Vitoria - El día grande de las fiestas de Gasteiz es para paladear. No hace falta grandes alharacas. Simplemente basta con dejarse llevar. Si se hace así, uno puede llegar a comprobar en carnes propias el cariño y el fervor (cada uno lo demuestra a su manera) que el pueblo de Gasteiz profesa a su patrona, a la que mima con orgullo cada vez que el aldeano de Zalduondo anuncia su llegada.
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