Vitoria - Más de 250 personas asistieron al concierto por la paz y de homenaje a Halina Birenbaum, superviviente del holocausto, que se celebró el domingo en la iglesia de San Miguel de Vitoria. Ayer y hoy, Halina dedica su tiempo a la juventud visitando colegios en la ciudad y en las dos sesiones celebradas en el Europa a las que se han inscrito más de 1.500 personas. Halina comenzó su intervención diciendo: “Mi vida empezó al revés, empezó con la muerte, pero luego he visto nacer la vida y todos sus valores: el amor, la felicidad, la libertad? cosas que todos estamos llamados a vivir”.
Hizo un breve repaso por los horrores de su vida que comenzaron cuando tenía 10 años y los nazis levantaron el gueto de Varsovia. Tres años huyendo, viendo cómo iban deportando hacia los campos de concentración a vecinos, amigos y familiares, incluido su propio padre y hermanos. Viendo cómo mataban indiscriminadamente, agarrándose a la fuerza y valentía de su madre, quien “lo fue todo” hasta que, tras capturarlas y poder aguantar un tiempo juntas en el campo de Majdanek, se vio separada de su madre y sólo el cariño de su cuñada pudo mantenerla con vida: “solo la esperanza de sobrevivir y la mirada puesta en que una vida mejor era posible”. Pero Halina perdió algo más que a sus padres y a uno de sus hermanos, perdió la fe en Dios y los valores en los que había sido educada: “todos los valores que llegaron a transmitirme mis padres en Auschwitz se hundieron. Viendo la muerte, oliendo aquel tremendo olor de los cuerpos quemados en las cámaras de gas”, señaló
Conserva fotos de sus seres queridos, sólo recuerdos, y eso es lo que trata de trasladar a su familia y al mundo entero porque Halina está convencida de que mientras perdure el recuerdo sobre aquellos hechos, su familia y el resto de personas que los padecieron seguirán viviendo de algún modo, seguirán estando presentes.
Pero también, en medio de aquel horror, Halina descubrió cosas positivas, que “la fuerza de la bondad y del amor es más fuerte que el odio y la muerte. Descubrí que hay personas que en esas situaciones son capaces de dar, de ofrecer, de levantarte del barro en el que te estás hundido cuando caes en el fango del campo de concentración, cuando alguien comparte contigo su último trozo de pan seco y viejo... Estos pequeños gestos te devuelven la esperanza”, manifestó. Halina acabó expresando sus deseos de paz para el mundo y también para su tierra, Israel. - Vicente L. García