para los pueblos, acometer cualquier obra de cierta magnitud es un objetivo complicado de alcanzar, al no contar habitualmente con el presupuesto necesario para llevarlas a cabo. Sin embargo, para evitar que ninguna localidad, sea del tamaño que sea, se quede atrás a la hora de contar con infraestructuras básicas para sus vecinos, la Diputación Foral de Álava puso en marcha hace ya 43 años, allá por 1.975, el por entonces denominado Plan Provincial de Obras, que dos años después recibiría ya su nombre actual, Plan Foral de Obras y Servicios. Todo con el propósito de establecer una normativa apropiada que distribuya de forma justa las ayudas a las entidades locales -ayuntamientos, juntas administrativas y cuadrillas- para acometer mejoras.

Cada dos años las entidades presentan sus proyectos y necesidades. No todos se llevan a cabo, pues las peticiones siempre superan con creces el presupuesto que la institución foral alavesa tiene para repartir. Sin ir más lejos, para el nuevo Plan Foral 2018-2019, que se espera resolver en un mes, se han presentado 217 solicitudes para actuaciones que en conjunto suman 106 millones de euros, cuando el presupuesto con el que cuenta la Diputación para repartir son 31 millones. La próxima activación del nuevo bienio del Plan Foral traerá consigo el cierre del actual, que ha comprendido el periodo 2016-2017. Con un total de 32,4 millones de euros -22 para obras de infraestructuras y 10 para equipamientos-, el Departamento de Desarrollo Económico y Equilibrio Territorial recibió 246 peticiones, de las que 197 fueron atendidas, ejecutándose acciones en localidades de todo el territorio.

Según explica a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la teniente de diputado general y diputada de Desarrollo Económico y Equilibrio Territorial, Pilar García de Salazar, el Plan Foral es una herramienta fundamental para “cohesionar el territorio” y conseguir que “las entidades de población pequeñas, como una junta administrativa, pueda sacar adelante una obra que si no fuera por el Plan Foral no podría hacerlo con financiación propia”. Acciones que “permiten una mejora en la calidad de vida de los habitantes de todas las localidades, porque las personas que viven en los núcleos rurales pequeños también pueden disfrutar de unas infraestructuras que si fuese sólo por la financiación del Fofel difícilmente podrían salir adelante”, señala García de Salazar. Proyectos que, en definitiva, “permiten que el territorio tenga un desarrollo equilibrado”.

La distribución de unas u otras actuaciones, bien por el Plan Foral o a través del Fofel, está determinada en base a un baremo aprobado por las Juntas Generales, y son los propios ayuntamientos o juntas administrativas los que deciden qué actuaciones consideran más necesarias en sus pueblos. “También hay un punto de responsabilidad por parte de los ayuntamientos, porque la obra no se les financia al 100%”, subraya la teniente de diputado general, y de solidaridad entre los pueblos, pues obviamente no siempre son los mismos los que cada dos años se benefician de esta inyección económica para mejorar su día a día.

Las casi doscientas actuaciones que han formado parte del Plan Foral 2016-2017 abarcan obras de todo tipo y condición. Desde la reforma de la ikastola de Maeztu (172.000 euros), hasta la urbanización del pequeño pueblo de Ezkerekotxa, que con apenas cuarenta habitantes se encuentra en pleno lavado de cara con una obra que asciende a casi dos millones de euros. “Vamos a levantar todo el pueblo”, asevera el presidente de la junta administrativa de Ezkerekotxa, Miguel Ibañez, sobre unas actuaciones que incluyen “canalizaciones, red de saneamiento, meter la electricidad y telefonía, cambiar por LED el sistema de alumbrado público...”. “Somos cuarenta habitantes censados. Sin el Plan Foral de Obras y Servicios estas obras serían imposibles de ejecutar salvo que pusiéramos un pastizal cada vecino”, admite. Desde Maeztu, su alcalde, Anartz Gorrotxategi, explica por su parte que gracias a la inyección recibida han podido acometer multitud de mejoras para los 74 alumnos del colegio, como “mejorar la calefacción y el sistema eléctrico, instalar un sistema antiincendios mejorado, cambiar las puertas...”.

Las actuaciones abarcan obras de todo tipo. En Zalduondo han destinado 55.379 euro para el cambio del alumbrado público a luces LED. En Salcedo se han implementado nuevos sistemas de depuración y mejora de los desagües por 386.895 euros. En San Millán se ha reparado la cubierta del polideportivo y se han mejorado los vestuarios por 57.441 euros. En Roitegui se ha ejecutado entre otras medidas un sistema de district heating, un método de calefacción colectivo en el que el calor se produce en una central y se distribuye por una red a las casas (1,5 millones de euros). En Kuartango se ha rehabilitado la fachada del antiguo balneario. En Laguardia se ha renovado el pavimento del Casco Histórico... Proyectos realziados o en marcha para que los pueblos del territorio no se sientan agraviados respecto a la capital alavesa.