Nanclares - Vecinos y visitantes abarrotan desde ayer los espacios urbanos donde se han programado actos con motivo de las fiestas de Nanclares de la Oca, pero sin lugar a dudas el momento más multitudinario fue el que se vivió a media tarde con motivo de la bajada de El Brujo, cuando se dan inicio a las fiestas de la localidad alavesa.

Desde antes de las seis de la tarde la gente había ido llegando al parque Lehendakari Aguirre, así como a los accesos a la Herriko Enparan-tza, que finaliza al pie de las escaleras por las que se accede a la parroquia de la localidad. El objetivo estaba claro: Los langraiztarras querían vivir a tope la memorable bajada del personaje que desde hace 51 años sirve para arrancar con las fiestas que organiza la Junta Administrativa de la localidad con la colaboración de su Ayuntamiento.

A lo largo de la mañana y a primera hora de la tarde se habían ido instalando txosnas, barracas, veladores? Todos los rincones de la avenida de Langraiz aparecían decorados con aires de fiesta, aunque a la espera de que la gente, especialmente los integrantes de las cuatro cuadrillas de la localidad -Inaxio, La Txata, Patxi y Tronchabuches, acompañados por Gesaltza y la Txaranga Mecánica-, arrancasen para acudir al pie de la parroquia. En su campanario, como ya es tradición, permanecía agazapado El Brujo, encarnado por Óscar Salgado, tercer brujo de la dinastía que arrancara con Patxi Hernández a finales de los años 60 del siglo pasado.

Muchos se ahorraron el lento paseo, de casi media hora, desde el parque y hasta donde se encuentra el templo, en la ya citada Herriko Enparantza, por lo que todos los rincones de ese lugar aparecían con niños y mayores esperando con ilusión la llegada de la comitiva de cuadrillas. Encabezándolas, los primeros que aparecieron fueron los cabezudos, repartiendo sablazos a diestro y siniestro con unas varas de goma espuma, mientras la chiquillería les hacía trastadas para provocarles y que le persiguieran a la carrera entre la gente.

El reloj marcaba puntual las 18.30 horas cuando el txupinazo anunció el comienzo de la fiesta. En ese momento se abrió la puerta que hay en un lateral de la iglesia, abierta ex profeso en ese lado para facilitar la salida de El Brujo todos los años, y por allí apareció Óscar, con su paraguas, con un cestaño lleno de caramelos que comenzó a lanzar a la gente reunida abajo y sus alpargatas tradicionales. Deslizándose por la larga sirga que llegaba hasta un remolque que la mantenía en tensión, a medio camino se detuvo y desde allí realizó el saludo a los asistentes, así como las chirigotas hacia las cuadrillas y los vecinos, en medio de las risas y aplausos de los que aguardaban en la calzada.

El Brujo, antes de iniciar la bajada, recordaba el origen de la tradición que él representa en la actualidad. Fue a través de una charla entre cinco amigos en un bar, dándole vueltas a qué se podría hacer para atraer a más gente a las fiestas de la Asunción y San Roque de Nanclares de Oca, que hasta ese momento se ceñían a tan solo dos días, uno por cada santo. Y de pronto llegó la inspiración al salir en la conversación que en Vitoria se había dado un vuelco a las fiestas con la creación de la figura de Celedón.

El escenario era Casa Manolo, un bar que ya cambió de manos y de nombre, y la fecha lleva hasta 50 años atrás, aunque las veces que ha descendido este personaje son cincuenta y uno, ya que el primero fue una prueba para ver si era efectivo.

En aquella charla entre las cinco personas que lo inventaron, de las que sobreviven dos -Manolo Besga y Jesús Albaina-, propusieron que se podía hacer bajar a una persona desde la torre de la iglesia a la calle, a través de un cable y con un asiento especial. Se trataba de que fuera una persona y no un muñeco, para darle más valor al evento. Así que pronto se pusieron en contacto con el herrero de Nanclares en aquella época para que fabricara ese asiento, con el fin de que fuera seguro, ya que la distancia que El Brujo recorre es considerable. Después tocó buscar a El Brujo, alguien que no tuviera miedo y al mismo tiempo fuera ingenioso y popular, ya que aquí no había muñeco que sustituyera a la persona bajando por la sirga y además debía pronunciar un discurso desde las alturas.

Así fue como Patxi Hernández Pérez fue el primero en descender desde los cielos de Nanclares el 14 de agosto de 1968 y lo siguió siendo durante 26 años, hasta 1994. Él fue quien le dio nombre al personaje. Y lo hizo por casualidad, ya que el apodo de Patxi era El Brujo. Como añade Oscar Salgado, si se hubiera apodado El electricista ese sería el nombre del personaje. Tras él fue sustituido por su hijo, Patxi Hernández López, que lo fue durante 17. En la actualidad es Óscar Salgado, aunque en 2014 tuvo que sustituirle el anterior a causa de una operación. Óscar fue elegido por consulta popular.

El actual Brujo habla emocionado de lo que siente cuando está arriba: “Allí lo veo todo y claro y es emocionante. Tanto que un año me puse el pulsómetro y tenía entre 186 y 187 pulsaciones por minuto”. Añade que es “una mezcla de alegría, nervios y un afán de no defraudar a la gente, que lo esperan todo de El Brujo”.

merecido homenaje El año pasado, para recordar aquella historia y homenajear a aquellas personas que hicieron posible la creación y prestigio de El Brujo, la Junta Administrativa de Nanclares erigió una estatua en una fachada de la plaza, realizada por Koko Rico, que se compone de una boina, unas sandalias y el paraguas típico, entre otros elementos.

Tras llegar El Brujo al suelo y hacerse las fotos de rigor con cuadrillas y grupos de amigos, se formó otro pasacalles para asistir a la apertura de los zurracapotes con los que hacer tiempo hasta el comienzo de la música, que en la jornada de ayer estuvo bajo la responsabilidad de la orquesta Ciudadela.

Hoy miércoles será el día del mercado de artesanía, en el que se encontrarán carpas y stands de artesanos, juegos infantiles, exhibición de oficios artesanos tradicionales y un taller de cerámica con torno, todo ello regado con cervezas artesanas y un mercadillo solidario más reducido.

El jueves será la jornada para los más pequeños, para quienes se ha puesto a su disposición un gran parque infantil, la bajada de El Brujo txiki en la plaza Lehendakari Aguirre y una multitudinaria degustación de paella que tendrá lugar a partir de las dos y media de la tarde.

Las fiestas de Nanclares de la Oca concluirán el sábado con una verbena a cargo de la orquesta Drindots y la entrega de la bandera a la mejor peña de las fiestas 2018.