amurrio - Hace un mes escaso que terminó la tercera campaña arqueológica en el monte San Pedro de Beratza, uno de los paisajes mejor conservados de la Guerra Civil en Euskadi, y ya hay quienes se han acercado al enclave, ubicado entre Amurrio, Orduña y los concejos de Aloria, Lezama y Uzkiano, con el objetivo de engrosar sus colecciones privadas sacando a pasear el detector de metales con el fin de saquear piezas. “Esta práctica ilegal y bastante poco ética, es mucho más masiva y agresiva de lo que la gente puede pensar, y afecta a nuestro bien común histórico”, denuncia el arqueólogo de la Universidad del País Vasco que lidera la excavación de este año, Josu Santamarina Otaola. También recuerda que este yacimiento “es un campo de experimentación metodológica, de conocimiento colectivo y de debate público, por lo que no se puede aceptar esta privatización de bienes que nos pertenecen a todos“.
Con todo, el hecho de que estos furtivos hayan puesto su punto de mira en San Pedro es un indicador del interés que despierta este enclave como tesoro histórico y que avala la investigación iniciada en 2016, con el objetivo de documentar las fortificaciones construidas por los batallones del Ejército Vasco y las dos principales batallas que se registraron en su suelo: la conocida como Batalla de Villarreal, en diciembre de 1936, y la Batalla de San Pedro, en mayo-junio de 1937. Por otra parte, se busca hacer de este enclave un foco de memoria, en clave didáctica, que aborde la cuestión de los Derechos Humanos.
La idea es “constituir una ruta de la memoria que tenga San Pedro como uno de sus puntos visitables, dotándole de unos buenos paneles explicativos que informen de su historia, de forma que se convierta en un lugar de debate, conocimiento y aprendizaje compartido“, matiza Santamarina. Ve en este proyecto “algo realmente necesario, porque la Guerra Civil tuvo lugar hace ya ocho décadas, pero las lecciones que podemos sacar de ese conflicto son todavía muchísimas y más en un lugar como San Pedro, que tiene un grado de conservación altísimo y en el que confíamos poder seguir excavando“.
De sus palabras da fe el fragmento de papel de un ejemplar del diario Euzkadi, fechado el 5 de mayo de 1937 y hallado en el interior de uno de los nidos de ametralladora republicanos, así como el abundante material encontrado en uno de los tramos de trinchera procedentes de la citada Batalla de San Pedro.
“Éste fue uno de los últimos combates en la campaña franquista sobre Bizkaia y consistió en una gran ofensiva sublevada llevada a cabo por bombarderos alemanes de la Legión Cóndor, carros de combate italianos y la aguerrida infantería de la III Brigada de Navarra. Las fuerzas republicanas del Ejército Vasco poco pudieron hacer ante semejante ataque. La resistencia fue efímera el primer día de la batalla, el 26 de mayo de 1937, y la huida republicana debió ser desesperada y terrorífica“, describe el experto.
En relación con aquel momento, el equipo arqueológico de la UPV-EHU ha hallado decenas de casquillos de diversos calibres y procedencias (Checoslovaquia, Francia, Polonia, Estados Unidos, Rusia, Alemania...), “que demuestran la internacionalización del conflicto“; objetos cotidianos como hebillas de cartuchera y de tirantes, cucharas y tenedores, botellas de vidrio o botones de camisa, además de más fragmentos de papel escrito, aún sin identificar, y, lo más asombroso, una caja de munición para ametralladora Hotchkiss completa, con toda las balas del calibre 7mm sin disparar. “Estamos hablando de más de cien cartuchos completos. Es muy posible que esta munición estuviese preparada para ser utilizada en la defensa de San Pedro desde ese nido, pero el avance franquista impidió su uso. Este hallazgo de una caja de munición completa y sin usar es un caso casi único en la Arqueología de la Guerra Civil“, sentencia el arqueólogo.
Ahora, el trabajo con los materiales continúa en los laboratorios de la Universidad y pronto habrá más novedades sobre los descubrimientos hechos en el monte San Pedro.
chapa identificativa De hecho, los arqueólogos también están siguiendo la pista, a través de los archivos y con grandes frutos, al principal hallazgo de este año: la chapa identificativa del miliciano Manuel Mogrobejo Arnaiz, de cuya apasionante y trágica historia dio cuenta DNA el pasado mes de noviembre.
“Hemos establecido contacto con dos de sus sobrinas, por parte de su hermana Juana y residentes en Buenos Aires, que han sido localizadas gracias a la ayuda del Euskal Prospekzio Taldea, pero la búsqueda de más descendientes continúa porque parece que por parte de su hermano José Luis hay parientes en Galicia”, adelanta Santamarina.
Además, se da la circunstancia de que los tres hermanos - José Luis también hizo frente al franquismo con Manuel desde las filas del batallón comunista Leandro Carro y Juana se casó con un represaliado gallego que huyó a Argentina- aparecen en la Causa General, en un listado de personas desaparecidas en busca y captura en el Cuartel de la Guardia Civil en Amurrio en 1938, “cuando Franco andaba tras la pista de colectivos que quería reprimir, por lo que todo apunta a que podían tener familia en Amurrio y también estamos investigando esa rama”, añade.
Hasta el momento, la pista de Manuel -nacido en Amorebieta en 1918, combatiente en San Pedro con 17 años y que pasó por el campo de refugiados francés de Gürs, así como por varios campos de concentración nazis hasta que, con 26 años, fue liberado por tropas norteamericanas el 5 de mayo de 1945, del tristemente famoso Mauthausen-Gusen, en Austria- les ha llevado a que seguía vivo en Barcelona en 1959. Año en el que, según un número del Boletín Oficial del Estado (BOE), la Justicia Civil franquista menciona su nombre, citando que se encuentra residiendo en la Ciudad Condal, que es maestro artesano y que se le acusa de usurpación de funciones y tentativa de estafa cometidos en 1942.
“Esto es algo imposible, en tanto que no se encontraba en España en aquel momento, sino, como bien sabemos, prisionero en Mauthausen. Esta última referencia histórica tal vez pueda relacionarse con las represalias a las que podían querer someter a Manuel las autoridades de la Dictadura“, apostilla Santamarina. La investigación continúa.