Desde que comienza el mes de agosto, cada día es una cuenta atrás para ellas. Su pensamiento permanece fijo en el día 5 y la mayoría confiesa que le es imposible no echar una ojeada al traje de neska de vez en cuando. “Abro el armario y lo miro todos los días”, reconocen. Algunas repiten el ritual varias veces por jornada, con un ápice de ansia tras haber celebrado Santiago por todo lo alto. Son 16 gasteiztarras pertenecientes a la Federación de Asociaciones de Blusas y Neskas. Marta, Jaione, Ana, Elaia, Amaia, Verónica, María, Haizea, Idoia, Mónica, Obdulia y Asun, presidenta de la agrupación. Las otras cuatro que faltan en el listado son más conocidas por sus nombres de guerra. A Laura le llaman Maradona, a Sonia Batistuta, a Amaia Zipi y a Sonia, Zape. Representan a las siete cuadrillas que conforman la Federación -Biznietos de Celedón, Gasteiztarrak, Los Martinikos, Batasuna, Jatorrak, Los Bainas y Bihurriak- y saben que este año disfrutarán, como cada nueva edición, de las mejores fiestas de sus vidas.

La presente entrega de La Blanca cuenta con tintes más feministas, pero ellas aseguran que vivirán las fiestas “igual que siempre”. Aunque lucen prendas moradas por exigencias del guión, algunas no están del todo de acuerdo con la propuesta de inundar con este color la plaza durante el momento mágico de la bajada. Al menos no de esta manera. “Está fenomenal que apoyemos que nadie se pase de la raya, pero tal vez estamos mezclando los conceptos, porque la fiesta es la fiesta”, explica una. “Las reivindicaciones están bien, pero tampoco hay que pasarse de la raya. Nosotras a veces somos más brutas con los chicos de la cuadrilla que ellos con nosotras”, agrega otra. “Es positivo, pero no nos podemos quedar sólo con hacer algo en fiestas. El año tiene más meses”, completa una tercera.

En cuanto a la lectura del pregón, que este año ha recaído exclusivamente en deportistas alavesas, consideran que la medida puede ser positiva, “aunque quizás llega un poco tarde”. Como alternativa, defienden que los pregoneros encargados de abrir el fuego festivo cada agosto en la capital alavesa sean grupos mixtos. Y paritarios.

En lo que todas están de acuerdo es en que “lo del paraguas morado de Celedón es excesivo”. “La verdad es que chirría bastante”, alegan. Les agrada, por contra, la idea de que las líneas de Tuvisa comiencen, a partir de las fiestas, a incorporar paradas “a demanda” en sus itinerarios para incrementar la seguridad de las usuarias. Agregan un pero. “Estaría bien que todos pudieran disfrutar de ello, los hombres también. ¿O es que acaso ellos no sufren violencia cuando, por ejemplo, les roban? Si se trata de aumentar la seguridad, todos deberíamos ser iguales. Somos blusas y neskas, vecinos y vecinas, todos lo mismo”, apuntan.

También aplauden la iniciativa promovida por el Ayuntamiento de distribuir vasos reutilizables para evitar el exceso de residuos y esperan que se empleen también durante los paseíllos, para mantener el entorno festivo lo más limpio posible. “Está muy bien la idea de que se puedan colgar”, valoran.

Asun Ortiz, integrante del grupo y presidenta de la Federación, recuerda que en el momento en el que se produjo la escisión con la Comisión, hace ya dos años, se les acusó de no guardar silencio durante el paseíllo de vuelta del 9 de agosto en protesta por un intento de agresión sexual. Aclara que no sucedió así y que, aunque hicieron el parón previsto de media hora, siempre se ha hablado de machismo “a pesar de que respetamos completamente el protocolo”. “Somos mujeres y somos las primeras que apoyamos y defendemos ese protocolo, las primeras que lo reivindicamos. Si viésemos actitudes machistas, no estaríamos en las cuadrillas. Nunca hemos tenido un conflicto en ese sentido”, le arropan sus compañeras.

Cuando se les pregunta sobre los efectos reales de la separación, aseguran que, en el día a día de La Blanca, cuando todos visten con orgullo el traje, no caben las diferencias. Se figuran que tal vez pueda caber algún tipo de disparidad a nivel organizativo, pero nada que haga peligrar la unidad de los blusas y las neskas entre el 5 y el 9 de agosto.

Al mirar al cielo, barrido de nubes por la ola de calor, explican que hay maneras de aligerar el traje de neska, eligiendo chalecos más finos o blusas de manga corta más livianas, pero reconocen que, en general, “da bastante calor”. Una de ellas comenta que, según su padre, “la blusa no da ni frío ni calor”, y explica que cuando éste ve a algún blusa que no viste adecuadamente la prenda por antonomasia de las fiestas, se lo recrimina abiertamente.

Forman un grupo heterogéneo, con edades comprendidas entre los 9 y los 79 años. Elaia es la más pequeña y Obdulia la mayor. La falta de experiencia de la benjamina la compensa la veterana, que desde hace 15 años no falta ni uno a la llamada de Celedón. “Salgo todos los días. Eso sí, ya no salto tanto como las jóvenes”, bromea.

Mientras visitan los escenarios principales de la fiesta, repasan los acontecimientos que están a punto de suceder. Al pasar por el kiosko de La Florida se adelantan unos días al calendario y se imaginan disfrutando allí del almuerzo con la cuadrilla, bajo el sol que a buen seguro presidirá todas y cada una de las jornadas de La Blanca. Al asomarse a la balconada de San Miguel se plantean si es mejor formar parte del grupo de elegidos que ocupa este espacio cuando el Celedón de carne y hueso cruza la plaza, y la mayoría concluye que no, que es mucho mejor “estar en el mogollón”. Al llegar al logo de musgo de Vitoria-Gasteiz, varias ríen y confiesan que es la primera vez que se hacen una fotografía allí.

Todo empieza hoy. El momento que ellas y el resto de los ciudadanos de Vitoria lleva un año esperando. El escenario está dispuesto para vivir La Blanca como siempre. Como nunca. Sólo falta gritar, juntos, Gora Celedón! Gora Andra Maria Zuriaren Jaiak!