vitoria - Centenares de hogueras iluminan la noche de San Juan en Álava con un aire que se impregna del olor a leña quemada. Los más supersticiosos y los más fiesteros celebran el fin de curso y el comienzo del verano con diversión, fuego y todo tipo de rituales para aprovechar la energía de una de las jornadas más cortas y especiales del año. Es la magia que parece venir de dos momentos únicos: la llegada del solsticio del verano y la festividad de San Juan Bautista.
El nacimiento de éste último, ocurrió en una fecha muy concreta, el 24 de junio, en la que, según cuentan, se pone en juego poderosas energías solares que actúan en la Tierra. Todo empieza en torno al solsticio de verano (solstitium de sol y el verbo latino sistere, detener) del día 21. Este año, esto sucedió el jueves, cuando en el hemisferio norte, el astro rey alcanzó su máxima altura sobre el horizonte, pareciendo detener su carrera en el cielo.
Para capturar al detalle este mágico momento hay monumentos megalíticos alineados para marcar la salida y puesta de sol. Uno de los más famosos, en este sentido, es el de Stonehenge (Salisbury, Reino Unido), aunque en Álava, por fortuna, no hace falta tener que desplazarse hasta allí, ya que en el Crómlech de Mendiluce (datado en el 750 A.C.), en las campas de Legaire, dicen que también se puede comprobar el alineamiento de las sombras de los megalíticos verticales durante el ocaso. Aunque con el permiso, eso sí, de la niebla, a quien un equipo de televisión culpó un 22 de junio de 2012 de arruinar la grabación de este instante debido a una espesa bruma que envolvió la loma en la que éste se ubica, a 1.075 metros sobre el nivel del mar.
En cualquier caso, esta adoración del sol, se repite en el resto de la geografía alavesa. Sin ir más lejos, en Arrazua tiene fama que el día de San Juan, al aparecer el sol en el horizonte, sale de la tierra en Maruelexa (cumbre de Arrolamendi) una caldera y que en aquel lugar no nace el helecho, pero existe debajo un tesoro y en Ayala dicen que por San Juan baila el sol.
No en vano, desde tiempos inmemoriales se ha celebrado el estar en el día más largo del año y la noche más corta, el triunfo de la luz sobre la oscuridad, con ritos y costumbres que han sobrevivido al paso del tiempo, y que suelen girar en torno a tres elementos: agua (que se relaciona con la cura de enfermedades y la fertilidad femenina) tierra (con el amor y cumplimiento de deseos) y fuego (renovación y purificación). Además de todo tipo de sortilegios con los que poder encontrar el amor, atraer la fortuna, gozar de buena salud y, en definitiva, atraer la suerte todo el año.
Si bien, la costumbre de encender hogueras es una de las más extendidas. Dice la tradición, además, que el fuego concederá protección a todo aquel que lo salte, aunque cada zona establece el número de veces que hay que hacerlo. Además, las llamas también son propicias para bailes en torno a la fogata y quemas de artículos viejos y sortilegios varios.
Los festejos La fiesta popular del solsticio de Artziniega, que se celebró este jueves, a eso de las 20.30 horas, va asentándose con personalidad propia, como una celebración etnográfica con talleres de txalaparta, kalejiras presididas por Akerbeltz, el macho cabrío que presidía los akelarres, y todo tipo de personajes mitológicos vascos. Y es que “el sol símbolo de luz y calor, o sea de vida, ha sido adorado universalmente como un dios por todas las sociedades primitivas, aunque posteriormente las religiones imperantes en cada época han tratado de adaptar para sí aquellos primitivos cultos. Por ejemplo, la cristiana desplazó el solsticio al día 23 de junio y la renombró como noche de San Juan, pero nosotros respetamos la fecha de la noche más corta del año que celebraban nuestros ancestros, caiga como caiga”, explican desde la asociación etnográfica Artea, Alma Mater del museo etnográfico local en cuyo anfiteatro se desarrolla la mayor parte del programa. Al caer la noche, con el sonido del cuerno, a cargo del maestro artesano Juan Antonio Alaña, en Artziniega se encendió la hoguera para que el público lanzara sus deseos escritos en trozos de papel que el fuego se encargó de purificar, a la vez que se leyeron conjuros y sonó txalaparta, alboka, txistus, trikitixas y tambores, de la mano del grupo de percusión local Builaka.
Otros que dieron la bienvenida al verano, en este caso en la tarde del viernes, fueron los vecinos del barrio de Larrazabal en Llodio, donde se encuentra la ermita de San Juan del municipio. En concreto, los actos comenzaron a las seis de la tarde con juegos infantiles de la mano de Arima, a los que siguió la suelta de cabezudos del grupo Galtzagorri y, a partir de las 22.00 horas, un concierto con Mr. Pongo Band, Enkore y Revolta Permanente, que culminó con una romería con el grupo Urrats.
Asimismo, hoy, sábado, a partir de las 20.00 horas, tendrá lugar la 23 edición del cross y, una hora después, la subida a Larrazabal con el grupo de zanpantzarrak local Ttuntturro, para anunciar el encendido de la tradicional fogata.
Las fiestas de San Juan en Llodio culminarán mañana domingo al mediodía con una degustación de setas a cargo de la Sociedad Micológica local, un concurso de perros pastor en la campa de Astobiza, y una exhibición de danzas vascas con el grupo local Itxarkundia.
La tradición de las Sanjuanadas también lleva a Vitoria a encender fuego en Judimendi (hoy, a las 22.00 h.) y Lakua-Arriaga (20.30h.). En este último barrio el diputado general acostumbra a encender la fogata junto a la ermita de San Juan con uno de los cirios de la misa que se oficia previamente.
Pero hay más. Las tradiciones por San Juan siguen en las fiestas de Laguardia, hoy, donde los Danzarines, con su popular Cachimorro, irán en una vistosa comitiva en busca del alcalde y del regidor síndico, a quienes conducen hasta la plaza, donde tiene lugar el famoso tremolar de la bandera.