Laguardia - El conflicto de las ambulancias se sigue extendiendo en el tiempo. A pesar de lo hablado y negociado en los últimos dos años, la situación se prolonga y afectando también a los propios usuarios de este transporte y a la calidad del servicio.

Entre los afectados se encuentran quienes tienen que ser trasladados desde las comarcas a Vitoria para recibir tratamientos de diálisis. Uno de estos pacientes, R.R., se lamenta de que “hay pocas ambulancias y pocos conductores y esto nos afecta directamente a quienes tenemos que recibir tratamientos en Gasteiz y nos tienen que llevar y traer”. Según su testimonio, “el tratamiento de diálisis dura alrededor de cuatro horas y resulta agotador. Cuando terminas, lo único que quieres es que te lleven a casa y poder descansar para recuperarte”. Sin embargo, “como las ambulancias tienen que realizar tantos servicios, siempre hay que esperar dos o tres horas a la llegada del vehículo, más el tiempo que se tarda en volver a tu domicilio”.

Una enfermera del hospital de Txagorritxu reconoce que, “efectivamente, muchos pacientes deben esperar varias horas hasta que les pueden transportar hasta sus localidades de residencia. Lo hemos comunicado en muchas ocasiones a la dirección, pero es algo que trasciende al propio centro y que tiene que ver con el largo conflicto que vive el sector”. Por su parte, varios pacientes han presentado denuncias a título individual, según relata R.R., “pero hasta el momento no se ha solucionado y continuamos igual”.

En Rioja Alavesa, por ejemplo, sólo hay una ambulancia para ese tipo de transporte, con base en el hospital de Leza. Su destino suele ser Vitoria, pero también Bilbao, San Sebastián o Pamplona, en función del tratamiento que tenga cada paciente. Otras ambulancias tienen su sede en los parques de bomberos: Montaña Alavesa, Espejo? El primer problema radica en las distancias desde el Hospital de Leza a los lugares donde debe recoger a los enfermos: “Llegar a pueblos como Yécora puede costar más de 25 minutos. Oion unos 20 minutos. Eso en condiciones óptimas de circulación. Si no, pueden ser 10 minutos más”, comentaba un ertzaina de los que suelen recorrer la comarca.

Un conductor de una de estas ambulancias apuntaba a la carencia de medios que padecen: “Vamos solos, sólo viaja el conductor, por lo que si algún enfermo tiene un problema durante el traslado lo único que puedes hacer es detenerte en la cuneta y tratar de solucionar la incidencia que haya surgido”. Según su testimonio, “transportamos a muchas personas con dolencias muy diversas. Habitualmente no sucede nada, pero cuando ocurre te das cuenta de la gran carencia de medios que sufres en el vehículo y de lo solo que estás para atender lo que haya ocurrido”.

También se añade a esa situación el cansancio por los kilómetros recorridos. En una mañana se pueden realizar varios servicios, tanto con la capital como con otras ciudades de Euskadi con centros hospitalarios. Y entre un trayecto y otro, “sólo hay tiempo para descansar si no tienes que realizar otro servicio”. “Nosotros no llevamos tacógrafo como los camiones, y por lo tanto no tenemos reglamentado el tiempo obligatorio de descansos tras conducir, aunque llevemos recorridos muchos kilómetros”.

“Al final -añade este conductor- el que realmente corre riesgo para su salud es el paciente que trasladamos. Sin una persona pendiente de su estado, sin un equipamiento de urgencias básico, sin equipo de transmisiones eficiente, la calidad del servicio deja mucho que desear y el riesgo de que surjan problemas se multiplica”.