Nekane Pascual no lo tuvo fácil. A los 16 años perdió a sus padres y, tras encajar el duro golpe, tuvo que replantear su vida. Decidió dar prioridad a su formación académica para garantizarse un futuro. Se matriculó en la universidad y estudió Trabajo Social, y durante el último año en la escuela surgió la oportunidad de participar, junto con una compañera, en una iniciativa social en Ecuador. Se animaron y consiguieron trabajar para el Fondo de Desarrollo Infantil, FODI. “Nos presentamos a un proyecto para crear una serie de guarderías en las comunidades indígenas y lo ganamos”, recuerda. Aquel éxito les abrió la puerta a la posibilidad de quedarse en el país para desarrollar todo el plan en su conjunto. Una idea atractiva, porque suponía trabajar con “niños que recibían mucho amor, pero que presentaban muchas otras carencias”. Después de darle muchas vueltas, valoró los pros y los contras y decidió regresar a su Vitoria natal. “Aquí tenía a mis hermanos y a mi pareja, así que decidí regresar”.

Animada por la experiencia vivida en Sudamérica, pero aún un tanto indecisa en cuanto a sus siguientes expectativas, Nekane resolvió seguir adelante con su formación y, al mismo tiempo, ir dando forma a un proyecto propio. Los primeros pasos dentro del mundo del emprendizaje resultaron un tanto desalentadores. Hizo algunos cursos, preparó su plan de negocio y tocó varias puertas en las administraciones, pero al abrirlas halló “poco apoyo”. Los comienzos fueron “bastante duros, no sabía por dónde empezar. Busqué durante un año y la verdad es que en aquellos momentos me sentí un poco sola”, reconoce. No desistió. Siguió trabajando en su idea animada por sus familiares y, finalmente, dio con dos personas, claves en su vida, que le ayudaron. Dos expertos en materia de asistencia social que le prestaron su apoyo, le dieron confianza y le orientaron hacia el sector de los servicios geriátricos. “Había hecho prácticas con tercera edad y sentí que existía la necesidad de hacer cosas nuevas, darle otro enfoque y especializar. De siempre me ha gustado el campo de la tercera edad, porque pienso que podemos aprender mucho de ellos”, señala.

“Me guiaron y monté, con muchísima ilusión, lo que fue la residencia Salburua en 2008 para 14 personas”, repasa. Aquel primer hito no supuso, ni mucho menos, el final del camino. Alentada por estos dos expertos, crearon el Grupo Empresarial Agure. Con el tiempo, la recién creada estructura absorbió la residencia Salburua y, posteriormente, ya como grupo consolidado, procedieron a crear el centro Agure Zabalgana. Poco a poco, y gracias a la tenacidad y al esfuerzo continuo de los participantes en el grupo, el listado de infraestructuras se elevó a cuatro -divididos entre Zabalgana y Salburua-, pero esta misma semana está previsto que la cifra crezca con una nueva incorporación.

El tesón y el trabajo son las claves que sustentan este éxito. “Cuando abrí la primera residencia, compaginé el trabajo que desarrollaba allí con los estudios. Iba a Madrid a estudiar Psicoterapia los sábados y los domingos. Tenía 22 años y decidí seguir formándome durante los fines de semana en lugar de salir de fiesta como hacía la gente de mi edad. Además, en estos años he tenido dos niñas, así que no ha quedado tiempo para distraerse”, relata.

Ahora, como parte del Grupo Agure, Nekane es trabajadora social y psicoterapeuta en los centros que gestionan. “Ha ido todo muy rápido, pero hemos realizado un gran esfuerzo entre todos”, asegura. Además, la especialización y la atención personalizada les han permitido crecer de forma constante. En la actualidad, en torno a 80 personas son usuarias de estos centros, que trabajan fundamentalmente en los campos del deterioro cognitivo -los niveles de atención varían en función de la residencia- y la movilidad reducida. “Cada centro tiene sus características, no mezclamos”, puntualiza.

A día de hoy, continúa armonizando las diferentes facetas de su vida, ya que al margen del trabajo en las residencias y del papel de madre, continúa estudiando para obtener varios máster. “Hay que saber buscar gente que crea en ti, que te ayude y que te diga que puedes conseguirlo”, explica.