vitoria - Como todas las personas que un buen día se han decidido a cruzar las puertas del grupo 24 horas que Alcohólicos Anónimos gestiona en Vitoria, Belén tuvo que tocar fondo hace ahora casi cuatro meses, cuando inmersa en una espiral autodestructiva que se prolongaba ya durante cerca de una década decidió abandonar su Logroño natal, cambiar de aires y tocar el timbre del colectivo. “Estaba desesperada. Busqué en Internet y decidí encerrarme aquí, porque si me quedaba allí no lo iba a conseguir”, relata en conversación con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Lo hace precisamente desde la que se ha convertido en su segunda casa, el local ubicado en el número 19 de la calle Burgos, en el barrio de Aranbizkarra, que tiene sus puertas abiertas los 365 días al año, día y noche, para quien lo pueda necesitar. Fue el pasado 12 de octubre cuando Belén dio el paso, aunque al ser cuestionada sobre cuánto tiempo lleva aquí prefiere ceñirse a uno de los lemas de referencia de Alcohólicos Anónimos: “Sólo por hoy, porque mañana nunca se sabe”.El grupo 24 horas de Gasteiz sigue conservando la peculiaridad de ser el único de estas características abierto en el conjunto de la CAV. A diferencia de los grupos convencionales, como los tres que ya existían anteriormente en la capital alavesa y continúan en marcha a día de hoy -Adurza, Arana, Araba-, sus miembros montan guardia durante toda la jornada en sus instalaciones o pegados al teléfono. Quien lo necesite, puede encontrarlos en el número de teléfono 945033206.

Uno de ellos es Jesús, de origen asturiano, que inició su destructiva relación con el alcohol cuando apenas tenía 16 años. Fue uno de los tres impulsores del grupo 24 horas inaugurado el 26 de noviembre de 2015 y todavía hoy continúa sobrio y ayudando a sus semejantes tras una primera juventud marcada por las recaídas, las “broncas” con la policía y los problemas jurídicos. “Esto es un programa de vida. No vale con aprender los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, sino que hay que ponerlos en práctica todos los días”, enfatiza Jesús. Ésos que empiezan con el célebre Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables. En la actualidad, el grupo acoge a una media de once miembros permanentes, el doble que hace algo más de un año, cuando todavía sus fundadores trataban de darse a conocer entre la ciudadanía de Gasteiz. “Pueden parecer pocas si hablamos de que el 10% de la población es alcohólica, pero son once vidas salvadas”, pone en valor Jesús. Hace poco, el grupo celebró su segundo aniversario en el centro cívico de Salburua.

un mínimo deseo Basta con tener un mínimo deseo de mantenerse sobrio como requisito para tocar las puertas del colectivo. Sus integrantes no deben hacer frente a cuotas ni honorarios, y ni mucho menos pertenecer a una institución, religión u organización política. Lo único que comparten es la mutua experiencia, la fortaleza y la esperanza por superar una enfermedad tan común como el alcoholismo y ayudar a otros a recuperarse. “Tenemos que dar todo lo que buenamente recibimos de otros”, expone Jesús.

Belén ha sido una de las últimas en sumarse a esta pequeña pero cada vez más numerosa familia e iniciar su camino hacia una vida normal. Probó el alcohol por primera vez muy joven, con apenas 12 años, aunque a lo largo de su adolescencia bebía principalmente los fines de semana. Los mayores problemas en aquella época, de hecho, los tuvo con otras drogas como la cocaína, aunque por suerte logró dejarlos atrás con el tiempo. Un punto de inflexión en la vida de Belén fue la muerte de su expareja con sólo 33 años, cuando ella sumaba 27 y se quedó a cargo de su hija, que entonces apenas tenía cinco.

Hace casi nueve de esto, cuando Belén comenzó a beber compulsivamente para calmar su depresión y progresivamente fue metiéndose “en otra cosa”: el alcoholismo, y los consiguientes temblores, la ansiedad y el síndrome de abstinencia cuando no tenía a mano nada para beber. “Ni me imaginaba que pudiera acabar así por el alcohol. Bebía todos los días y cada vez más, hasta convertirse en un infierno. Ya no era para pasarlo bien, sino porque no podía parar y no sabía muy bien por qué. Se convirtió en una obsesión”, relata Belén.

Por suerte, con fuerza de voluntad y la ayuda de sus compañeros, su existencia ha dado un vuelco radical. Sólo por hoy, aunque ya es una vida más salvada, como otras tantas. “Estoy muy contenta, y las personas que me conocen me dicen que me ha cambiando la cara, que tengo la mirada brillante. Que la gente que es alcohólica se dé una oportunidad, porque merece la pena”, resume Belén.

Grupo 24 horas. Se ubica en el bajo del número 19 de la calle Burgos, en el barrio de Aranbizkarra. Abrió sus puertas el 26 de noviembre de 2015, convirtiéndose así en el primer colectivo de estas características que gestiona Alcohólicos Anónimos en Euskadi. A diferencia de los grupos convencionales, sus miembros montan guardia durante toda la jornada en sus instalaciones o pegados al teléfono. Quien lo necesite, puede encontrarlos en el número de teléfono 945 033 206.

Requisitos. Al igual que sucede en cualquiera de los grupos convencionales de Alcohólicos Anónimos, como los tres que existen en Gasteiz -Araba, Arana y Adurza-, éste cuenta como único requisito para cruzar sus puertas con tener un mínimo deseo de mantenerse sobrio. No son necesarias cuotas u honorarios, ni mucho menos pertenecer a una institución, religión u organización política.

Esta vecina de Logroño, que suma ya casi cuatro meses de sobriedad, ha sido una de las últimas mujeres que han dado el paso y se han sumado a la gran familia de Alcohólicos Anónimos.

Este asturiano fue uno de los fundadores del grupo 24 horas de Vitoria, hace algo más de dos años. Desde entonces se ha mantenido sobrio, tras una primera juventud marcada por las recaídas, las “broncas” con la policía y los problemas jurídicos.

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Miembros permanentes suma en la actualidad el grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos, el doble que hace algo más de un año.