos por lo menos a por pan, y si hay alguna cosa más que merezca la pena, pues también. Siempre que podemos venimos. Está muy bien y si hace este tiempo tan bueno se disfruta mucho”, destacaba la pareja.
Un buen tiempo que, por descontado, también agradecieron los más de un centenar de vendedores que se acercaron esta vez al mercado, como Daniel Dupuis, que trajo a Gasteiz desde Iparralde todo tipo de delicias elaboradas con pato. “Tenemos muslos confitados, foie, micuit, patés con pimiento...”, enumeraba el vendedor, que acudía a la capital alavesa por sexto año consecutivo. “Me gusta venir aquí siempre. Excepcionalmente vengo con mi hija, porque le gusta mogollón. Hay mucho ambiente y menos mal que el tiempo permite no mojarse los pies”, bromeaba Dupuis.
En un puesto muy cercano se encontraba María Mercedes Alonso, procedente del valle vizcaíno de Trápaga, toda una veterana de este mercado que vende productos de panadería y pastelería. Al menos hasta el ecuador del mercado, las ventas no marchaban para ella tan bien como en otras ediciones. Y ya son “veintitantas” las que Alonso suma en este evento. “Este año la cosa va flojísima. Otras veces a estas horas estás ya a tope, pero este año la gente no está comprando”, apuntaba poco antes del mediodía. Y eso que sus productos atraían la mirada de cualquiera... “Hay que hacer variedad, rotar y cambiar, porque si no, no se vende”, reconocía.
A escasos metros, Mari Cruz Cantal, quesera de Abornikano (Antzina Gazta), sí que llevaba por suerte una mañana mucho más movida. “Me gusta el ambiente que hay hoy. Otros años igual la gente viene más mirando, pero hoy viene a comprar. Estamos vendiendo bastante bien”, celebraba. Como tantas otras veces, la alegría va por barrios.
Apoyo a la campaña. Todas las personas que ayer charlaron con este periódico aplaudieron la campaña de plástico cero impulsada por la Fundación Vital, que trató de concienciar a la ciudadanía sobre la problemática que genera el uso abusivo de este material, aunque en la práctica luego se viesen muchas bolsas elaboradas con él. “Me parece muy bien. Nosotros de normal intentamos no coger plástico cuando vamos a comprar, pero hoy en los mismos puestos te lo están dando”, aseguró Julio Ibáñez de Opacua, cliente del mercado.