los ritos asociados con el solsticio de verano, cristianizados en la fiesta de San Juan, tienen profundas reminiscencias precristianas, relacionadas con el agua, el amanecer, la luz del sol, el mundo vegetal y el fuego, también símbolo del sol. Evidencian cómo el agua y el sol propician el desarrollo del mundo vegetal. Si los romanos creían que el sol se paraba en el momento del solsticio, los antiguos vascos afirmaban que al amanecer de ese día podía vérsele salir bailando.
Hay fuentes que es tradicional visitar al amanecer del día de San Juan, como la de Santa Marina de Agurain, cercana a Sallurtegi, donde quienes padecen enfermedades cutáneas acuden a lavarse. También se considera saludable andar descalzo al amanecer sobre la hierba húmeda de rocío.
Como símbolo del mundo vegetal, en Agurain y en otros lugares, como Bera de Bidasoa e Igantzi, en el Bortziri de Navarra, así como en Oiartzun, Zegama y Ataun, en Gipuzkoa, se planta un árbol en la plaza. En Agurain antiguamente también era costumbre poner ramos de flores en los balcones de las mozas, así como hacer agua de rosas y lavarse con ella al anochecer. En algunos pueblos de la Llanada se mantiene la costumbre de hacer una hoguera esta noche, donde se quema lo que no merece la pena guardar. En Agurain, sin embargo, la plantada del chopo sustituye a la hoguera, que se deja para el día de la degollación de San Juan, el 29 de agosto.
Bajo el cobijo del símbolo de una de las tradiciones más arraigadas de la localidad, el chopo de San Juan, los primeros rayos de luz iluminaron el camino de aquellos que se reunieron en el Casco Histórico para acompañar a los miembros de la corporación -éstos a caballo- hasta Arrizala, a escasos cuatro kilómetros de la capital de la Llanada. Ataviados con trajes tradicionales, los miembros de la corporación cabalgaron, junto a las carrozas realizadas por los vecinos, hasta Arrizala, donde se celebró una misa. Un año más, la pequeña iglesia de Arrízala se quedó pequeña para acoger a las decenas de personas que acudieron al oficio religioso en honor a San Juan, patrón de Agurain. A la salida del mismo, los presentes degustaron chocolate, vino dulce, bizcochos y pastas, un dulce tentempié para reponer fuerzas y recorrer los cuatro kilómetros que separan la pequeña localidad de Agurain.
El recuerdo a las tradiciones continuó tras el almuerzo. A la media mañana tuvo lugar la misa mayor en la Iglesia de San Juan durante la cual se llevó a cabo la tradicional procesión de San Juanico.