¿Cómo surgió la idea de llevar a cabo esta publicación?

-Cuando salgo de presidente de la Asociación del Aceite y el Olivo de Rioja Alavesa (MAORA), por un tema personal me fui con un déficit de hacer algo más por el sector. Por eso, este libro me estuvo rondando en la cabeza durante dos años y al final me dije que debía hacer algo, porque las palabras se las lleva el viento y la letra impresa es la que perdura.

¿Superará el paso del tiempo?

-La idea que desarrollé fue hacer un libro atemporal. Es decir, que se pueda leer dentro de treinta años y que la gente pueda reconocer lo que pasó. Ésa fue la razón para elaborarlo, porque creo que debía algo al sector. Creo que he sido un privilegiado, tengo esa deuda con Rioja Alavesa y debía devolver algo a esta comarca. Y eso lo hago a través del libro.

Han sido cerca de dos años de preparativos?

-Sí, entre la planificación de cómo queríamos que fuese el libro, hablar con la gente? eso duró como seis o siete meses. Luego contacté con Toni (Antoni Juan Pastor) y con otras muchas personas que se mostraron dispuestas a colaborar.

¿Cómo se han organizado?

-En octubre/noviembre del año pasado, es decir hace un año, fue cuando empezamos prácticamente a tiempo completo: yo todo el tiempo y Toni tres meses y medio o así en Rioja Alavesa, alojándose en Baños de Ebro para hacer las entrevistas que le propongo y en las que voy analizando a cada persona que sale en cada una de ellas. A cada entrevistado le fuimos buscando algo especial. También contacté con los cuatro técnicos especialistas en la materia: Alberto Alecha, Jorge Martínez Álvaro Montejo y Alberto López de Ipiña, que son los que hablan de olivo, del aceite, del control de calidad y de la cocina.

El libro está configurado en tres bloques?

-Así es. La primera parte es la colaboración de los expertos con la idea de que el lector se meta en el olivo y el aceite de Rioja Alavesa. Se trata de una información somera, que no profundiza en los grandes conocimientos sino que es un texto para que el lector pueda entrar fácilmente a la historia.

A continuación, aparecen los testimonios de las gentes del aceite.

-Es la parte a la que le doy la máxima importancia: las entrevistas. Es un canto al capital humano que tenemos en Rioja Alavesa y a este cultivo tan pequeño pero que ha sido histórico y que ha dado de comer a Rioja Alavesa cuando la viña tuvo problemas, a principios del siglo XX, cuando la filoxera ataca y Rioja Alavesa se queda con doscientas y pocas más hectáreas de viñedo, y sin embargo el olivar llegaba a más de mil hectáreas. Luego, en los años 50-60, cuando la uva empieza a ser rentable y da dinero es cuando el olivo empieza a bajar y se queda, en el año 2000, en doscientas hectáreas de olivos, Es el olivar viejo, centenario, que tenemos.

Sin embargo, ese año es cuando regresa de nuevo el interés por el aceite.

-Efectivamente. Hasta el 2000 lo que se hace es arrancar. De 1950 a 2000 se arrancaron miles de olivos de Rioja Alavesa. En Yécora se quedan con una hectárea; Oion arrancó un montón de olivos cuando llegó la parcelaria y muchos de ellos desaparecieron porque se fueron para las calefacciones de Logroño. Entonces era más rentable vender madera que producir aceite. La situación es tal que el trujal de Moreda deja de funcionar y lo hace solo cuando aparece el problema de la colza, que la gente se asusta y dice que vamos a tomar nuestro aceite, que sabemos que es sano. Es entonces cuando vuelve a funcionar el trujal de Moreda.

¿Qué sucede en el año 2000?

-Que empieza el cambio. Primero con la asociación ADORA, que son quienes comienzan a impulsar el cultivo y en el 2007-2008 comienzan las actividades, el proyecto Oleum y logramos que ya no arranquen olivos y que empiecen a plantar. Además, también conseguimos que gente joven se implique en el aceite y el olivo.

Todos los entrevistados son las gentes del olivo y el aceite.

-Sí, son 34 entrevistas, de las que 29 son de la zona de Rioja Alavesa y los cinco restantes son espejos, para saber cómo nos ven desde fuera. Podríamos haber hecho doscientas entrevistas, pero eso no sería el libro. Los que hemos incluido ha sido una mezcla de gente mayor contando su historia, gente joven explicando sus proyectos, gente de una zona donde el olivar es importantísimo, gente donde el olivar es una cosa extraña, o que lo fue durante los últimos años, aunque hay documentación que demuestra que olivos hubo en todos los municipios, menos en Salinillas de Buradón. Sin embargo, es importante contar que en otros lugares como Samaniego hubo dos productores notables. Y esto a la gente le extraña. Que en Elvillar hay un chico joven que está haciendo aceite o que en Barriobusto Ruiz de Gauna nos cuenta su vida, la de uno de los grandes productores de oliva de Rioja Alavesa. Hemos mezclado de todo un poco para ofrecer una radiografía, una fotografía de lo que yo entiendo qué es el aceite y el olivo en la comarca.

¿El que más testimonios tendrá es Eugenio Ceballos, el mayor de los entrevistados?

-Cuando comenzamos a planificar el desarrollo del libro, entre las sesenta personas que han participado en su elaboración, hablamos con Eugenio Ceballos en Moreda, el mayor, que nos orientó la distribución de las entrevistas como lo hemos hecho. Él fue el primero porque es la historia del olivar y tras comenzar en Moreda, en el este, fuimos hacia el oeste, con un trato igualatorio por cada municipio hasta Labastida.

¿Este cultivo ofrece atractivos para la gente joven que está en la actividad agraria?

-Las visitas extranjeras se quedan asombradas. El aceite es el tema medioambiental que tiene la bodega. La uva es la economía, pero el rostro humano lo pone el aceite. Hay ejemplos de chicos jóvenes que han empezado, que han comprado su maquinaria como en Elvillar o en Lapuebla, y están haciendo grandes aceites. Ahora acaba de comenzar el trujal de Lantziego y las expectativas no pueden ser mejores. El olivo no va a salvar la economía de Rioja Alavesa, pero sí que va a apoyar a la comarca, porque el olivar también es marca Rioja Alavesa.