La estructura pétrea más vieja del mundo está en Turquía, en el templo Göbekli Tepe, y es de hace 11.500 años, aunque Álava no se queda atrás en este sentido. “Tenemos una de las construcciones más antiguas del mundo”, asegura el profesor de Geodinámica de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), Luis Miguel Martínez-Torres. Se refiere al dolmen de San Martín (Laguardia), junto a la carretera Vitoria-Logroño, con dataciones que indican que pudo ser levantado hace unos 6.900 años. “Es el dolmen alavés más antiguo y también de los de la Península Ibérica, y por ende, de la Europa Atlántica. Estamos ante una de las construcciones de piedra conservadas más antiguas del mundo, porque es más vieja que los templos neolíticos de Malta (los Ggantija, de hace 6.000 años) y sólo superada por el templo turco”, especifica.
Sin embargo, “muchos alaveses desconocen lo que hay aquí”. Y eso, que como añade, “en Álava de los 7.000 años de estructuras conservadas, la primera mitad de ese tiempo ha estado dominada por el Megalitismo”, o lo que es lo mismo: una arquitectura funeraria y simbólica caracterizada por el empleo de grandes (mega) losas (litos) “que suponen más del 50% de la historia de la construcción conservada, con excepcionales y desconocidas estructuras dolménicas, aunque normalmente se suele estudiar el periodo desde los romanos hasta la actualidad, y lo anterior, prácticamente no se ve”.
De ahí que Martínez-Torres haya decido hacer un recorrido cronológico entre la Rioja Alavesa y Vitoria, donde reconocer las rocas, su manipulación y su relación con la evolución de los sistemas de edificación, a través de un libro divulgativo llamado 7.000 años de construcción con piedra en Álava (Universidad del País Vasco, 2017). “Lo he centrado en Álava porque es donde se han descrito las técnicas de construcción primigenias y porque se han reconocido las rocas de construcción de todas las épocas e incluso las canteras de donde se extraían”.
En concreto, en Álava se han identificado 24 menhires, como el de Arlobi (Sarria), el de Pagozarreta (Sarria), el del Gustal (Lahoz, Valdegobia) y el caído en Mugarriaundi (Narvaja, San Millán), normalmente de carácter simbólico. “Por ejemplo, para celebrar que se casaba la hija del jefe de la tribu, pero, en todo caso, es una piedra más o menos alargada, que es la construcción más simple y, por ello, la más antigua”, resalta. El ejemplar más alto del Estado está en el Gorbea, encima de Orozko, y se trata del menhir de Gurutzegane.
La segunda estructura megalítica son los túmulos o acumulación de piedras de forma generalmente cónica, con finalidad funeraria, para cubrir con ellas el cadáver o sus cenizas. En las campas de Legaire, en la Parzonería de la Sierra de Entzia, se han catalogado hasta 70 de este tipo. “Una alta densidad que puede explicarse por las características del sustrato y la falta de herramientas apropiadas, siendo más sencillo amontonar piedras en un túmulo que excavar una fosa”, argumenta Martínez-Torres en su obra.
El tercer gran vestigio megalítico que tiene esta provincia son los 56 dólmenes conservados. La mayoría de estos sepulcros colectivos están construidos con muros de losas imbricadas, “que es una estructura única y exclusiva del neolítico porque no se vuelve a repetir”, puesto que así son 53 de los de los 56 dólmenes conservados.
Los que más llaman la atención de este profesor son los que tienen tapa. “En Álava sólo se conserva la cubierta de la cámara en La Chabola de la Hechicera (Elvillar), Sorginetxe (Arrizala, Salvatierra), el de Aitzkomendi (Eguilaz) y Morube, que son unos ejemplos muy buenos”. Y como peculiar, cita al de la Hechicera, que es el que más losas tiene en la cámara, pero “imposible” saber por qué había tantas. “Luego hay uno en Portugal, en Évora, que tiene dos losas menos en la cámara, “pero es muchísimo más alto”. Y el del Alto de la Huesera (Laguardia), que conserva algunas tapas del corredor. “En el de Eguilaz había casi 300 enterramientos y el Alto de la Huesera unos 130. Podía haber centenares, “se va enterrando gente durante mil años, algunos de ellos se han usado más que muchas catedrales”, bromea.
Durante este periodo se crearon dólmenes con cubiertas de grandes losas apoyadas sobre muros de ortostatos, losas imbricadas y mampostería. Con posterioridad, las tapas adinteladas se sustituyeron por las falsas cúpulas, de las cuales no tenemos ejemplos prehistóricos, pero si estructuras equivalentes más recientes, como los guardaviñas.
Llamativos porque, como dice, conservan una estructura idéntica a los tholos prehistóricos, con una falsa bóveda, muy extendida en los guardaviñas de Rioja Alavesa, que se utilizaban para vigilar los terrenos circundantes. Un ejemplo de ello es el dolmen de San Martín (Laguardia), de pequeño tamaño, pero donde se aprecia la falsa bóveda.
mampostería Durante la Edad del Hierro (desde hace 2.700 hasta hace 2.000 años) la piedra se limita al uso de mampostería en zócalos, y ya se observa que el tamaño de las rocas se reduce progresivamente en comparación con las grandes losas utilizadas en los dólmenes. Un ejemplo claro es la vivienda que se ha recreado en el museo del Poblado de la Hoya (Laguardia), de hace 2.400 años, “en la que se observa cómo la poca roca empleada está en los zócalos de la mampostería para sujetar la vigas de madera y aislar el adobe de la humedad”. Hacia el año 0 se impone en Álava el sillar, el elemento estructural básico para cualquier construcción, que es una piedra tallada. “Es difícil saber cuál es el sillar más antiguo, pero puede que sea el oppidum de Iruña Veleia o el de las termas de Arcaya”, agrega.
Además, en la época romana empieza a emplearse ampliamente la cal, como conglomerante, en argamasas. Esa capacidad ligante facilita la unión entre los distintos elementos y mejora notablemente las obras en seco. “Los sillares y la cal romanos son típicos productos de cantería. El primero, por elaboración directa del cantero y el segundo, por calcinación en un horno”, detalla.
Sin embargo, la única piedra que queda a partir de 1900 es la ornamental: para encimeras y fachadas, por ejemplo, ya que en el último siglo, hacia 1900, empieza a extenderse el uso de hormigón armado, “y la sillería y la cal inician su declive después de casi 2.000 años.
La Catedral Nueva de Vitoria es un buen ejemplo de esa evolución. Todavía se trabaja la piedra, pero la estructura interior es de hormigón armado y en lugar de cal se emplea cemento.
Desde entonces, el uso de la roca ornamental ha quedado reducido básicamente a los cementerios, “y ahora mismo éstas están desapareciendo debido al aumento de la incineración”.