Carlos Mtz. Orduna

vitoria - Itziar Gandía Quintanilla, psicóloga, psicoterapeuta grupal y experta en procesos de empoderamiento de mujeres, llevará hasta Legutio la conferencia titulada Envejecer bonito en el marco de la programación de Laia Eskola y del ya veterano encuentro de Gorbeialdea, que arrancará a las 16.30 horas. La especialista abordará cómo las nuevas mujeres mayores reivindican nuevos enfoques y debates y nuevas formas de envejecer que sean “justas e igualitarias”, desde el poder propio y colectivo, en una jornada que servirá también para poner en valor el trabajo del movimiento feminista de Gorbeialdea.

Envejecer bonito debería ser una aspiración para todas las personas, pero ¿suele ser posible para las mujeres mayores de hoy en día?

-Es posible. Cada mujer escribe su propio manual para envejecer, no hay ni buenos ni malos. Cada una hace lo que puede. Y envejecer bonito puede tener diferentes significados para cada una. Cada mujer tiene unas circunstancias personales para envejecer y un marco social que dicta cómo han de hacerse las cosas o lo que es normal o lo que se espera de ti según seas hombre o mujer. Los mandatos de genero siguen vigentes para las mujeres también en su envejecimiento, y cada una hace las negociaciones necesarias o a su alcance para buscar la forma de encontrar su propio poder. Entre lo que las mujeres mayores deben ser y lo que cada una realmente necesita o quiere, hay toda una gama de posibilidades. Esto es lo que hacen las mujeres que envejecen bonito: Negocian entre los deberes y sus necesidades. Envejecer bonito es posible si hay inquietud en esta etapa de la vida tan valiosa; y también si hay espacios de encuentro y reunión con otras mujeres, donde las todas pueden ir encontrando espejos donde reconocerse, tiempo para pararse y preguntarse, y evaluar qué lugar necesita ocupar cada una en esta etapa de la vida.

¿En qué pilares fundamentales se debería apoyar ese ‘envejecer bonito’ del que va a hablar en Legutio?

-Voy a compartir, desde nuestra experiencia, las claves más importantes en el proceso de empoderamiento de las nuevas mujeres mayores. Es decir, procesos de cambios internos que las mujeres hacen y que permiten un proceso de envejecimiento con más calidad. Algunos de estas claves son, por ejemplo, la capacidad de poner límites, el reconocimiento del cuerpo como un aliado, poner palabras y reconocer las crisis y duelos que abordamos en nuestro envejecer, reconocerse en el presente y no tanto en el pasado o en el futuro, reconocer el proceso de envejecimiento como un momento de grandes grietas o pérdidas pero también de oportunidades o ganancias?

Hablaba de empoderarse, pero ¿hasta qué punto las mujeres mayores de ahora lo están más que las de hace unos años?

-Las nuevas mujeres mayores han visto muchos cambios en lo externo de sus vidas con respecto a sus madres o abuelas. Sin embargo, lo que hemos visto en los grupos de mujeres es que los cambios internos van a otro ritmo más lento. Aunque las mujeres racionalmente entienden muchas cosas, resulta que a la hora de poner en práctica su poder propio se encuentran con culpas que las siguen dejando paralizadas o con dificultades. Muchas mujeres dicen: yo ya me hice unos cuantos cursos de autoestima y tengo claro lo que necesito en mi vida. Otra cosa es cómo ponerlo en práctica en la realidad de cada una.

¿Son habituales las resistencias entre sus compañeros hombres?

-El colectivo de hombres se resiste a los cambios del colectivo de las mujeres. Los cambios no se están produciendo al mismo ritmo y las mujeres, en esos grupos, hablan de un desencuentro entre lo masculino y lo femenino. En la etapa del envejecimiento hay un trabajo además de reencontrase como pareja, cuando la hay. Y esto requiere que haya una inquietud por las dos partes para tomar conciencia, revisar estereotipos y roles que ya no sirven, cuestionarse el lugar que cada uno ocupa?

¿Y qué papel ha jugado en este proceso la lucha feminista?

-Un papel fundamental. Sin esa lucha y esa reivindicación, no sería posible para las nuevas mujeres mayores de hoy tener espacios como las Escuelas de Empoderamiento, donde parar y seguir cuestionándose cosas. Hay una red de sororidad muy importante entre mujeres y un reconocimiento cada vez más visible hacia las ancestras, todas aquellas que fueron abriendo caminos antes. Las nuevas mujeres mayores son los espejos donde otras se mirarán, son los referentes para otras mujeres que vienen detrás y que tienen la experiencia de ver cómo sus madres , tías, amigas o vecinas han realizado procesos de empoderamiento que les ha permitido mayores cuotas de bienestar, buen trato e igualdad.