Vitoria - El conflictólogo Rafael Marcos conoce bien la manera en la que operan las bandas organizadas. Inició su especialización en 1998, trabajó directamente con ellas durante años en Centroamérica y, posteriormente, colaboró con distintas instituciones de varios países en el desarrollo de planes de prevención para evitar la implantación y el crecimiento de este tipo de grupos. Hace algunas legislaturas cooperó activamente con el Ayuntamiento de Vitoria en la erradicación de lo que por aquél entonces se consideraban estadios previos a las bandas. Pandillas de chavales potencialmente peligrosas que acabaron por disolverse gracias al trabajo desarrollado por los cuerpos de policía y los responsables públicos. Hoy, ante la constatación por parte de la Ertzaintza de la existencia de dos bandas juveniles en Vitoria, conocidas como Combo de Arriaga y Los Lobos, dedicadas a la comisión de pequeños robos y al menudeo de hachís y marihuana, el experto considera que, en el contexto actual, lo importante es incidir sobre las causas que han hecho posible la formación de estos dos colectivos y anima al Ayuntamiento de la capital alavesa a tomar medidas preventivas antes de que el fenómeno crezca o se pueda producir un accidente.
“Es importante analizar el perfil de estos jóvenes y ver qué les lleva a querer formar parte de este tipo de grupos delincuenciales. Sólo si tienes definido el perfil y las causas, puedes actuar sobre ellas”, explica el actual responsable del Instituto Internacional de Ciencias del Comportamiento, INCICOM. Las razones que atraen a estos jóvenes hacia estas bandas son “de lo más variadas”, por lo que asegura que el enfoque debe de ser “fenomenológico”, ya que “a cada persona la vas a sacar de ahí de una manera determinada”.
“Cuando este fenómeno empezaba y analizábamos este asunto, existían otros problemas que eclipsaban a este. Entonces detectamos las pintadas, determinados grafittis que eran de pandilleros, no de grafiteros. En aquél momento se trabajó con el Ayuntamiento de Vitoria, sobre todo desde el punto de vista de la prevención primaria, que consiste en evitar que los jóvenes lleguen hasta estos grupos”.
En otros lugares, el conflictólogo ha llegado a desplegar hasta tres niveles de prevención: primaria, secundaria y terciaria. “La secundaria acota las acciones delincuenciales y establece itinerarios de salida para cada joven de las bandas. La terciaria va dirigida a jóvenes que ya han cometido delitos, por lo que se abre un proceso de reparación y otro de intervención. Aunque la Policía tenga que realizar una represión integral de los delitos, el Ayuntamiento, como Administración local, podría trabajar en la prevención, sobre todo en la prevención primaria”.
El experto recuerda que, en su origen, las bandas nacieron con el objetivo de emplear el fenómeno migratorio para la gestión de estupefacientes. “Cuando toda esta situación se produce en Estados Unidos, está pensada y dirigida por el Chapo Guzmán, el Cártel de Sinaloa y la Mexican Mafia, con la idea de desplazar a otros colectivos de la distribución de la droga”, explica. Amplía su exposición indicando que las bandas son el escalón más sencillo dentro del crimen organizado, “de ahí la importancia de la distribución de la droga y de la defensa del territorio”. “En estos territorios -continúa- siempre hay discotecas y locales de ocio, que es donde realmente se producen las acciones delincuenciales, generalmente relacionadas con el menudeo”.
La situación de Vitoria, pese a contar con dos bandas, no representa un problema grave en opinión del conflictólogo. “Este es un problema acuciante en los lugares donde se produce un fallo del Estado. En áreas donde la Policía cumple un papel represivo pero ni preventivo ni investigador. En nuestro entorno las instituciones públicas son fuertes y estoy convencido de que el fenómeno no irá a más, pero en determinados momentos y ligada a determinadas acciones, o incluso a posibles equivocaciones que los jóvenes pueden cometer, la percepción de inseguridad puede ser muy alta”, advierte.
El experto pone como ejemplo un hipotético homicidio, como el ocurrido hace unos meses en Bilbao. También estuvo a punto de ocurrir en Vitoria en abril del año pasado, cuando agentes de la Ertzaintza detuvieron a un menor de 16 años acusado de apuñalar a otro joven en el pecho. Hoy sabemos que el protagonista de aquel suceso atacó a un miembro de Los Lobos para ganarse el respeto del grupo.
“Conozco a dos jóvenes que sacamos de las bandas. Uno de ellos apuñaló al otro, siendo del mismo grupo. No le alcanzó ningún órgano vital, pero estuvo a punto de suceder una desgracia”, repasa Marcos . Lo mismo que ocurrió en Vitoria. “Ahí nos echamos las manos a la cabeza y las instituciones hiperactúan, cuando podemos hacer muchísimo desde la sensibilización y la intervención temprana, es decir, prevención primaria y secundaria”.
El conflictólogo detalla que cuentan con modelos validados para desarticular bandas mucho más fuertemente consolidadas, “tanto en Centroamérica como en Alcalá de Henares”. Asegura que, “afortunadamente, la tolerancia a este tipo de violencia en la sociedad vitoriana es muy baja, pero la cuestión es que estamos a tiempo de tomar muchas medidas. ¿Quién debe llevar la batuta? ¿Quién ha de tener el protagonismo? Indudablemente, el enfoque ha de ser local y pienso que la administración local, es decir, el Ayuntamiento, debe liderar estas intervenciones. Cuando hemos trabajado mano a mano junto a los ayuntamientos formando a la gente y generando redes de comunicación, han servido de mucho y los resultados han sido muy positivos”, señala.