VITORIA - El Programa de Educación de Calle (PEC) alcanza las dos décadas de funcionamiento, articulado por los servicios sociales de base, constituyendo la puerta de entrada al sistema vasco de servicios sociales. Se dirige a niños y adolescentes, entre 8 y 18 años en los que confluyen factores, sociales, familiares o personales que dificultan su pleno desarrollo personal y social. El Programa de Educación de Calle lleva a cabo la acogida de la persona, la evaluación de la situación de necesidad o de vulnerabilidad, la planificación y el desarrollo del proceso de atención personalizada con la aplicación de los programas y recursos pertinentes, o con el acompañamiento, en aquellas situaciones que lo requieren, en la derivación a otros servicios del departamento o de las otras entidades que conforman la red del sistema de servicios sociales.

El proceso se lleva a cabo en los 14 centros sociales de base distribuidos por Gasteiz, que se agrupan en diez zonas de influencia, mediante el trabajo de un equipo interdisciplinar formado por la responsable del centro, profesionales del Trabajo Social y de Psicología, personal administrativo y educadores de calle.

Este equipo hace posible la intervención social, socioeducativa o psicosocial que se presta a las personas de la zona. En el curso 2016-17 contó con la participación de 21 educadores de calle, que atendieron a 736 adolescentes, con una media de edad de 14 años. El 57% de ellos fueron hombres y el 43% restante mujeres.

Con motivo de los veinte años de vigencia se ha llevado a cabo un estudio del camino recorrido, contando con las percepciones y relatos de las personas implicadas, profesionales municipales, educadores, agentes sociales y jóvenes con sus familias. Este aprendizaje servirá para mejorar el programa mediante la incorporación de claves que añadan valor a los procesos para responder de la forma más efectiva a las necesidades de las personas, siempre desde la perspectiva de la calidad de la intervención y de la calidez de la relación educativa.

En líneas generales, el programa “ha sido y es una maquinaria bien engrasada y eficiente para hacer frente a las situaciones sociales de cada época y contexto”, apostilla la primera de las conclusiones del estudio del programa. Además, ha sabido irse adaptando a las necesidades del entorno con total inmediatez e incluso, a veces, con el ejemplo de la actualidad, donde aparecen las nuevas formas de comunicación tecnológica o la gran movilidad de las personas usuarias entre zonas, “previéndolas necesidades nacientes y preparándose para las mismas de antemano”, concreta.

En cuanto a la organización y diseño de la intervención, se concluye que desde un continuo contraste entre la teoría y la práctica, el trabajo de los profesionales del PEC resulta ser el núcleo del éxito del programa. “Su bagaje, su vocación e implicación, su capacidad para educar desde el afecto, junto con el conocimiento y manejo de recursos hacen que sean generadores de infinitas posibilidades educativas y que sean modelos referenciales para participantes y otros agentes”, concreta el documento de balance.

Los efectos en las personas que han participado es evidente e importante y los mismos se reflejan en actitudes y valores adquiridos como conocimiento y respeto en la diversidad, inclusión, sentido de las responsabilidad y desarrollo de la autonomía, que son algunas de las claves de las que parte el programa.

Dentro del programa de calle, destaca el valor que se le concede a la relación educativa dentro del modelo de intervención que se establece. Esta relación está basada en la cercanía, en la confianza, en el trato individualizado, en el apoyo, en la voluntariedad o en el vínculo. De tal manera, permite que los sujetos de la intervención superen las limitaciones que presentan en el área personal como la falta de autoestima o la inestabilidad emocional. Gracias al paso del tiempo, las personas pueden apreciar los efectos que el PEC ha tenido en sus propias vidas y en la de la comunidad. “El plan ha ayudado a muchas personas, jóvenes y sus familias, en el crecimiento el desarrollo de la calidad de su vida, así como en la superación de distintas carencias sociales”.

CONVIVENCIA INTERCULTURAL Asimismo, ha facilitado la convivencia intercultural de los barrios y ha creado una sociabilidad intergeneracional basada en el cuidado, convirtiendo a los que en su día fueron sujeto de intervención en educadores de las siguientes generaciones.

Tener los centros cívicos como espacios referenciales del programa se considera estratégico, a pesar de que resulte a veces más compleja la coordinación, pero en lo que se ha hecho un avance desde la clarificación del marco organizativo; por lo que, habrá que seguir profundizando en los modos de interpretación y de actuación que están ligados a las dinámicas grupales que se originan en cualquier estructura organizacional, concluye este balance.

centros sociales. De base en los que se lleva a cabo el proceso, distribuidos por Gasteiz y agrupados en diez zonas de influencia.

adolescentes. Fueron atendidos por 21 educadores en el curso 2016-17. El programa Educación de Calle asiste a chavales de 8 a 18 años.